El guardián del tiempo

Joshua

 

— ¡Dime la verdad!  «¿Muerta? No puede estar muerta... »  

Hace una semana la vi con vida, llegó temprano a casa porqué sus clases terminaron muy rápido. Se quedó dormida en el sillón con el libro que estaba leyendo sobre su estómago, la vi por la ventana antes de tocar porque vi la luz encendida, ese día estuvo lluvioso y oscuro...traía de comer y un regalo…Chocolates. Toqué la puerta hasta que abrió, ni siquiera ella me esperaba; su expresión de sorpresa fue similar a las de siempre cuando nunca espera mi llegada. Dejó los chocolates sobre la mesa, para guiarme al sillón y besarme hasta lograr quitarme la ropa...Nos quedamos dormidos y al día siguiente… ya no la encontré. 

— ¡Joshua! — Grita Thomas. 

Miro a mi hermano. Entre mis manos tengo al padre de Lena tomado por el cuello de su saco; creo que estoy en problemas; sin más lo dejo caer al suelo. Cae sentado en el piso de concreto, pude escuchar cómo tronó su cadera al impactarse, él grita; mi hermano va en su auxilio. 

— Josh, tranquilízate… 

— ¿Quiénes son ustedes? — Cuestiona el padre de Lena asustado.  

Thomas intenta ayudarlo a ponerse de pie, pero, le da un golpe en la mano. 

— Le preguntaré una vez más…¿Dónde está Lena?  — Pregunto.  

Aprieto los dientes y lo ayudo a levantarse más rápido, otra vez sus pies vuelan en el aire tres centímetros, él es más o menos de mi estatura; odio las bromas…y si esto no lo es, ¿por qué Lena me ha mentido?…¿Acaso está usurpando el nombre de la verdadera hija de Andry Wolfgang? ¿Es un fantasma? 

— No conozco Lena...  

Un hoyo enorme se forma en mi pecho y en mi estómago, alguien convénzame qué esto se trata de una broma macabra… 

— ¿Seguro? — Cuestiono incrédulo.   

Tal vez su padre tenga que ver con su desaparición, pero, él no muestra ni una pizca de mentiras, en todo su ser huelo miedo. Él afirma cerrando los ojos, luego suspira con dolor y clava su mirada en mis ojos. 

— No sé quién es Lena, y porqué insisten tanto que es mi hija, ya te lo dije, el nombre de mi hija era Zanna. Quizá cometimos el error… de no llamar la atención de muchas personas…Zanna no tenía muchos amigos…sólo estaba Martha, aunque, antes del funeral ella tuvo que partir de nuevo a su país…la deportaron. 

— ¿Qué le pasó a su hija? — Pregunta Thomas con seriedad. 

Puedo ver en su cara la incredulidad que antes teníamos, aunque acepto que estoy más afectado por escuchar que mi novia no es quién dice ser; sin embargo, el nombre de Martha…no es una mentira inventada por ella. 

— Ambas estaban juntas cuando pasó un asesinato… después…fueron tras sus pasos arrebatándole la vida a mi hija…ella…perdió la vida por salvar a su amiga… 

¿He estado saliendo estos dos años con una mentirosa? La idea me aterra, se supone que tengo los sentidos más sensibles, y es por eso, que no frecuento los lugares antiguos, las iglesias y los cementerios a menos que sea necesario. 

— Hace unos días… — Continua. — Tocaron  a la puerta de mi casa y dejaron esto… 

Saca su billetera del bolsillo trasero de su pantalón, el aire frío golpea mi rostro al moverlo para poder ver lo que el señor va a enseñarnos, ahora, no es el viento lo que causa que sienta un escalofrío recorrerme la espina dorsal. A parte de ver qué tiene una foto de Lena cuando era más joven, esto ya no se trata de ella… «¿Qué hemos hecho? ¿Qué tan grave ha sido mi vida cómo asesino a tal grado que mi hermano y mi novia estén involucrados en esto?» 

Thomas toma la tarjeta y la mira mientras se pone pálido, pasa saliva cómo si fuera algo muy pesado de llevar al esófago, luego me observa, sus labios están temblando. 

 




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