El hada y el dios del fuego.

Capítulo: 19.

 

Con el cuerpo tembloroso Rosa se para enfrente del gran monstruo, ella trata de ser valiente, y aunque su cuerpo está firme su corazón y mente están perturbadas con la idea de morir a manos de esta gran bestia. 

—¡Chicas! Corran al palacio y traten de pedir ayuda. —Grita Rosa. El animal voltea hacia las demás Hadas que han salido de la cueva, ellas al ser mayoría atraen al monstruo. Rosa al percatarse de las intenciones del monstruo se agacha al suelo toma una piedra y se hace un pequeño rasguño en la muñeca, el animal al oler la sangre voltea su rostro al hada, él se relame los labios con su gigantesca lengua, Rosa ve al conejocolmilludo acercarse lentamente a ella, no le pierde la vista, el monstruo está a la espera de un movimiento en falso de la pequeña hada para devorarla, Rosa tiembla, ella se ha quedado paralizada viendo al gigante.

Adolf, al ver su muñeca con un pequeño corte, se da de cuenta de que su pequeña hada está en aprietos, así que a la velocidad del rayo aparece detrás de ella.

Rosa ve que el animal se lanza contra ella trata de cubrir su rostro con sus manos, más al no sentir ningún dolor ni el peso del animal sobre ella Rosa abre sus ojos y aparta sus manos de su rostro, ve al monstruo envuelto en una luz azul e inmovilizado, con asombro observa como de sus manos sale un poder que ella no conoce.

En el palacio las hadas han llegado con un gran alboroto, el cual pone a todos los presentes muy nerviosos.

—Mi señor, con su permiso. —Valeria, el hada más fuerte de todas en este reino, se acerca al dios de la guerra, ella inclina su rostro a él y rápidamente pide su ayuda—. Rosa está en peligro, ella necesita su protección, ella se sacrificó por todas nosotras. 

Mark al escucharla rápidamente se levanta de su trono, detrás de él va el guardián superior, el hada guardiana de los aposentos Abba y el dios de la luz Vasco junto a varios soldados.

—¡Separémonos! —Ordena el dios de la guerra.

Rosa de sus manos saca un gran rayo azul lanzando al animal muy lejos de ella, el conejocolmilludo al aterrizar en uno de los árboles queda inconsciente. 

Rosa siente una presencia detrás de ella, lentamente voltea y se lleva una gran sorpresa al ver a Adolf con sus manos cruzadas y cabeza erguida.

—¿Tú qué haces aquí?, ¿acaso quieres que te atrapen? ¡Aquí estás en peligro!, ¡vete ya!, tú me prometiste que me esperarías en el reino de las hadas.

—Solo pasaba por aquí, dime, ¿fue esa bestia la que te lastimó? —Pregunta furioso Adolf, él se acerca al monstruo con su espada desenvainada.

—No, no le hagas daño, él no es una bestia es solo un animal muy asustado, algo le sucedió, pero no es malo. ¿Fuiste tú el que me dio poder para someterlo?, di algo. 

—¿Qué estás haciendo Adolfo? —grita el hada, ella al ver que este hombre ha puesto su espada en la cabeza del monstruo le quita la espada y la lanza a lo lejos, Adolf se impresiona al ver la osadía del hada.

—No te atrevas a lastimarlo —dice ella haciendo un puchero, Rosa con una sonrisa se acerca al animal y al ver que está respirando con dificultad se entristece.

—¡Estás herido!, no fue mi culpa, él fue quien me utilizó para someterte, no te preocupes, voy a curarte, —Rosa coloca sus manos en el espeso cuerpo del monstruo e imparte su poder, el animal poco a poco vuelve a su forma, de mini monstruo, ella sonríe satisfecha.

—Ahora debo atraparte en esta cápsula. —Ella le da la pequeña zanahoria al animal en la boca, y este al masticarla desaparece quedando dentro de la cápsula.

—Listo, ahora si logre atraparte, ahora si voy a ser la sirvienta de mi señor. —Murmura Rosa dando saltos de alegría.

Adolf voltea sus ojos molestos hacia uno de los árboles, él ve como la guardiana del dios desconocido está escondida viendo a Rosa con ira, ella al ver a Adolf se convierte en una mariposa blanca y sale del bosque prohibido antes que el poder de Adolf la toque y acabe con ella.

—Ese monstruo te lastimó, ¿por qué no me dejaste acabar con él? —Adolf voltea hacia donde Rosa, ya él sabe quién está detrás de esto, el dios desconocido y su guardiana.

—No viste lo herido que él estaba, no podría soportar ver que él muera por mi culpa.

—Sí, tu culpa, eres débil y a causa de eso te pusiste en peligro, no debiste haber ayudado a esas crueles Hadas. Yo eliminaré tu debilidad, te volveré fuerte y sin emociones. —Se acerca al hada y ella al verlo enfrente de su rostro traga saliva y aprieta sus puños.

—Tú ¡estás loco!, alguien sin emociones es una persona débil porque se convierte en un árbol sin hojas y en una planta que nunca florece, en un ave sin alas, yo no quiero ser así, no quiero ser una incapacitada, quiero sentir amor, dolor y miedo, llorar y reír. —Ella al ver a Adolf con los ojos rojos, enmudece por un momento.

—¿Qué sabes tú de eso? Ser fuerte y despiadado te ayuda a no sufrir, yo no tengo sentimientos, no siento amor ni dolor y mucho menos lástima, tú fuiste capaz de lastimarte para ayudar a esas hadas que tanto daño te han hecho.

—Estás muy equivocado, si me hubiera preocupado por mi bienestar, todas las hadas hubieran sido devoradas y todo por mi culpa, por no sentir amor al prójimo. Hoy enfrenté mis miedos y no me arrepiento, gracias a mis sentimientos logre ser fuerte, ayudé y perdoné a mis agresoras, así que las emociones no son una carga, ellas nos ayudan a ser feliz y a vivir en paz con uno mismo.

Adolf recuerda el día donde él fue puesto en un sarcófago para que un poder oscuro le robara sus emociones, fue tanto el dolor que sintió que su corazón fue arrancado y junto con el sus emociones, el dios del fuego recuerda las palabras de su padre diciéndole que las emociones hacen débil y que él debía ser el Dios más fuerte en todo el planeta Kepler.

—Estás distraído, —ella toca su rostro y él vuelve de su recuerdo—, tú llevas mucho tiempo encerrado, así que eres un hombre con sus sentimientos endurecido, más, sin embargo, no importa lo oscuro de tu pasado, debes creer que el amor cura cualquier mal, únicamente el amor es la luz en medio de la oscuridad. —Ambos se miran a la cara, en ese momento varios soldados llegan, Rosa al verlos llegar pega un grito de terror, ella tiene miedo a que Adolf vuelva a la gran torre Afral.




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