El portal de luz que Sylara había invocado brillaba con una intensidad que parecía desafiar incluso a las estrellas.
En su centro, un remolino dorado giraba lentamente, emitiendo un calor que no era físico, sino emocional. Kael y Alyss permanecían de pie frente a él, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
Habían llegado al borde de algo más grande que ellos mismos, y aunque el peso de la misión los unía, también los obligaba a confrontar lo que sentían el uno por el otro.
Kael, con su espada descansando sobre su hombro, miró a Alyss de reojo. Había algo diferente en ella, algo que no había estado allí cuando la había conocido.
Su fragilidad seguía presente, pero ahora estaba acompañada de una fuerza que apenas comenzaba a surgir. Era como una flor que había crecido entre las grietas de una roca, delicada pero resistente.
—¿Estás lista para esto? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio. Su tono era directo, pero en su mirada había algo más: preocupación.
Alyss, que había estado observando el portal, giró la cabeza hacia él. Sus ojos oscuros brillaban bajo la luz del remolino, y aunque sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, había una sombra de duda en su expresión.
—No lo sé —admitió, su voz suave— Pero estaré lista. No puedo permitirme no estarlo.
Kael asintió lentamente, aunque su mandíbula permanecía apretada. Había algo en su respuesta que lo inquietaba, pero también lo admiraba. Alyss no pretendía ser más fuerte de lo que era, y sin embargo, seguía avanzando.
—Mira —dijo él, con un tono más bajo—, sé que lo que hiciste antes… lo del cinturón… fue porque tenías miedo. Pero si vamos a enfrentarnos a Sylara, necesito saber que confías en mí. Que no volverás a intentar controlarme.
Alyss lo miró fijamente, y por un momento, el peso de sus errores cayó sobre ella como una losa. Pero esta vez, no apartó la mirada.
—Lo hice porque no sabía cómo mantener a alguien cerca sin obligarlo a quedarse —dijo, su voz cargada de honestidad— Pero ahora lo sé. Y no volveré a hacerlo. Lo prometo.
Kael sostuvo su mirada durante unos segundos, buscando cualquier señal de duda o mentira. Pero lo que encontró fue algo que no esperaba: vulnerabilidad y una sinceridad que lo desarmó. Finalmente, asintió.
—Está bien —dijo, con una pequeña sonrisa que apenas tocó sus labios—. Entonces estamos en esto juntos.
El portal se cerró tras ellos con un destello cegador, y cuando abrieron los ojos, se encontraron en un claro diferente, más pequeño, rodeado de árboles cuyos troncos brillaban con una luz tenue.
Parecía un lugar suspendido en el tiempo, una burbuja de tranquilidad en medio del caos que azotaba el reino. Allí, Sylara les había dicho que descansarían antes de avanzar hacia el castillo.
Alyss se dejó caer en un tronco caído, su cuerpo exhausto, mientras Kael permanecía de pie, mirando hacia los árboles como si buscara algo invisible.
El silencio entre ellos era cómodo, pero también estaba cargado de algo nuevo, algo que ambos sentían pero ninguno estaba dispuesto a nombrar.
—Kael —dijo Alyss de repente, su voz rompiendo la calma como un susurro en la brisa.
Él se giró hacia ella, arqueando una ceja.
—¿Qué pasa?
Alyss jugueteó con una ramita en sus manos, su mirada fija en el suelo.
—¿Alguna vez has amado a alguien?
La pregunta lo tomó por sorpresa, y por un momento, no supo qué responder. Finalmente, dejó escapar un suspiro y se acercó, sentándose junto a ella.
—No lo sé —dijo, después de un momento— He tenido cosas… personas… que me han importado. Pero amor… No estoy seguro de qué se siente realmente.
Alyss levantó la mirada hacia él, y en sus ojos oscuros había una mezcla de curiosidad y algo más profundo, algo que Kael no podía identificar del todo.
—¿Y ahora? —preguntó ella, su voz apenas un susurro— ¿Sientes que podrías?
Kael la miró, y por primera vez, permitió que sus propias barreras se desmoronaran un poco. Había algo en Alyss, algo en su fragilidad y su fuerza, que lo atraía de una manera que no podía explicar. Pero las palabras no eran fáciles para él, así que simplemente asintió.
—Tal vez —dijo, su tono bajo pero cargado de significado— ¿Y tú? ¿Alguna vez has amado?
Alyss dejó escapar una risa suave, pero había una tristeza detrás de ella.
—Pensé que sí, pero creo que lo confundí con desesperación. Quería tanto que alguien me viera, que me aceptara, que creí que eso era amor.
Kael la observó en silencio, sus ojos recorriendo su rostro. Quería decir algo, algo que pudiera aliviar esa tristeza, pero las palabras seguían siendo esquivas.
Así que, en lugar de hablar, extendió una mano y la colocó suavemente sobre la de ella.
Alyss lo miró, sorprendida por el gesto. Su piel estaba cálida bajo el toque de Kael, y por un momento, todo el peso de la misión, de la batalla que se avecinaba, se desvaneció. Era solo un instante, pero en ese instante, ambos encontraron algo que habían estado buscando: conexión.
—No sé qué pasará mañana —dijo Kael, su voz baja pero firme— Pero estoy aquí ahora. Y eso tiene que ser suficiente.
Alyss asintió, sus ojos llenándose de lágrimas que no dejó caer.
—Gracias —susurró, y su voz era apenas audible, pero Kael la escuchó como si fuera un grito.
Mientras la luz del claro comenzaba a menguar, Kael y Alyss permanecieron sentados juntos, sus manos aún entrelazadas.
El vínculo entre ellos no era perfecto, ni estaba completamente formado, pero era real. Y en un mundo donde la oscuridad se extendía como una plaga, eso era más de lo que ninguno de los dos podría haber esperado.
Por primera vez, no estaban solos.