El guardián del tiempo

8

 

Se ha sentido identificado con Andry el padre de Lena Wolfgang. Le da un poco de gracia que haya puesto ese nombre, no conoce otro Andry en el mundo más que el futbolista que jugaba en el Milán, sin embargo, al leer la descripción de dicho actor de pacotilla como lo describe Vergil, sabe en su interior, que su joven amiga no lo hubiese clasificado de esa manera. A pesar de ser amigos por culpa de un grandioso guion que ella escribió, Lena declaró que sólo ha visto pocas películas de su filmografía y cuando se le ocurrió grabar un álbum de música Jazz, la chica confesó que sólo le había gustado una canción.  

— Sinceramente, me sorprende que sepas tocar el piano… 

Añadiendo que Lena nunca declaró ser admiradora de su trabajo, lo admiraba a él, pero, su película favorita fue un fiasco en taquilla; el ego de Belial es más grande que el de Lena y sabe qué ese personaje con el cual se está identificando no es él y nunca lo será. Tanto es su ego como ya mencionamos, que espera encontrar un personaje que lo personifique, le encantaba leer, de verdad, la habilidad de Lena para plasmar su esencia, incluso, leyendo su persona desde la perspectiva de su amiga, descubrió defectos que no sabía que existían en su persona y también se percató de su actitud ante ciertas situaciones. 

Lena, por otra parte, le ha dado la respuesta que tanto ha buscado, que es su país de origen. Y por eso seguirá leyendo hasta que se quede dormido una vez más con el libro en la mano, pues Susan, está respirando tranquilamente a su lado, se quedó dormida cuando él iba a la mitad del capítulo y por estar atento a la lectura olvidó darle un beso de buenas noches.  

Se acercó pues, hacia su esposa con sigilo, agachó un poco la cabeza y posó sus labios carnosos en el pelo sedoso de Susan, respiró su dulce aroma a champú y dejó un pequeño beso en sus cabellos. En su interior le dedicó su amor eterno, mientras le agradecía con todo su corazón, que estuviera con él en ese proceso de obsesión y lectura. Se percató que la perdida de Lena y la lectura, le afectaban durante un mes, debería suspender las vacaciones y dedicarse a buscar casting para mantenerse ocupado trabajando.  

Suspiró con pesar, se acomodó bien en su lecho y estiró la mano para dejar el manuscrito en el buro, luego, estiró el brazo para apretar el botón de la luz para apagarla. Al estar contemplando el techo, en la oscuridad de su habitación, vio sombras moverse de un lado a otro flotando sobre su cabeza como dementores que querían succionarle el alma. Se quedó pues, sin decir nada, sin pensar nada, esas imágenes solían presentarse cuando estaba abrumado. Eran sus propios demonios esperando entrar en conflicto con su propia mente y provocarle insomnio. Belial cerró los ojos, estaba dispuesto a dormir profundamente esa noche. 




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