El hada y el dios del fuego.

Capítulo: 15.

 

En el jardín interno del palacio, junto a sus cuatro amigos, las flores, se encuentra Rosa, Adolf llega y los escucha hablar, él lleva en su mano el cofre con las flores pendientes de la reina.

—¿Estás segura de que se fue? ¿No estará escondido por ahí? —Cuestiona Azucena mirando a su alrededor con miedo.

—Sí, se fue, soy libre, estoy tan feliz, hasta el aire está fresco, todo se siente tan bien. —Rosa respira con los ojos cerrados.

—Nos alegra mucho. —Habla Jacinto mirando a Rosa con ternura—. ¿Y hoy no era la prueba?

—Sí, del palacio real, me mandaron esta carta avisando que la cambiaron para dentro de dos semanas.

—Bueno, Rosa, entonces aprovecha estas dos semanas y ponte a estudiar. —Expresa Margarita comiéndose una uña algo nerviosa. 

—Dalo por hecho.

—¿Y por qué esa cara? —Pregunta Margarita.

—Siendo sincera con ustedes, este tiempo que Adolfo estuvo aquí, fui realmente feliz, vivir sola no es fácil y más cuando mi maestra Sama no regresa.

—Deja de pensar en ese criminal, ya se fue, eso es lo mejor. —Dice de mal humor, Jacinto, algo incómodo con las palabras del hada. 

—Si alguien se entera de que has ayudado a un integrante de la tribu del dios del fuego, te culparían de traición. —Parlotea Azucena colocando un poco de agua en sus pies y cerrando sus ojos para absorberla y refrescarse.

—Todos estos días he estado muy preocupada por eso. —Declara Rosa con un dedo en la quijada y el codo en la rodilla—. Espero y no lo atrapen, yo llevo viviendo 500 años sola en este palacio, pero él vivió milenios de años encerrado en esa torre oscura y sin compañía.

—Él se merece eso, ¿no es un delincuente?, por algo llevaba tantos años encerrado. —Balbucea Narciso probando los bocadillos de guayaba que Rosa les trajo.

—¿No entiendo qué me pasa con la pequeña hada? Yo no debería de ayudarla y desear que se recupere, ¿por qué me preocupo tanto por ella? —Se pregunta Adolf desde la cocina, él está hirviendo las flores en un poco de agua.

—Piensa que es lo mejor, Sama no está, no tienes quien te proteja. —Agrega Jacinto con los brazos cruzados.

—Sama no me protegerá por lo que hice, si me descubre, seguro me entregaría ante el dios del cielo Norcar.

—Rosa, deja de pensar en él. —Dice con la voz firme Azucena, un poco fastidiada por la insistencia del hada.

—Creo que él no es malo, nos encontramos, nos conocimos, yo sé que no soy su amiga, no obstante al menos debió despedirse, se ha marchado sin decir nada. Ya no hay vuelta atrás, si se fue, es porque así lo quiso el destino, el problema es volver a estar sola, eso me entristece mucho. ¿Podrían quedarse? Necesito su compañía, podemos aprovechar para entrenar, ¿Les parece?

—No, Rosa, casi está anocheciendo, debemos irnos a dormir, este frío nos hace daño. —Habla con voz severa Azucena, todos la ven y asienten.

—No, no, no quiero estar sola otra vez, —las flores en cuerpo humano no pueden seguir acompañándola, se retiran a sus macetas a seguir descansando.

Rosa contristada acaricia las flores que están en su jardín, ella se acerca al balcón, se sienta en un banco y desde la distancia ve el atardecer con melancolía, ella añora la compañía del inmortal pecaminoso, él es alguien que la hace sentir segura y protegida, pero ahora se siente con un vacío en su corazón.

Adolf se acerca a ella, él tiene una mano en su espalda y en la otra lleva un tarro con la infusión de las flores.

—¡Adolfo! ¿No te has ido? ¿Dónde estabas? No te encontraba por ningún lado, pensé qué. —Se levanta del banco y lo abraza.

—Estaba buscando una medicina para ti, has estado muy débil, debes curarte para arreglar el libro del destino de… —Interviene el dios fuego tartamudeando entristecido al hablar.

>>¿Qué me pasa, por qué tartamudeo y por qué me siento así?

—Sí, yo sé, que es el de la ex diosa, ¿dime que son estas flores? —Lo interrumpe ella viendo con curiosidad el tarro.

—Pendiente de la reina, ellas te van a ayudar a sanar tus raíces y ¿qué haces aquí?, no deberías estar en la prueba de los inmortales

—Me llegó una carta, me informaron que es para dentro de dos semanas.

—Perfecto, prometo buscar esta medicina todos los días y también gotas del rocío de la mañana, para que te recuperes rápido, —ella sonríe, toma un poco del agua, y saca la lengua.

—Gracias, pero espera. —La pequeña hada frunce el ceño.

—¿Qué sucede? 

—Te esmeraste tanto en preparar esta bebida, que no puedo beberla así. 

—Entonces ¿qué piensas hacer? ¿Ponerte un vestido de fiesta y tocar los tambores?

—No, el agua es insípida, voy a buscar un poco de miel, ya vengo, —Rosa le entrega el tarro con el agua a Adolf, y sale corriendo a la cocina.

Adolf se queda viendo el camino por donde se fue el hada, irritado muerde el labio superior, desea lanzar el tarro con la infusión en el suelo, más recapacita al recordar su viaje a las montañas nevadas, él pierde el equilibrio y algo de la infusión se derrama, él se preocupa y recupera la estabilidad de su cuerpo, luego se sienta a esperar a Rosa en la banca de madera, muy cerca de las flores.

 

***********

 

—Saludos, hermano. —Mark, el dios de la guerra, llega frente a su hermano inclinando su cabeza.

—Recientemente, has estado recorriendo todo nuestro planeta. ¿Has oído hablar algo acerca de la diosa de las hadas? —Le pregunta el dios supremo Norcar con los brazos cruzados y la cabeza erguida.

—Hermano, no tengo noticias sobre ella, —Responde Mark con las dos manos juntas e inclinando su cabeza— Han pasado 30.000 años, me temo que la diosa…

—¿La diosa qué? —Lo interrumpe el dios de los cielos al ver el silencio que ha hecho su hermano menor.

—Ya ha muerto. —Asegura Mark.

—Si realmente ella estuviera muerta, nuestro padre estuviera suelto desatando su furia contra mí, y ya hubiera un caos en todo el planeta. —Informa Norcar seguro de sus palabras.




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