—¿Qué me pasa?, necesito arrancarla de mi corazón, por su culpa no soy el mismo cruel y despiadado rey. —Susurra Adolf mientras golpea su pecho con fuerza.
Adolf ha dado la orden a su general para que tengan encerrada a Rosa en el palacio que él mandó a construir, nadie tiene permitido la entrada sin su autorización, Basu por orden de su rey ha estado buscando los fragmentos de la espada ancestral, Adolf quiere unirla y así acabar para siempre con su mayor debilidad.
Rosa ha dejado de comer, ella se mantiene en su habitación como un alma en pena, no duerme y pasa la mayor parte del tiempo llorando, en el Reino del fuego todos los días son lluvias y truenos, todos en el reino están asustados debido a esto, para ellos es normal que el invierno cause estragos en su país, aun así no es normal que en plena sequía esté pasando tal desastre.
—Mi rey, muchos de los sirvientes culpan a la pequeña hada por la situación en que se encuentra el país. —Informa Basu con la cabeza inclinada.
—Córtales la lengua a todos. —Ordena el pensativo en su trono.
—Mi rey, yo creo que usted fue muy severo con el hada y a causa de eso ella sufre, y todos estamos pagando las consecuencias, intente arreglar las cosas con Rosa y pruebe a ver si el clima mejora.
—¿Ahora la pequeña hierba puede lograr dominar el clima a su antojo?, ella no tiene el poder suficiente para hacerlo, pero a causa de tu valentía iré a verla.
—Mi señor, como ya le he dicho si ella es la diosa de las hadas puede hacer lo que quiera, al ser tan pura su magia es más poderosa. —Susurra Basu muy cerca del rey, esto lo deja pensativo.
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—Prefiero morir que vivir un día más en este lugar, el frío y la soledad están acabando conmigo. —Grita enojada Rosa sentada en el patio del palacio que Adolf le construyó.
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—Lo mejor es tenerla como aliada, quien sabe si logra servirnos como un arma para acabar con el reino celestial, felicidades por tu propuesta. —El rey golpea el hombro de su guardián quien sonríe con orgullo.
—Gracias mi señor, también debo comunicarle que ella sigue en huelga de hambre. —Comenta Basu.
—Es tan terca, ¿es que acaso quiere morir?, ella es muy glotona, que no coma me preocupa mucho.
Al rey le siguen trayendo varios casos importantes del reino, así que él pospone la visita al hada, él está cenando cuando una de las sirvientas encargadas de Rosa llega corriendo.
—Mi rey perdone que lo interrumpa, pero el hada que usted trajo no está en su habitación, ella está en los patios del palacio que usted construyó, está rodeada por mucha nieve, me temo que si continúa unas horas más en ese lugar ella, morirá. —Comunica la mujer inclinando su cabeza al suelo, ya que no tiene permitido ver al rey.
—Perdóneme la vida mi señor, le traigo un recado del hada, ella le manda a decir que solicita su presencia, según ella tiene algo muy importante que decirle, no tarde por favor. —Otra sirvienta llega con el mensaje de Rosa, Adolf al escucharlas se levanta enojado y arroja la silla al suelo, las sirvientas huyen del lugar.
Lleno de ira el gran rey se dirige al palacio de Rosa, entra cerrando las puertas con un gran estruendo.
—¿Por qué hiciste una huelga de hambre?, ¿por qué buscas congelarte?, ¿quién te dio el derecho de morir? —Rosa está sentada en el hielo, ella al verlo llegar comienza a toser.
—Estoy muy enferma —Adolf la observa con detenimiento y en silencio, la toma por los brazos y la levanta del suelo helado.
—Tú no me importas, pero no olvides que tú me perteneces, así que te necesito con vida para que arregles el libro del destino de la exdiosa de la guerra, luego de eso puedes morir, ¿entendido? —Le dice tomándola con fuerza por los brazos.
—Entendido. —Susurra Rosa sin ánimos pero mirando directamente sus ojos.
—Debo decirle algo, no se vaya todavía, por favor. —Balbucea ella soltándose poco a poco de las manos de Adolf.
Rosa camina un poco hacia atrás, Adolf al verla tan débil estira su mano para tomarla, Rosa se resbala con el hielo, así que él la toma y la atrae a él.
Rosa al escuchar uno de los truenos aprovecha la cercanía con el rey y lo besa en los labios, ella pasa su mano por detrás del cuello de Adolf y profundiza en el beso, Adolf la ve a los ojos sorprendido por la iniciativa de ella, él no pone ninguna resistencia pues se deja llevar por la divina sensación de los labios del hada.
Ambos cierran sus ojos, y antes que logren separarse son alcanzados por un rayo que los deja envuelto en una gran luz azul, luego los separa dejándolos tirados en el suelo.
—¿Por qué hiciste eso? —Pregunta Adolf desconcertado—, oye, ¿qué sucede? —Adolf ve su cuerpo enfrente de él y no puede creer que nuevamente este dentro del hada—.
—¿Lo hiciste a propósito?, ¡habla! No te quedes callada. —Grita enojado el rey con la voz chillona del hada.
—¡Lo logré!, ahora sabrás lo que se siente estar encerrado en estas paredes. —Le dice Rosa dentro del cuerpo de Adolf, ella se levanta y sacude su ropa—. Cuida bien mi cuerpo, no lo toques, ni lo mires, si llegas a hacerlo cortaré uno de estos dedos. —Dice mientras le muestra los dedos a Adolf.
—¿Me amenazas? ¿Se te olvidó que soy el dios inmortal del fuego?
—Yo solo veo un hada débil, jajaja —Rosa se burla de él—. Esos truenos me salvaron la vida. —Comenta ella mirando el cielo.
—¿Entonces cambiamos gracias a los truenos? —Adolf se acerca a Rosa y ella retrocede.
—¡Por supuesto!, ¿hasta ahora te das de cuenta?, qué lento eres, con tu permiso, voy a salir de esta cárcel, la libertad me espera. —Rosa da la vuelta para irse del palacio.
—¡No!, ¡guardias! —Grita Adolf dentro de Rosa.
—Tonto, no olvides que dentro de mí no vales nada, solo eres un hada sin poder. —Se ríe ella.
Adolf levanta su mano al cielo para crear otro trueno, pero al estar dentro de Rosa no logra utilizar su poder. Él se acerca a Rosa y la agarra por los cabellos, la voltea y la besa.