El visitante cerró los ojos, analizando lo próximo que haría y, con un suspiro mente clara y totalmente decidido, abrió el reloj de bolsillo.
El mundo se estremeció, era como si todo en aquella parte trasera de la tienda girara, se deformara para luego restablecerse.
Un estallido de luz llenó la trastienda, era una luz brillante, cegadora, una luz que no dejaba espacio para observar lo que iba a ocurrir, haciendo vibrar cada reloj, haciendo que cada reloj se vuelva loco y comiencen a mover sus manecillas sin control, como si alguien estaba manipulando cada uno de sus engranajes, cada rincón de la tienda sintió el peso de lo que estaba ocurriendo. El gran reloj de arena giró sobre su eje, primero lo hizo de modo lento, luego fue acelerando su ritmo y finalmente fue reduciendo poco a poco su velocidad, por el otro lado dentro de su cristal sus estrellas comenzaron a moverse al revés, estaban en una danza a modo de reversa. Un torbellino de tiempo, recuerdos y destinos olvidados envolvió al hombre, cada uno de sus memorias estaban rodeando el lugar, presentándose como si fueran diminutas pantallas delante de aquel hombre.
Sintió cómo su mente se partía y se reconstruía en mil fragmentos a la vez: vio su reflejo en un espejo de agua antigua, sus manos moldeando relojes junto con el Relojero, su decisión de querer alterar el tiempo de querer encapsular recuerdos y memorias, el instante exacto en que cruzó el umbral de lo prohibido, el punto donde todo cambió. Y luego, vio su propia desaparición.
El flujo de arena estelar se aceleró, pero el reloj de arena no se movía de su lugar solo lo que poseía dentro era que estaba sufriendo cambios. Todo se volvió un remolino de memorias y posibilidades.
Y entonces… el silencio. Un silencio abrazador se hizo presente, como si no existiera sonido en esa dimensión, como si nada podria ser escuchado.
Cuando todo acabo al fin abrió los ojos, la tienda de relojes seguía en pie, intacta como si nada hubiese pasado por allí, pero no todo estaba igual como cuando entro, en este punto algo había cambiado. Frente a él, observo a todos los alrededores, busco rápidamente con la mirada pero el Relojero ya no estaba, creyó que el anciano ya había cumplido su mision el propósito de guiarlo nuevamente a esta, su línea de tiempo.
Miró sus propias manos, algo inusual estaba en estas, sus manos estaban cubiertas de polvo dorado, como si fuera el oro mismo o quizás una estrella en el más fino y delicado demolido. Supo entonces la verdad mucho antes de que su mente terminara de asimilarla: él era el Relojero ahora. Bajo levemente la mirada con una leve sonrisa
El tiempo ya había cobrado su deuda. Estaba devuelta a su tiempo, este era su momento, su vida, contenía lo más preciado que poseía... sus recuerdos.
Las estrellas dentro del reloj de arena parpadearon una última vez antes de volverse inertes, lo que ante fue un reloj de arena magnífico con un brillo inusual ahora estaba totalmente apagado, como un reloj cualquiera, se acerco lentamente estirandose para atraparlo entre sus manos, ya no era un reloj alucinante que estaba colgado en el aire ahora este reloj caía lentamente mostrándose como uno común y corriente, tan simple como cualquiera.
—El ciclo se había completado. Todo a caído en su respectivo lugar.
La campanilla de la tienda sonó. El hombre que aún contenía el reloj en sus manos lo coloco en una mesita que estaba a su derecha en la parte de atrás de la tienda, sosteniéndolo con una mano y con la otra pasandosela a la mesita para quitar un poco el polvo que contenía esta, finalmente y con suma delicadeza coloco el hermoso reloj de arena arriba de esta. Un cliente había entrado, era momento de ir a atenderlo.
El nuevo Relojero respiró hondo, observo nuevamente el reloj de arena que estaba en la mesita, le coloco la punta de sus dedos en el borde de todo su alrededor inferior una vez más, sonriendo, agradecido, dejó atrás los ecos de su pasado, se le ha dado una nueva oportunidad de aprender de sus errores y seguir creciendo, aun no lo podía creer, dio dos pasos hacia atrás aun observando toda la parte trasera de la tienda y se dispuso a caminar hasta el mostrador con una calma característica de el Relojero que le pareció extrañamente familiar.
—Bienvenido —dijo con una leve sonrisa mirando al señor que estaba parando delante de él, observando unos relojes de péndulo a su izquierda—. ¿Qué tipo de reloj necesitas?