El guardián del tiempo

Vergil

 

Ahora que Dorian se ha perdido entre lápidas y árboles, lo veo más lejos de la entrada del cementerio, caminamos entre algunas lápidas caídas; la noche es silenciosa, tan silenciosa que nos ha permitido escuchar varios disparos. Todos volteamos hacia atrás al instante; Midori y su acompañante se miran expectantes. Fueron más o menos 8 disparos, 7 fueron seguidos y provenían de una misma arma. Un vació atroz se ha formado en mi estómago; acabamos de perder a Jarvis, hemos dejado su cuerpo cerca de la tumba de Lena y, no puedo perdonarme que no podamos darle una sepultura como se debe, porqué nuestra vida, ahora corre peligro.

— ¡Dorian! — Grita Corín alterado. Mi hermano está a punto de correr en dirección a dónde se escucharon los disparos, mi mano temblorosa logra tomar su brazo con fuerza. Niego con la cabeza, tengo náuseas y siento que, si hablo, puedan salir algo más que palabras. Thomas, quién también está a punto de partir, me mira con miedo. Nunca he visto esa mirada en mi hermano.

— ¡Debemos irnos ahora! — Exclama Midori, exaltada. — ¡Han asesinado a un guardián! ¡Vendrán refuerzos! — Angeal y Midori se observan.

— Regresaremos por ustedes, si siguen vivos. — Alegó Angeal con presura.

Sé que han dicho, que parar el tiempo cerca de nosotros no sirve, pensaba, que los guardianes se trasladaban parando el tiempo; sin embargo, en este preciso instante, estoy siendo testigo, que mi suposición era errónea, pues, estos dos seres inhumanos han desaparecido ante mis ojos, sin dejar rastro.

— Mientras corremos —, suelto a Corín del brazo. — Debemos contactar a Joshua...

— Debemos morir... — Afirma mi hermano con pesadez.

— ¡Corín! ¡No seas estúpido! ¡Deja la autocompasión para otro momento! — Grita Thomas histérico. — ¡Tenemos que encontrar a Dorian!

Thomas corre con alevosía y ventaja, dejándonos a Corín y a mi atrás. Nos vemos un momento con dolor, pero, no podemos dejar que Thomas vaya solo y lo maten también. No soportaría perder a todos mis hermanos en un mismo día, como lo hizo Lunes. Así que vamos tras mi hermano, quién aparentemente corre más rápido cada segundo; no recuerdo que Thomas corriera a tal velocidad. Corín se va quedando atrás, pero, no pierde el paso.

Escuchó que Thomas grita:

— ¡Maldito bastardo!

Estamos cerca, puedo ver una silueta conocida sobre el suelo sosteniendo a alguien más. Esto no pinta nada bien; siento que voy a desfallecer, las rodillas me tiemblan.

— ¡Mereces morir! — Grita Thomas lanzándose hacía la silueta que está sobre el suelo. Cada vez, puede ver con claridad que se trata de Joshua y, un cuerpo cae a su lado, como un títere, mientras, Thomas comienza a darle una paliza con los puños. Temo que pierda el juicio y tome el arma que está sobre el suelo. Joshua se ha dejado golpear por mi hermano tantas veces que ya perdí la cuenta. Estoy cerca de ellos, camino lentamente un poco agitado, miro la pelea, Joshua está sobre el suelo y Thomas encima de él golpeándolo con dolor, y su llanto se escucha en cada golpe, gime agarrando aire, se está cansando. Me concentro en mirar el cadáver de mi hermano mayor. Hay un charco de sangre, observo el tiro de gracia que le ha arrebatado la vida a Dorian; un disparo en la nuca que lo atravesó.

Me acercó sigiloso hasta su cuerpo, caigo de rodillas al suelo y lo abrazo hasta mi pecho hundiendo mi rostro entre su cuello y su hombro. No puedo resistirlo más y comienzo a llorar. Mi pecho se mueve con fiereza, mis lágrimas empapan mis mejillas y la mucosa de mi nariz comienza a deslizarse hasta mis labios. Esnifo y esnifo con pesadez.

— Hoy no era un buen día para morir. — Comenta Corín cerca de mis hermanos.

Observo de reojo que mi hermano le ha dado un buen puñetazo en la cara a Thomas tirándolo del cuerpo de Joshua, quién no ha dicho absolutamente nada desde que Thomas comenzó a golpearlo. Corín, por otro lado, saca su arma y apunta a Joshua. En mi espina dorsal, la sensación de peligro ha bajado hasta mis pies, la mirada de Corín y las facciones de ira de su rostro — por primera vez en mi vida —, me causan pavor. Parece que mi hermano ha sido poseído por un demonio desconocido.

— Dame una buena razón para no matarte en este momento, Joshua…

— Corín, detente. — Alegó.

Mi hermano me observa de reojo. Me paralizo al sentir su mirada penetrarme el alma. Titubeo antes de decir lo que tenía en mente. Me siento acorralado por mi propio hermano, siento, que, si no hablo pronto, va a terminar matándome a mí por el silencio.

— Corín… — Hago una pausa. — ¿Has visto el otro cuerpo?

Corín aprieta la mandíbula, vira un poco su cabeza para buscar el otro cadáver, pero, no deja de apuntar con su arma a Joshua, quién solamente ve a Corín sin titubear. No lo comprendo, Joshua hubiese respondido de inmediato a las palabras de mi hermano menor; sin embargo, no le ha quitado la mirada de encima. Corín chasquea los dientes y vuelve a observar a nuestro hermano.

— ¿Qué estás esperando, infeliz?

Thomas se levanta del suelo, se toca la mejilla, Corín le ha hecho un corte con uno de sus anillos de calavera. Espero que mi pequeño hermano me mire, para preguntarle con comunicación verbal si se encuentra bien, pero, se tapa el rostro con ambas manos y comienza a llorar como un niño pequeño desconsolado. Me hacer recordar al pequeño niño desconsolado que perdió a sus padres, porque los asesinaron, mientras sus hijos jugaban en la tienda de videojuegos.




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