El Guerrero Olvidado

Capitulo 3

Capítulo 3

— Dentro de la mente de Caos —

Tras haber presenciado los susurros de la entidad…. Khaos estaba con sus músculos tensados, intranquilo al no poder averiguar de dónde provino el susurro, su mirada permanecía inquieta, buscando por los alrededores de este esté desconocido mundo, sin embargo, después de un largo rato no pudo encontrar rastro de la misma entidad, era como si se hubiera esfumado… tal vez podría ser una parte de su recuerdo, un yo interior o algo desconocido.

- Donde eh escuchado esta dichosa voz. . . - dijo intranquilo, observando de reojo sus manos, de la cual, protegidas por unos guantes oscuro como la misma noche más oscura que has visto en tu eterna y corta vida. Para seguidamente cerrar la palma de sus manos fuertemente.

– Hm… ¿Qué habrá sido eso?... – pensó en voz alta sin darse cuenta, y lentamente sus ojos se dirigieron hacia sus manos, observándola con detenimiento y cuidado, apreciando como la piel suave que caracterizaba en su mayoría al ser humano no lo poseía el, era lo contrario, sus manos tenían la piel gruesa, unas manos forjadas para matar, para un mundo bélico. – No me gusta esto… No sé dónde estoy, mi identidad está en un mar profundo lleno de obstáculos por pasar…. – Suspiro con suavidad, seguidamente unas de sus manos se posaron en su pecho, el lado donde el corazón se ubicaba, sintió como su corazón se llenaba de diferentes emociones, sentía como estaba al borde de colapsarse, por lo que tuvo que tratar de respirar hondo, para calmar sus pesados sentimientos, lo que sentía, sin embargo, pasaron largos ratos hasta que pudo calmar su corazón, no le quedaba de otra, debía pasar por ese camino lleno de muro, pasar a través de ese mar llenos de tiburones, si es que deseaba cumplir su objetivo.

Cuando su alma se calmó, la oscuridad fue desmoronándose poco a poco, por cada pedazo que caían, una luz aparecía, iluminando con fervor a la oscuridad. La figura del guerrero se desvanecía en polvo dorado… hasta que nada quedo de él, nada de este mundo.

—. Mientras tanto en el mundo real. —

Ahí estaba el guerrero, en quietud, observando la nada, perdido en otra realidad, sin saber que Hans, le hablaba fuerte.

— ¡Dios míos! ¿Estas escuchando? —exclamo el guardián con frustración, se estaba cansando, era la sexta vez que gritaba para llamar su atención, pero no parecía funcionar, se veía perdido, tan perdido en su mundo…. Sin embargo, nada de eso lo detuvo, hasta que por última vez grito, repitiendo las mismas palabras.

El resultado, fue milagroso, Khaos, aquel que se escapó de la realidad sin saberlo, salió de ese estado de trance, y a causa de eso, empezó a ver los alrededores con brusquedad, pudiendo calmarse luego, al ver que estaba de vuelta en el mismo sitio.

— Lo siento ¿Podría repetir lo que dijo? — respondió con tranquilidad, por dentro las inquietudes salieron a flotes, dudas y dudas surgían dentro de su mente, pero no podía distraerse, no había opción, debía encargarse del ahora, después del pasado.

—…. — con un ceño fruncido, veía al guerrero, se había cansado de gritarle para que ahora venga a responderle como si nada, soltó un largo suspiro, nada podía hacer, ya había pasado. — No repetiré otra vez, escucha.

Como respuesta, recibió un eterno silencio, viendo un pequeño asentimiento del guerrero.

Hans, solo pudo suspirar nuevamente, una leve amargura consumía su ser, no tenía un porque, no tenía una respuesta, solo que… el muchacho que estaba frente suyo, le daba un mal augurio, su presencia se sentía pesada, no sofocante, simplemente pesada, su apariencia que parecía ambigua no parecía ayudar, mas no tenía sentido. No obstante, todo tenía un porque, pero parece que no era el momento de saber la respuesta.

— ¿Qué te pasa? Estabas estático… — pregunto, sin embargo, no obtuvo respuesta, causando que suspirara nuevamente, se estaba haciendo viejo y los suspiro acortarían su vida, pero al menos viviría un tiempo de paz. —Estoy incomodo… ¿Lo causara él? — pensó para sí mismo, observándolo detenidamente, debía hablar con los altos cargos sobre esto, pero primero con su compañero. — Bien, ¿Dices que apareciste de la nada en un bosque? — pregunto con un tono serio pero curioso.

— No tengo razones para engañar, guardián. — respondió con frialdad, en sus ojos hubo un brillo tranquilo, mirando con calma su entorno de manera disimulada — He emergido del bosque de alguna manera, o mejor dicho alguien me habrá dejado allí, no tengo repuesta. En este pueblo quizás lo encuentre, y si no, pues habrá que seguir marchando. — dejo las cosas claras, para evitar más confrontación, ya había notado como el guardián se tensaba aún más, ya listo para impulsarse a la batalla. No obstante, el hizo todo lo contraria, acciones que se considerarían estúpidas. Enfundo con suavidad su espada que se asemejaba más a una katana. Aun así, su guardia no bajo.

— Bien…. — suspiro en derrota, bajando el mandoble, regresando el metal al mismo lugar de antes, es decir, empuñando el mandoble con una mano y apoyando en el metal en el hombro que estaba protegido por la armadura, mientras hacía tal cosa, seguía pensando en la decisión que debía tomar. Dejarlo o no pasar. Hasta que tomo una decisión, una que cambiara todo. Y no habrá un momento para la redención.

— Pasaras… — contesto calmado, dándole la espalda al guerrero, se dispuso a caminar hacia su guardia, tomando su posición de guardián, dejando las cosas en manos de su compañero. — Bardo, encárgate de él y de los papeles que necesitara para sus viajes.

— Pero- — quiso replicar, pero la dura mirada que le dio Hans, solo hizo que reprimiera aquella replica, suspiro y se encogió de hombro, la decisión ya había sido tomada. Mas tardes hablaría con él, después de todo, en este mundo no cualquiera ayudaba a otros sin razones, sin intenciones detrás de todo. — Acércate chico, debemos hacer los papeles para ti, así no tengas inconvenientes mas adelante. — Hablo cortes Bardos, haciendo unas señas para que se acercara a él y lo siguiera.




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