El hada y el dios del fuego.

Capítulo: 5.

 

 

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En la ciudad Shai, vive el dios desconocido Lok, nadie conoce su rostro, él usa una máscara en todo momento, se dice que maneja la oscuridad, pero toda la población inmortal del país asegura que la oscuridad fue destruida hace muchos años, cuando el antiguo dios de Kepler, el rey Martín invocó a las fuerzas oscuras y tuvo que ser eliminado por su hijo el dios poderoso Norcar y los demás dioses inmortales del planeta.


 

—Necesitamos crear un espíritu maligno. ¡Arrojen a todos seres Inmortales inservibles que lleguen al palacio buscando alguna ayuda! —Exclama una mujer, vestida de blanco, con varios guardianes esperando su orden arrodillados en el suelo.

 

—Sí, mi señora. —Gritan estos, mientras se levantan sin levantar la mirada.

 

En este palacio, hay una gran caldera donde le hacen sacrificios al dios de la oscuridad, este al recibir las almas inmortales da a cambio su poder a Lok el dios de la ciudad Shai.

 

Gritos de mujeres y hombres, al ser lanzados a la caldera, hacen de ese palacio un lugar oscuro y triste, pocas personas trabajan en ese lugar y las que hay están bajo amenaza o porque han hecho un pacto de sangre con el dios desconocido Lok.

 

Rosa ha llegado a esta ciudad, ella está visitando el gran mercado, su cofre está dentro de su bolso aunque es grande, al entrar al bolso mágico este se encoge. La pequeña hada llega a la gran tienda de pociones y medicina herbaria, Xilan la dueña y testaruda la recibe a gritos.

 

—Rosa, me debes mucho dinero. Saca lo que traes o te largas de mi tienda.

 

—Xilan, mi querida amiga, me urge entrar al palacio del dios de la guerra, necesito tu ayuda. Dame la poción eterna para curar mis raíces. —Suplica Rosa mientras se arrodilla delante de su amiga.

 

—¡Niña, levántate! Primero págame lo que me debes. 

 

—Sí, en un momento, te pago todo, también vengo por la poción. —Agrega Rosa nerviosa sacando rápidamente el cofre de su bolso mágico.

 

—Bien, bien, déjame ver cuánto traes. 

 

Rosa coloca el gran cofre en una mesa y le enseña las monedas de oro a la vendedora de pociones, Xilan.

 

—Sí, mmm, son muchas, con estos me pagas lo que me debes. —Dice la mujer mientras prueba las monedas con su boca verificando que sean realmente monedas de oro, ella las pesa en una balanza y de su boca sale una gran sonrisa. Rosa también se ríe con inocencia.

 

—Necesito la poción eterna. —Repite Rosa con determinación. 

 

—Aquí la tengo, esta medicina es muy poderosa, así que cuesta mucho y estas monedas son para pagarme lo que ya me debes, así que busca más monedas de oro. —Le informa la mujer inmortal, ella le enseña la poción eterna a Rosa, luego toma las monedas y las mete en otro cofre mágico que solo abre si se coloca la gota de la sangre de su dueña, en este caso de Xilan.

 

—Te prometo darte todo mi sueldo, dame ese frasco. —Pide Rosa con gallardía.

 

—¡Está bien! Con esta medicina tu raíz se curará. —Expresa Xilan dándole la poción a Rosa. 

 

—Yo sé que sí. Gracias. —Afirma Rosa colocando la poción en su bolso.

 

—No es tan fácil, aparte de esa, necesitas siete pociones más de la eternidad. —Informa Xilan con maldad.

 

—¿Tantas?

 

—Si Rosa, serán como 1000 años dándome tu sueldo. 

 

—No estoy segura, pero por él, todo. —Suelta Rosa un gran suspiro.

 

—¿Por quién? 

 

—Ah, no, nada, somos amigas desde hace 1000 años, ¿verdad?, por favor hazme una rebaja. —Tartamudea Rosa con la esperanza de tocar el corazón de su avariciosa amiga.

 

—Nuestra amistad no tiene precio, así que no te voy a hacer ninguna rebaja. Son 1000 años dándome tu sueldo, ¿lo aceptas o lo dejas? Tú decides. —Dice con voz mortal la vendedora.

 

—Lo acepto, ¡está bien!, ya cálmate. —Responde Rosa no muy convencida.

 

—Jefa, mire esta ropa. —Xilan se aleja de la pequeña hada, ella ve el conjunto blanco y la gran túnica roja, se pone nerviosa. 

 

—¿Por qué sigue esto aquí? Debíamos haberlo entregado hace días al palacio Shai. —Grita, la dueña de la tienda.

 

—Señora, a mí me da terror ir a ese lugar, y ninguna persona de la ciudad quiere llevarlas. —Habla un joven asustado.

 

 —Yo no puedo ir al palacio, ve en este instante o estás despedido. —Ordena Xilan con la voz temblorosa.

 

—Pero señora, si voy podrían golpearme o matarme, ellos son muy crueles.

 

—Ya tengo una solución, dámelas, y regresa a trabajar. —Declara la mujer duramente.


 

—¡Rosa!, hazme un favor, lleva esta ropa al palacio de Shai y te doy los 8 frascos en este momento y por 500 años me das tu sueldo. —Dice la vendedora con amabilidad, ella saca los frascos de un estante, Rosa los toma y los guarda en su bolso. —Debes tomar un frasco en cada luna llena a la media noche. —Le explica Xilan a la pequeña hada.


 

—¡Está bien! Gracias —dice Rosa, saliendo de la tienda hacia el palacio, ella camina de prisa, no se imagina que va como oveja al matadero.

 

Al llegar al gran Palacio negro muy alto y con poca iluminación, Rosa saluda a los guardias, estos la dejan pasar no sin antes soltar una risa burlona.

 

Rosa cruza la entrada sin prestar atención a los comentarios de los guardias.

 

Al entrar, Rosa observa mucho movimiento, varios guardias buscan en todo el palacio a una joven desaparecida, ella no hace preguntas, solo mira con terror todo a su alrededor, uno de ellos le dice donde poner el conjunto, ella entra a una habitación con una luz roja algo opaca. La pequeña hada se acerca y siente la presencia de una hoja de la vida.

 

—¡Es imposible! ¿Qué hace aquí? —Se pregunta ella. Rosa cierra los ojos y levanta su mano. —Ven pequeña, te sacaré de este feo lugar y te llevaré al lugar que perteneces. Una hoja del gran árbol de la vida llega volando en frente de ella, Rosa la lee y se sorprende.




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