El hada y el dios del fuego.

Capítulo: 12.

 

-----Narra Adolf-----

 

He pasado varios días junto a Rosa, y no sé realmente que es lo que estoy sintiendo, ya que es algo nuevo para mí.

Cuando veo sus ojos mi mundo se hace añicos, tocar sus delicadas manos con las puntas de mis dedos me encienden de pasión, ella es mi mayor debilidad, es como una espada afilada que al estar más cerca me apuñala el corazón, ya que estos sentimientos que siento por ella queman mi alma.

Mirar su cuerpo y cada gesto se ha vuelto una obsesión, algo que está totalmente prohibido, ella cada día me embruja con su sonrisa y los hoyuelos en sus cachetes, debo sacarla de mi corazón, pero creo que ya es demasiado tarde, esta mujer se metió en lo más profundo de mi ser, invadió mi corazón y ahora es la dueña de mis pensamientos.

Solo quiero brindarle seguridad y declararle abiertamente que es la indicada, pero no, mi corazón y mi mente me engaña, no puedo caer en su trampa, no puedo permitirme enamorarme, el amor nos hace débil, y no quiero ser débil quiero ser fuerte y para eso debo acabar con Rosa y eliminar esto que crece dentro de mí.

 

-----Narra Rosa-----

 

¿Cómo podría yo importarle a alguien?, ¿no entiendo por qué ese inmoral pecaminoso siempre me dice que mis palabras tienen poder? Nunca nadie ha tomado mis palabras en serio, desde que mi maestra se fue de viaje, nadie se ha preocupado por mí, ¿por qué él lo haría?

He hecho lo imposible para arreglar el libro del destino, pero no sucede nada, espero que jamás se recupere, estoy loca, ¿no sé por qué pienso esas cosas? Más bien, si sé, algo dentro de mí sabe que al arreglar ese libro volveré a estar sola en este palacio.

Yo no quiero volverme a quedar sola, pero a la vez sí quiero, ¡hay no!, ¿quién me entiende?

Si ese delincuente se va, voy a volver a dormir hasta tarde y salir sin estar pidiéndole permiso a él, para todas partes que voy él también va, él es como una sombra, yo quiero ser libre.

 

-----Narra narrador-----

 

—¡Rosa! Deja de ser perezosa, levanta tu trasero del suelo y haz algo para cenar. —Rosa se ha quedado dormida arreglando la hoja del destino de la exdiosa de la guerra Silvia.

—¡No! Tengo sueño, estoy cansada, déjame en paz. —Murmura Rosa con molestia sentada en el suelo con la cabeza y manos recostadas de la mesa.

—En todo el planeta eres la mujer más perezosa que conozco, si quieres pasar la prueba debes entrenar. —Le dice el dios del fuego, mientras le zarandea los hombros al hada.

—También debo dormir para recuperar fuerzas. —El estómago de Rosa ruge y el de Adolf también.

—¡Oye! ¿Tienes hambre? —Pregunta el hada.

—Sí, y tú también, haz algo para que comamos.

—Está bien, —El hada se levanta de mala manera, da un gran bostezo y estira su cuerpo, el dios inmortal la mira y se ríe.

Es de noche y Adolf espera impaciente a Rosa en el comedor, el hada empieza a llegar con varios platos de comida.

En un hermoso balcón a la luz de las estrellas, ambos sentados se miran a la cara.

—Cómetelo todo, antes que se enfríe, —Habla Rosa con la boca llena de comida, ella toma un sorbo de agua y sonríe.

—Por cierto, ya que desde hace tiempo estás aquí en mi palacio viviendo conmigo, quisiera que me dijeras ¿Cuál es tu nombre? Ya sé que eres de la tribu del fuego, pero debes tener un nombre.


—Mi nombre es Ado… —Él no termina de decir su nombre, pues a Rosa se le dio por estornudar.

—Parece que agarré un resfriado. —Habla el hada limpiando su nariz con un pañuelo. ¿Cuál dijiste que era tu nombre? — Pregunta ella mirándolo con sus ojos iluminados, parecen dos luceros en medio de la oscuridad.

—Adolfo Fraca. —Responde el dios inmortal, mientras carraspea, ya que por varios minutos se quedó viendo fijamente los ojos del hada.

—¿Fraca es tu apellido? —Cuestiona el hada con duda.

—Sí. —Confirma Adolf

—¿Eres familia del demonio muerto Adolf Fraca?

—¿Adolf Fraca falleció? —Él la mira con enojo.

—¿Es que acaso no lo sabes? ¿Ni siquiera conoces la batalla de los demonios? ¿Nunca has leído libros? —Interroga Rosa a Adolf mientras él la fulmina con la mirada.

—Adolfo, ¿puedo llamarte por tu nombre? — Le pregunta colocándose su mano en la boca, ella no sabe si se molestó o no, de igual manera continúa hablando—. No te estoy mintiendo, el dios del fuego Adolf Fraca fue muy malo.

—En los libros dice que él fue el que destruyó el reino de las hadas y en todo nuestro planeta ha habido guerra por su culpa y por la maldad del reino del fuego, yo sé que tú perteneces ahí, pero llevas muchísimos años encerrado en la torre y no sabes nada. —Agrega Rosa.

—No te sientas triste, el apellido se otorga de generación a generación, es algo que no se puede elegir. Tú eres muy afortunado, al menos sabes quienes fueron tus padres y tienes un apellido, yo soy solo Rosa, no tengo una familia ni un apellido. —Parlotea el hada, su semblante ha decaído un poco, Adolf come en silencio sin ver al hada, ya que está molesto por como habla de él y de su tribu—. Tú eres un desafortunado por llevar el apellido del dios cruel y malvado, eres mucho más atractivo que él no te preocupes.

—Pequeña flor, eres miope y tan solo tienes mil años de edad. ¿Realmente, has conocido al ser más poderoso en los tres reinos? —Pregunta el dios del fuego con la voz áspera.

—Nunca lo he visto, pero en los libros está escrito acerca de él. —Responde ella ignorando la molestia del ser en frente—. Según lo que leí, él tiene la cara verde y colmillos, su cabello es largo y asqueroso y con muchos piojos, yo leí que no se bañaba por miles de años y nunca se cepilló ni se cortó el cabello, tenía un mal aliento y todas las personas que lo veían huían de él, por lo asqueroso que era. 
—Adolf se ahoga con la comida al escucharla hablar algo tan horrible acerca de él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.