El hada y el dios del fuego.

Capítulo: 25.

—Rosa, ¿dinos de una vez quién eres? ¿Tú estás con los de la tribu del fuego? ¡Habla de una vez!, no ves cómo estás quedando a causa del lazo de luz en tus manos y piernas, habla mi niña o terminarás muriendo.—Exclama la guardiana de los aposentos molesta, pero no con Rosa sino con su rey el cual está torturando de esa manera tan despiadada y cruel al hada, ella siempre ha creído que Rosa es especial así que por eso le duele tanto lo que le está haciendo Norcar.

Abba le juró a su amiga Sama la maestra de Rosa antes de que ésta se fuera de viaje, proteger al hada, pero en este momento la está viendo morir y sus brazos están cruzados, aunque desea ayudarla no puede luchar ella sola contra el rey del planeta.

—¡Ella es una espía del reino del fuego! —Interrumpe bruscamente el guardián superior Enzo, Abba observa con pena a Rosa.

—Esta hada es más que eso, —Declara el rey con voz ronca y la mirada fría— ¿Dime dónde está la persona que te obsequió el brazalete? ¿Es Adolf el dios inmortal de la tribu del fuego, cierto?, solo él podría entregarle a alguien algo tan valioso como ese objeto. —Habla el dios del cielo enfurecido. Cada vez jala con más fuerza los brazos y los pies del hada, Rosa está a punto de ser mutilada, ella no tiene fuerzas para hablar

—No soy una espía, no sé de quién me habla, yo realmente no sé ni quién soy yo, no sé nada, solo que voy a morir siendo inocente de los pecados que me acusan. —Murmura Rosa pálida y débil.

Norcar luego de ver el fuego que salió del hada sospecha que Adolf está libre y eso lo tiene exaltado y angustiado.

—El fuego de las profundidades del reino Kepler te protegen y vas a decir que no conoces al único que ha dominado ese lugar, el único capaz de utilizarlo. —Norcar con su poder construye una lanza y la arroja con fuerza al pecho de Rosa, ella sabe que es su fin así que cierra sus ojos esperando que esta acabe con su vida.

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Adolf está enfrente de sus enemigos el dios de la luz y el de la guerra, él quiere quemarlos vivos así que los encierra en un círculo de fuego.

—No tienen escapatorias, —Les dice levantando su mano, él ve como el dios de la guerra cae al suelo escupiendo sangre por la boca todo por intentar salir de la pared del fuego, Adolfo sonríe, pero su cuerpo empieza a doler siente un gran ardor en sus brazos y piernas al punto de debilitarlo en gran manera, él lentamente baja su mano con fuego que tenía destinado para acabar a los dioses enfrente de él y con ira desaparece de la montaña.

Su pecho está que se le revienta de la ira, quiere utilizar su fuego y acabar con los que se han atrevido a lastimar a su pequeña hada, él sabe que ella está en aprietos y en peligro de muerte así que a la velocidad del rayo llega en medio de todos los dioses del reino Kepler.

—¿Quién se ha atrevido a lastimarla? —Grita él, su voz hace que todo el reino de los cielos tiemble, las murallas se sacuden, un frío se ha apoderado de este lugar, en el templo una espesa neblina ha llegado opacando la luz, enojado Adolf lanza fuego hacia todas partes del reino del cielo ocasionando un gran caos y alboroto.

—¡Miren!, es el dios del fuego. —Exclama el dios del trueno con la voz quebrada y muy sorprendido al ver llegar a Adolf en medio de la gran sala.

—El dios inmortal del fuego, el más poderoso de todo el reino está con vida —Gritan las hadas temblando del frío.

—Adolf el dios de la tribu del fuego está aquí. —Vocifera Norcar levantándose de su trono, su voz es más áspera y aunque intenta ser valiente también está aterrizado al ver a su enemigo tan enojado.

El dios del cielo al verlo llegar y atajar su lanza, y romper las cadenas que tenían a Rosa inmovilizada y que estaban quemando sus brazos y pies, se enoja en gran manera, él empieza a lanzar rayos de luz contra Adolf, sus guardianes superiores también lo respaldan, pero estos no logran hacerle ningún daño ya que Adolf ha colocado un escudo a su alrededor.

—¿Eres Adolf el dios inmortal el rey del reino del fuego? —Le pregunta Rosa él la ve a los ojos más se niega a responderle.

—Me mentiste, —susurra el hada— ¿por qué me salvas la vida?

—Mi pequeña hada, tú eres todo para mí, jamás te dejaría morir. —Murmura él al verla cerrar sus ojos y desmayarse. Adolf toma el brazalete que está en el suelo y se lo coloca en su mano—. Estando a mi lado nadie más va a herirte, eres mía.

Adolf toma a Rosa la acuesta en el suelo y se sienta para colocar la cabeza de Rosa en sus piernas, mientras él rápidamente corta con su espada su mano izquierda y le hace beber su sangre, él al hacer eso la acuesta en el suelo, recoge su espada del suelo y la guarda, el escudo no ha sido penetrado por ningún rayo de luz, Adolf sonríe al ver como su poder se está recuperando así como Rosa que gracias a la sangre de Adolf ha empezado a respirar con calma.

—Ustedes casi matan lo más valioso que tengo. —Habla el dios del fuego con la voz ronca envuelto por un fuego que no le hace daño a Rosa gracias al brazalete, él empieza a caminar hacia donde Norcar el cual ha dejado de disparar junto a él están los guardias y guardianes de su reino los cuales esperan la orden de su rey para contraatacar al dios más poderoso que ha existido.

Los ojos de Adolf lo ven con ira y odio, él los cierra y al abrirlo sus ojos son rojos, alrededor de él se forma una especie de tormenta, todos al ver esto empiezan a dispararle flechas de luz; sin embargo, Adolf empieza a crecer y a crecer, los demás dioses de los siete reinos corren por su vida, algunos desaparecen dejando que su rey Norcar sea el que luche con la gran bestia.

Adolf crea un gran remolino de fuego el cual ha empezado a quemar todo a su paso, Norcar coloca un escudo para protegerse del fuego abrasador, las hadas corren, Rosa abre sus ojos y al ver el caos reinar en el lugar, ve a Adolf y se sorprende, ella se despierta por completo y empieza a gritarle que pare, él está llevado por el enojo, pero su cuerpo responde a su orden y para de inmediato, baja su mirada a donde ella y al verla de pie rápidamente vuelve a disminuir su tamaño y la abraza.




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