El hechizo del pasado

CAPÍTULO 1

“Ding-ding”, el tintineo de la campanilla de la tienda me hace dejar de sonreírle a la casa de muñecas que limpiaba para atender a mi nuevo cliente. Dejo el plumero en la mesa de al lado y me giro para ver a quién me tocará atender:

-Hola, buenos días, soy Windy, ¿en qué puedo ayudarle, señor?

-Eh, hola, ¿qué tal? Mira he visto en el escaparate un circuito de coches, estaría interesado en llevármelo, es un regalo, ¿cuánto costaría?

-¡Ah genial! Es estupendo, ahora los niños están muy enganchados a este circuito, parece ser que algún YouTuber famoso lo ha sacado en uno de sus vídeos, es increíble, ¿no? Bueno, cuesta 30€, ¡y lo tengo de oferta! Antes estaba en 45€, pero es lo que tiene la época de las rebajas.

El señor, que debe tener unos 40 años, mira de reojo al escaparate tratando de decidirse si es la mejor opción. Aunque creo que por aquí en el pueblo, no va a encontrar otra cosa mejor. Parece ser que mi charla le ha convencido porque se está empezando a formar una sonrisa en su rostro que…

-Bien, me lo llevo. Si es tan amable, ¿podría envolvérmelo en regalo? Es el cumpleaños de mi hijo y prácticamente está salvándome la vida, no he encontrado nada que no tuviera ya y le gustara y por aquí parece que es lo único interesante que voy a encontrar. – ¡BINGO! Sabía que se lo llevaba.

-¡Por supuesto! Seguro que no se arrepiente.

Me dirijo al escaparate y saco el circuito. Mientras envuelvo el regalo, os cuento un poco más, ¿os parece? Resulta que como le he comentado, me llamo Windy y trabajo en una tienda que vende juguetes para niños… vaya, una juguetería de toda la vida. Pero es que la mía es muy especial, porque todos los juguetes esconden un pequeño secreto, un mensaje que me he dedicado a dejar en cada uno de ellos, porque el espíritu de un niño nunca debe de abandonarlo y son los que realmente aprecian los pequeños detalles. Sí, soy muy profunda o filosófica, como prefiráis. Cada vez que un adulto viene a comprar un regalo, dejo un pequeño mensaje que solo los niños serán capaces de ver y que les puede ayudar en su futuro.

“Flipada” me diréis, ¿no? “¿Cómo les vas a ayudar en su futuro?”, os estaréis preguntando. Bien, no es que pueda ver el futuro para ayudarles, aunque estaría chulo, pero a veces, un simple mensaje de apoyo (aunque sea el mismo para todos, pequeña trampa…) puede incentivar a que algún día, cuando recuerden el momento en que descifraron solos un mensaje, sonrían. Y eso, sonreír, es lo que les impulsará a conseguir sus metas, independientemente del momento en el que se encuentren en su vida. Y si no es así, al menos les hará gracia que exista gente tan excéntrica como yo. Ups, creo que descubriréis sobre esto un poco más adelante, ahora tengo que seguir atendiendo a este señor.

-Aquí tiene, su regalo, ¡gracias por la compra! ¡Espero que su hijo lo disfrute mucho!

-Gracias a usted, ¡buen día!

Y así es como se hace una compra de 30€. Un poquito de sonrisa por aquí, un poquito ofertas por allí y ¡tará! En fin, creo que ya os habéis dado cuenta que estoy un poco loca, pero loca de las graciosas, no de las que dan miedo (menos mal, ¿eh?).

Como os he comentado tengo una juguetería, se llama “Breeze”. Sí, es “brisa” en inglés y es que, el día que fui al registro porque no podía retrasarlo más, había estado muy desesperada buscando un nombre guay, de esos que digan, ¡oh mira, suena a anuncio! Pero es que no lo encontré y cuando me bajé del taxi, una brisa levantó mi melena hacia mi cara, pillándome el dedo de la mano con la puerta del coche y haciéndome mucho daño. Cuando entré al registro, agarrando mi pobre dedo con la otra mano y con mis ojos llenos de lágrimas no derramadas, como si se me fuese a caer al suelo de un momento a otro, la chica que me atendió era inglesa y yo, que de inglés solo sé lo que veo por series (y pronunciar mi nombre, porque es muy chulo y suena súper british) no me entendía…

-MI DEDO, DUELE, CAR, BREEZE…- como si gritando la chica fuese a entenderme mejor.

-Oh, breeze, great name.

-WHAT? NO! NO TENGO NAME!

-Yes, great name.

Y así se quedó, con Breeze. Pero bueno, ya sé una palabra más en inglés desde entonces. Y además, no queda tan mal: “Brisa” denomina bien lo que significa mi juguetería, un soplo de aire fresco, porque aquí reina la alegría y el buen rollo que falta ahí fuera, ¿no? En realidad, después de eso me propuse que nada así volvería a sucederme así que me apunté a clases de inglés online, aunque creo que no me sirven de mucho.

Bueno, ya son las 14.00h, así que por hoy he terminado mi jornada laboral. Me dirijo al almacén, dejo el plumero en su armarito, apago la radio (porque me encanta la música) y me pongo mi chaqueta rosa palo a juego con mi bolso y mis zapatos, apago las luces y después de revisar que llevo todo en el bolso, cierro mi tienda. Cinco años ya con ella, ¿quién lo diría? ¡Cómo pasa el tiempo! Tomo dirección de frente, buscando el bar de mi tío Luis, que pone unos menús de rechupete. Sé que cuando voy por la calle la gente me mira, normal, como he comentado iba de rosa palo y mi pelo le acompaña, porque soy muy fanática de las pelucas y además llevo mi sonrisa en la cara, permanente. Es mi mejor complemento de moda y muchos dolores de aparato me costaron como para esconderla, así que la luzco, ¡mucho! ¡Mira, mira!




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