—Rosa, ¿de verdad tú quieres ganar esa competencia? —Le pregunta el dios del fuego con sus brazos cruzados.
—Por supuesto, eso es lo que más deseo en esta vida, pasar la prueba y servir al Dios de la guerra. —Responde el hada colocándose sus sandalias y amarrándolas en las piernas.
—Eres un hada muy tonta, no pierdas tu vida al lado de un dios tan insignificante como ese. La vida es bella, disfrútala siendo libre, no una esclava, eso es lo que vas a hacer al lado de ese ser inmortal. —Adolf toma a Rosa por los hombros y la sacude.
—Tú, no entiendes nada, mejor me voy, adiós. —Rosa lo empuja, él la suelta, ella toma su bolso y su espejo mágico para trasladarse al reino de los cielos.
— ¡Estás muy débil! Vas a perder tu vida. —Le grita Adolf arrebatándole el espejo con su poder.
—No importa, es una decisión tomada, con valor voy a enfrentar mis miedos.
—Si pierdes, vas a ser el hazmerreír, de todos en el reino de los cielos. —Insiste Adolf, él se acerca a Rosa, ella lo ve y se queda esperándolo llegar y en un descuido del dios ella le quita el espejo y desaparece de la presencia del dios del fuego.
—Me da igual, al fin de cuentas siempre se han burlado de mí. —Murmura el hada para sí, creyendo que Adolf no la escuchó.
Rosa con una gran sonrisa entra al reino de los cielos, todas las hadas la ven con odio.
—Mi señor, ¡no deje que vaya!, usted sabe que ella va a perder, no tiene el poder suficiente para atrapar a uno de esos demonios. —Habla Basu apareciendo al lado de su rey.
—Lo sé, yo le advertí que no fuera, pero es muy terca, vamos a acompañarla. —Declara Adolf.
—Mi señor, ¿usted realmente piensa ayudarla? —Cuestiona el guardián asombrado.
—No quiero que ella esté triste, si pierde, ella va a llorar y por su culpa también yo. —Confiesa el dios inmortal.
—Lo entiendo. Vámonos entonces. —Finaliza Basu trasladándose con su amo hacia el reino de los cielos y colocando un escudo invisible a su alrededor.
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En la sala principal del palacio están todas las hadas de pie, reunidas, esperando que la guardiana superior del reino de los cielos, de la orden para empezar con la prueba escrita para servir a los dioses inmortales del reino.
— ¡Miren quién está aquí! —Dice en un tono sutil pero burlesco una de las hadas.
—Jajaja, la perdedora. —Interviene Abi empujando a Rosa.
—Es Rosa, el hada más torpe y débil de este planeta. —La fulmina con la mirada otra hada. Rosa se voltea y las ignora.
— ¿No escuchas, o estás sorda? —Continúa Abi, ella es el hada más poderosa de todas, el hada voltea a Rosa con un jalón de cabello.
—Sus palabras son necias y tontas, no vale la pena perder mi tiempo escuchándolas. —Expresa Rosa con tranquilidad y una gran sonrisa.
— ¡Mírenla! Esta hierba se cree superior a nosotras. —Dice Abi con ironía empujando a Rosa, ella no cae al suelo se mantiene con la cabeza en alto.
—Vean como gano y las derroto a todas. —Dice Rosa a todo pulmón, la guardiana superior observa la escena en silencio, y los demás dioses sé sorprenden al ver la valentía del hada.
—Estúpida, ¿es que acaso quieres morir? —Suelta el hada llamada Abi tomando el brazo de Rosa con fuerza.
—Señoritas, siéntense y hagan silencio, en breve empezaremos con el examen escrito. —Ordena en voz alta la guardiana superior del reino.
Todas las hadas obedecen, se sientan, y luego de unos minutos empiezan a responder con velocidad la prueba escrita, Rosa se levanta y coloca su hoja encima del escritorio, la guardiana superior mira a Rosa con duda, le sonríe de medio lado, toma la hoja y la evalúa al instante.
—Felicidades a Rosa, ha sido la primera en terminar y lo ha hecho de maravilla, —Aplaude la guardiana, los demás dioses la imitan, pero las hadas muy molestas continúan con la prueba—. Puedes descansar. —La guardiana superior, le señala Rosa su asiento, el cual esta un poco retirado de las demas hadas.
Rosa obedece y se sienta, la mayoría de sus compañeras levantan su cabeza y la observan con ira, la pequeña hada no se atemoriza, ella está segura y confiada de si misma, y ninguna de las miradas y murmullos negativos la van a sacar de su estado de confor.
—Mi señor, ¿escuchó? Rosa terminó la prueba con éxito. —Le habla Basu con alegría a su rey, ellos están en una de las esquinas del palacio observando al hada.
—Ahora viene lo peor, esa prueba no es nada, ella ahora debe utilizar su poder para atrapar al demonio. —Le comunica Adolf a su amigo.
—El tiempo se ha acabado, todas pasen hacia la entrada del bosque prohibido. —La guardiana recoge las pruebas con su poder y las coloca una arriba de otra en su escritorio.
— ¿Vamos al bosque prohibido? ¿Es que acaso quieren que muramos? —Murmura un hada asustada.
— ¿Por qué nos envían a ese lugar? Yo pensé que ellos nos harían atrapar a algún demonio encerrado y domesticado. —Dice otra hada con las temblorosas.
—Mi padre me contó, que en ese bosque hay bestias muy peligrosas y demonios en forma de animales. —Revela un hada en voz baja.
— ¡Cállense! ¿A qué le temen?, miren a Rosa como avanza sin miedo. —Señala Abi, las jóvenes se arman de valor para seguir a Rosa.
—Enana, ¿piensas que podrás ganarnos? Eso es imposible, tú eres una debilucha. —Abi empuja a Rosa.
— ¿Quién será la primera? —Pregunta la guardiana superior mirándo con detenimiento una a una de las hadas.
Adolf, que está detrás de Rosa, la empuja hacia adelante.
El dios de la guerra Mark, al verla tan valiente se sorprende. Sin embargo Norcar el rey del planeta Kepler, la ve con desconfianza.
—No, no, alguien me empujó. —Formula consternada Rosa.
—Señorita, detrás de usted no hay nadie. —Replica la guardiana.
—Pero. —Balbucea ella con la frente en el suelo, ella avanza hacia la entrada del bosque, entra despacio observando todo a su alrededor, una mariposa se acerca a ella, Rosa le coloca la mano y esta se posa, bate sus alas, pero no vuela, Rosa se ríe y continúa avanzando sin temor, pareciera que la mariposa le ha dado las fuerzas para seguir.