El hechizo del pasado

CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 2

El suave cantar de los pájaros entra como un susurro por la ventana junto a los tibios rayos del sol, despertándome antes de que mi despertador suene. Doy vueltas por la cama buscando la parte más fresquita, adoro hacer eso por las mañanas y cierro los ojos, hasta que un rato después suena mi alarma indicando que ya sí, ahora es la hora para levantarse y no llegar tarde. Poco a poco me levanto de la cama, paro el reloj y me estiro como si fuera un gatito. Voy al cuarto de baño, me lavo la cara y me echo la crema que me regaló Bárbara. No soy de muchos potingues, pero esta me deja la piel suavecita como un bebé y huele a coco, así que no puedo resistirme. Desayuno una rica tostada de aceite con miel y lo acompaño con un té mientras escucho las noticias de la televisión.

Suena una notificación en mi móvil que me distrae:

“¡¡Tía!! ¡Han subido 1000 los seguidores en una sola hora! ¿Te lo puedes creer? Yo sabía que este post iba a gustar, mujer de poca fe…”

No me creo que Bárbara ya esté martilleando con esto desde hace una hora, ¿pero a qué hora se ha levantado esta mujer?

“Pero, ¿se puede saber a qué hora te has levantado para subir hoy? Chica, ¡qué sueño!”

“Necesitas clases de forma urgente amiga, ¿sabes que las publicaciones se pueden dejar fijadas para que se suban a una determinada hora? La he puesto a primera hora, para que sea lo primero que vean mis seguidoras y mira, ha hecho efecto.”

“Vaya… sí, vas a tener que explicarme eso, me va a venir genial para mi tienda, ¡no tengo tantos seguidores como tú! Ya que eres famosilla podrías hacerme publicidad…”

“Claro, cuando tenga que comprar un juguete para mis hijos, o los tuyos. De ti depende que suceda antes o después.”

“Me voy a trabajar, bye. Y sigue pendiente un cotilleo que supuestamente ibas a contarme ayer”

“Sí, sí, huye como el viento Windy, no podrás escapar de mis indirectas hasta que suceda. Te lo contaré cuando me asegure que es cierto, aún mejor, lo verás tú misma. ¡Besos!”

Dejo el móvil, recojo el desayuno y me visto y aseo un poco. Como anoche decidí lavarme el pelo, hoy no me voy a poner peluca. Así que voy a lucir mi color natural: castaño claro con unas mechas rubias cobrizas que solo aparecen cuando me da el sol. Me calzo mis vaqueros rotos, unas zapatillas doradas y una camiseta básica amarilla, me maquillo y ¡listo! Es hora de irse al trabajo. En la calle está amaneciendo y entre las montañas se aprecian los rayos de sol, iluminando un cielo azul totalmente despejado de nubes.

-¡Buenos días Fernando!

-¡Hola Windy! ¿Crees que podrás traerme algún juguete antes de que cierre esta mañana? Esta tarde viene mi nieta y quiero alegrarle la tarde.

-Pues claro que sí, hombre, le traeré un juego que seguro le encanta. Sabiendo lo que le gusta armar y desarmar, ¿qué te parece uno en el que tiene que montar edificios y puentes con piezas que encajen? ¡Seguro que al final acaba siendo arquitecta!

-Conociéndola, seguro que le encanta. ¡Muchas gracias cielo!

-¡A ti! Pasa buena mañana.

-Igualmente.

Dejo a Fernando con un nuevo cliente, el frutero, y me voy a mi tienda. Cuando abro, desconecto la alarma, suelto mis cosas y pongo la radio, ¡qué sería de mí sin la música! Doy un rápido limpiado al suelo y mientras se seca saco mi móvil. Bárbara me ha enviado un enlace, es un tutorial para aprender a fijar publicaciones en las redes sociales.

-Perdón, buenos días, ¿es usted Windy?

Un repartidor me mira mientras suelta el paquete que lleva en el suelo. Eso parece pesar mucho. Lleva una gorra amarilla y un uniforme que si estuviera aquí Bárbara diría: “¿Pero es que no hay forma de que utilicéis uniformes a la moda?”

-Hola, sí soy yo. ¿En qué puedo ayudarle?

-Este paquete es para usted señorita.

-Pero yo no he pedido nada, creo que se está confundiendo.

-Bueno, usted solo tiene que firmar, quizás hay alguna carta dentro que le explica algo más. ¿Puede dejarme su serigrafía para que pueda continuar?

Me lo pienso, ¿y si es algo ilegal? Pero la curiosidad me puede, así que me guardo el móvil en el bolsillo, cojo mi bolígrafo de la suerte y le echo mi mejor firma como si fuera una famosa de toda la vida y firmar autógrafos fuera mi día a día. El chico me agradece y se va, dejándome allí con el paquete en el suelo. Es rectangular y muy grande. Con un poco de esfuerzo (bueno, con mucho en realidad), lo llevo poco a poco cerca de un sillón que tengo en la tienda para que no esté en medio. Es duro y pesa bastante, cojo un cúter y empiezo a desenvolverlo. Cuando he quitado la parte de arriba, lo abro. Ante mí, entre burbujas protectoras aparece mi imagen borrosa y distorsionada. Es un espejo, con una apariencia antigua, decorado alrededor con formas geométricas curvadas de color oro y con vetas doradas más claras, eso es lo que hace que el espejo pesase un quintal. Quito el papel de burbujas, ya me encargaré de explotarlas después, y mi cara se encuentra totalmente reflejada con confusión, ¿pero quién me ha traído esto? El chico dijo que una carta quizás me lo explicase, pero aquí parece que no hay nada que me haga entender esto.



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En el texto hay: humor y romance, mistica, amor y pasado

Editado: 16.07.2018

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