Rosa se despide de Adolf y va rumbo al reino de los cielos, todas las hadas que participaron en la prueba para ser la sirvienta y guardiana del dios de la guerra Mark, serán recompensadas con un don y trasladadas para uno de los demás reinos del planeta Kepler.
Adolf se sienta debajo del gran árbol de la vida, en el árbol se empieza a formar un gran remolino, Adolf se levanta de prisa se acerca al árbol, él observa que dentro del árbol hay un espejo en el cual ve a Rosa vestida de novia al lado de Mark, ella está muy diferente, no tiene brillo en su mirada y su cara no es de felicidad, no entiende por qué el árbol le muestra el futuro y al pensar tanto en eso se ha puesto algo inquieto.
—Mi pecho está tan abochornado, no entiendo que es lo que me sucede, siento que me quemo por dentro. —Susurra el dios del fuego agarrando su pecho con fuerza, luego de unos minutos él llama a su guardián.
—Basu, Basu, ven inmediatamente.
—Sí mi señor, dígame, ¿qué se le ofrece?
—¿Encontraste lo que te pedí?
—Mi señor, el colgante que oculta las emociones, ha desaparecido, le pido que me perdone.
—Debes encontrarla, por culpa de esa hada me estoy volviendo débil, no sé por cuánto tiempo más podré soportar sentir sus emociones y sus cambiantes pensamientos. Suficiente tengo con lo que siento yo para soportar el peso de los sentimientos de esa hada.
—Mi señor, cuando usted regrese para su reino y empiece a gobernar, usted podrá tener devuelta su anillo real, luego de eso no podrá volver a sentir ningún tipo de emoción y no habrá nada que lo una a la pequeña hada.
—Necesito que el hada se recupere y repare la hoja de la vida de la ex diosa de la guerra, quiero saber donde está la reencarnación de la ex diosa, debo volver a la vida a mis soldados, no quiero regresar a mi reino sin ellos, porque mis súbditos me van a odiar, ellos no querrán que yo regrese con vida y sus esposos e hijos sigan convertidos en estatuas.
—Mi señor tenga fe, el hada muy pronto se va a recuperar, aunque yo creo que a causa de la tristeza que ella alberga por no ser escogida como la sirvienta del dios de la guerra es que no se ha recuperado por completo, ella estima mucho al dios de la guerra y está sufriendo por su rechazo.
—¿Por qué le tiene tanto cariño a ese ser tan inútil, inferior, débil e inservible?
—Mi señor, ¿qué está pensando?, ¡mire su cuerpo! —Adolf se está prendiendo en fuego, está muy furioso.
No puedo permitir que Rosa se case o si no mi peor enemigo controlará mi mayor debilidad, Rosa no puede ser de otra persona ella me pertenece.
Mi padre eliminó de mí el amor y el odio para que ellos no fueran obstáculos a la hora de tomar decisiones y reinar sobre la tribu del fuego, él me enseñó que tener misericordia era una debilidad, así que gracias a eso, soy el más fuerte de todos los reinos, ahora esa pequeña hada cree que podrá manipular mi corazón a su antojo, debo hacer algo, ¿pero qué?
Tendré que entrar nuevamente dentro del sarcófago maldito, para borrar nuevamente mis emociones, no sé cómo eliminar este sello que puso el hada en mí, el árbol crece y crece, este tatuaje en mi espalda me tiene atado a ella.
Mi pequeña hada es un obstáculo para lograr apoderarme del planeta Kepler, Rosa es una bendición y una maldición, ¿qué haré con ella?
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La pequeña hada ha llegado al reino de los cielos, ella está al lado de todas sus demás compañeras, su corazón está un poco acelerado, y no entiende el porqué presiente que algo muy malo le está por ocurrir.
—Compórtate, no es momento para que te descontroles —Se dice Rosa mientras golpea su pecho.
Todas las hadas se han puesto en una fila de dos en frente de una estatua en forma de búho, la cual tiene una puerta por la cual todas deben entrar y luego de haber adquirido su don salir. Todos los ángeles como los diferentes reyes que hay en el planeta Kepler están presentes, menos el reino del fuego, todos están sentados en grandes sillas de oro, zafiro, diamante, y diferentes perlas y materiales preciosos.
El rey del cielo está en su trono de oro blanco y diamantes, él al ser el que gobierna todo el planeta y todos los demás reinos está en la cima de una torre de platino sentado con su corona y su cetro de rodio y diamantes.
El dios de la guerra Mark, no está presente, todos lo esperan algo molestos, Mark luego de haber terminado de hacer un recorrido por el reino trueno y pantano llega a su casa muy inquieto y preocupado por Rosa, luego de tomar una ducha decide ir nuevamente el reino de las hadas, el supone que Rosa al estar tan triste por no haber sido escogida como su sirvienta no vendrá al evento, así que viene a persuadirla para que asista, pero al llegar al palacio se encuentra frente al dios del fuego.
—¿Qué hace usted aquí? Deberías estar encerrado en la torre Afral, ¿tú eres el dios de la guerra, cierto?
—El mismo que viste y calza —dice Adolf con una sonrisa de superioridad y luego de eso desaparece de delante del dios de la guerra dejando una gran niebla negra.
En el reino de los cielos el rey Norcar, ha dado la orden de empezar sin el dios de la guerra, así que la guardiana de los aposentos Abba dirige el discurso de apertura.
—Saludos a todos los reyes del planeta Kepler, hoy algunos de ustedes serán bendecidos con una nueva guardiana, una de estas hadas será escogida por el dios de dioses, el dios creador nos dirá cuál es el hada escogida y en que reino será útil su don, luego de eso se les dará tres días para que partan para el lugar designado y servir con amor, humildad y dedicación a su nuevo rey.
—Queridas y apreciadas hadas, en el planeta Kepler hay ocho reinos, ellos son el reino del cielo, tierra, reino de las hadas, trueno, viento, agua, montaña, pantano y fuego, este último ha sido censurado y castigado por causar guerra en nuestro planeta, así que no puede participar en ningún evento y ninguna hada en este lugar puede ser guardiana de ellos, si el espíritu del dios de dioses llegará a escoger una de estas hadas como guardiana del reino del fuego será puesta en prisión a causa de esto, estas leyes son dictaminadas por nuestro dios supremo Norcar y solo él podrá cambiar las leyes, dicho esto empecemos.