El hada y el dios del fuego.

Capítulo: 29.

Los soldados del reino celestial entran al palacio destruyendo todo a su paso. Varias hadas salen de sus materos alteradas por el ruido.

—¡Búsquenlos! —Grita un guardia.

—Mi señor, dejen de destruir a las plantas, ellas pueden morir y todas las hadas dentro de estas también. —Margarita se acerca al guardia y le habla con amabilidad y calma.

—Disculpe señorita. —El guardia al escucharla se inclina ante la joven.

—Soy Margarita. —Le dice la flor coquetamente.

—Margarita, ¿sabe usted dónde están el hada Rosa y su huésped?

—Ellos se acaban de ir, pero Rosa está secuestrada ella no es mala, por favor no le hagan ningún daño. —Suplica la futura hada arrodillándose en el suelo.

—Con su permiso. —El guardia se retira.

—Ellos se han ido, salgamos del palacio. —Todos los soldados obedecen y se retiran hacia el reino celestial.

**********

—Mi señor, se han ido. —Le informa el guardia, al guardián superior Enzo.

—Debemos encontrarlos, el rey Norcar está muy molesto, ya que él y su hermano han sido vencidos por el rey del fuego y quiere encontrar al hada por lo menos para hacerle pagar a ella por todo lo sucedido. —Susurra Enzo al guardia amigo de él.

—No debería buscar al hada, sino al causante de todos sus males, al mismo rey del fuego. —Dice el guerrero con sinceridad.

—Ese es el plan, cuando se recuperen ambos dioses atacarán al dios inmortal del fuego.

—¿Crees que logren capturarlo? —Se atreve a preguntar el guerrero.

—Realmente no estoy seguro, él ahora es más fuerte que antes. —Responde Enzo con el ceño fruncido y los nudillos de la mano apretados.

**********

-----Reino del fuego-----

Antes de llegar al reino del fuego Rosa se despierta, ella está en los brazos de Adolf que al sentir al hada moverse en sus brazos voltea su vista y acaricia su rostro, ella se hace la dormida, él acomoda su cabello detrás de la oreja.

—Si no te despiertas tendré que besar esos labios sabor a cereza. —Le dice él con una sonrisa de lado, Rosa abre sus ojos y se sienta en medio de las piernas de Adolf.

—¿Tienes miedo? —Le pregunta él al verla acercarse cada vez más a él.

—Un poco, pensé que habíamos llegado. —Tartamudea ella nerviosa al ver la altura.

—Falta más o menos una hora. —Le comunica Adolf tomándola por la cintura, él recuesta su cabeza en el cuello de Rosa.

—Deberíamos separarnos un poco, ¿no crees?

—Si tú quieres te puedes sentar en la cola del dragón o en su cabeza, yo voy muy cómodo no pienso moverme de aquí. —Habla él con algo de burla. Rosa voltea sus ojos y se queda sentada en medio de las piernas de Adolf, recostada sobre su pecho.

—Qué hermoso es el cielo de nuestro planeta, amo ver las nubes transformarse en animales y jugar en el extenso cielo. —Menciona ella, Adolf la ve y sonríe.

El clima empieza a cambiar en vez de un cielo despejado y lleno de nubes de colores, empieza a llover a cántaros y los truenos hacen acto de presencia alrededor del gran dragón.

—¿Qué sucede?, ¿Por qué este cambio tan drástico?—Pregunta ella temblando del frío, Adolf la aprieta y calienta su cuerpo con algo de su fuego sin llegar a quemarla.

—Gracias— Agrega ella al sentir el calor en su cuerpo, ella se arrulla más a él, sin darse cuenta de que al hacerle fricción, Adolf se ha excitado y su erección ha crecido rápidamente, Rosa al ser tan inocente no se ha dado cuenta de la respiración de Adolf en su cuello y cabello.

—Ummm, —Se queja él, —Quédate tranquila vas a hacer que quiera hacerte mía en este mismo sitio.

—Me has dicho mil veces que soy tuya, no entiendo la diferencia. —Adolf al escucharla hablar tan cerca de su boca la toma y la acuesta en su brazo, luego al estar a punto de besarla se recuerda que si lo hace en medio de los truenos su poder desaparece, así que se acerca a ella y besa su cuello, ella al sentir sus labios calientes le da acceso completo, él sigue repartiendo besos y algunas mordidas, Rosa se ha dejado llevar por el placer que Adolf le da, él empieza a descender hacia sus senos, ella ni cuenta se ha dado de que él ha tomado su seno, con tanto placer lo chupa y muerde, ella solo gime de placer con su cabeza hacia atrás.

—Hay mi pequeña flor, me estás volviendo loco, lástima que ya llegamos. —Murmura él, mientras le arregla el vestido, Rosa se levanta de su brazo confundida por lo que acaba de pasar y sonrojada, él le sonríe y ella esquiva su mirada.

En el reino del fuego, varios guerreros de esta tribu, luchan con los guerreros de la tribu del trueno, estos al ver la gran sombra en el cielo dejan de atacarse y dirigen su mirada hacia la gran sombra, Basu empieza a gruñir fuertemente asustando a todos los guerreros en especial a los de la tribu del trueno.

—¡Un dragón! —Exclama unos de los soldados del reino del trueno.

—En todo el planeta solo queda uno, y el único que puede invocarlo es… —Piensa el rey de la tribu del fuego, el hermano menor de Adolf.

—Mi señor ha vuelto. —Gritan varios guerreros quienes lanzan sus espadas al suelo y se arrodillan.

Los soldados del reino del trueno al escuchar que Adolf ha vuelto, huyen del lugar, ellos utilizan su poder para desaparecer, dejando en el desierto únicamente a los guerreros del dios del fuego, quienes están arrodillados con la cabeza en tierra, más de 300 hombres han recibido a su rey con pleitesía, nadie se atreve a levantar su rostro.

Adolf se baja del dragón cargando a Rosa en sus brazos, ella se pone de pie, está admirada de ver a todas estar personas arrodilladas, y a más de 500 guerreros de la tribu del trueno huyendo en forma de relámpagos y centellas.

Ella voltea hacia atrás y ve al dragón transformarse en un hombre, casi se desmaya, Basu le sonríe y le hace señas con la cabeza que lo siga. Adolf camina hacia donde su hermano quien está herido, este lo ve con odio y aborrecimiento. Basu y Rosa los siguen, caminan un buen rato hasta llegar hasta donde Kay.




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