El hada y el dios del fuego.

Capítulo: 30.

Mark está aterrado, él pensó que su amor por el hada protectora del árbol de la vida, era un secreto, pero ahora su hermano el rey del planeta lo sabe y eso a él le angustia, puesto que él conoce de lo que su hermano Norcar es capaz de hacer con tal de que su linaje puro siga y continúe, los dioses se deben casar solo con alguien que iguale o supere su poder, y Rosa no es una candidata, pues ella no cumple las expectativas del rey del planeta.

—Mi señor, no es lo que usted cree, yo y el hada solo somos amigos. —Se excusa Mark arrodillándose en el suelo.

—Sin mi orden no puedes hacer nada, si llegas a irte sin mi permiso, voy a darte el peor de los castigos y no solo a ti, a esa hada también. —Lo amenaza Norcar, quien odia al hada, él desea que su hermano se case con la diosa de las hadas, ya que solo ella es digna de estar al lado de su hermano.

—Sí, mi señor. —Contesta el joven, se levanta y sale de delante de su hermano manteniendo la cabeza en el suelo, en señal de respeto.

**********

Rosa y Adolf ya han entrado al palacio del fuego, ella está ansiosa por darle vida a este lugar, es un castillo de color negro como la ceniza, con varias antorchas gigantes, y un jardín con flores rojas algo opacas, las cuales rodean al palacio, dándole la forma de una gran ola de sangre alrededor, están en un desierto asi que la sequía es común, la vegetación no es abundante, la gran variedad de árboles frutales a su alrededor están sin vida, un gran río es lo único que hermosea la tribu, ya que recorre toda la ciudad mostrando un gran cambio de colores a este desierto.

Las casas son pequeñas, tipo aldeas, la mayoría tienen en sus jardines una planta rastrera muy común en este sitio, la fragaria también conocida como fresera, estas dan una deliciosa fruta y un olor exquisito, afrutado, dulce y refrescante, las calles son de mármol gris, con antorchas en todas partes, carruajes de guerra con caballos pura sangre están en los patios del palacio. Rosa se acerca a uno de estos animales y lo acaricia, para sorpresa de Basu y Adolf este le relincha al hada, ella sonríe y continúa avanzando por el gran palacio, Adolf se aleja de Rosa tomando un camino diferente, ella se entristece al verlo alejarse sin despedirse.

—Es hermoso, pero tan insípido, sin vida, sin color. —Murmura para sí el hada enojada mirando a su alrededor.

—Dragón, ¿para dónde me llevas? —Indaga el hada con el ceño fruncido y las manos cruzadas, ella desea curar a las platas pero sabe que todavía no puede hacer nada por ellas.

—A la casa devoradora. —Responde el hombre mirándola de reojo.

—Casa devoradora, ¿cómo así?, ¿dime qué devoran en ese lugar? —Interroga tomándolo por el brazo.

—Devora lo que ella quiere devorar. —Confiesa mientras se suelta del hada y continúa caminando.

Rosa al escuchar su respuesta se pone pálida, ella había leído en sus libros que en el reino de la tribu del fuego se comen a las hadas, así que ella está temblando de miedo.
Hace poco el mismo Adolf le había dicho que le gustaban las hadas gorditas, de piel fina y carne tierna como ella, así que pensar en esto pone sus nervios de punta.

—¿Qué tienes? —Basu al ver que el hada no lo sigue se regresa a donde ella.

—Esta tribu es cruel y despiadada, si yo no hubiera entrado por equivocación a la torre Afral, Adolf jamás hubiera despertado, tú y tu rey, no me agradecen, ya que incluso ahora quieren comerme. ¿Aquí habrá alguien que tenga algo de humanidad? —Parlotea Rosa de manera apresurada.

—Accidentalmente, mi señor fue encerrado en el reino celestial, y gracias a usted ahora está libre. Me gustaría saber, ¿mi señor le dijo alguna vez a usted, que la quería comer? —Basu se inclina ante Rosa.

—Hace tiempo leí un libro que decía que en el reino del fuego se comen a las hadas, y ahora usted me está diciendo que me va a llevar a la casa devoradora, ¿qué quiere que piense al respecto?

—Pequeña hada, la casa devoradora es solo una habitación ordinaria como cualquier otra, la mayoría de las habitaciones en este lugar tienen nombres de destrucción y aniquilación. —Le aclara Basu con una sonrisa amigable.

—Seguramente me estás mintiendo.

—¡No!, yo nunca miento, tranquila, nadie la va a devorar en este lugar, al menos que usted quiera, jajaja. —Le dice abriendo una de las habitaciones y despidiéndose con una sonrisa, Rosa no sabe si creerle o no, así que después de revisar cuidadosamente la habitación ella se quita la ropa y entra en la ducha decidida a tomarse un gran baño.

—Mi señor, el hada ya está instalada en su habitación. —Le comunica el guardián al dios del fuego, entrando a la habitación donde están las aguas termales del palacio.

—¿Enviaste a los médicos?

—Sí mi señor, ya todo eso está arreglado, en este momento se encuentran entrando en su habitación.

—Basu, he encontrado una forma de romper el sello que me ha puesto el hada, la espada ancestral es la única que puede romper cualquier cosa, busca los fragmentos de ella, ellos están esparcidos en todo el planeta Kepler. Ella tendrá que morir a mano de esa espada para que yo pueda vivir y seguir siendo el dios poderoso.

—Mi señor, ¿está seguro que usted desea eso? —Cuestiona el guardián con desasosiego.

—Es la única manera de romper ese sello, no es lo que deseo, pero es lo que debo hacer, antes que cualquier persona o cosa está mi reino, está mi gente, y no puedo defraudarlos. Rosa tiene poder sobre mí, así que debo quitarle ese poder antes de que sea tarde y el reino celestial lo use en mi contra.

—Mi señor, yo partiré en estos mismos momentos, escuché que la primera pieza está en el lago plateado. —Basu, parte hacia el lago plateado siendo un guardián obediente y leal, pero deseando en su interior no encontrar la pieza.

**********

En la habitación de Rosa varias curanderas han entrado sin tocar, la han encontrado en paños menores, Rosa al ver a estas mujeres llegar, corre hacia la cama y se cubre con las sábanas.




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