El hechizo del pasado

CAPÍTULO 5

CAPÍTULO 5

Son las nueve menos cinco cuando Bárbara aparece por la puerta. Es hora de irnos si queremos llegar a tiempo a nuestra cita, por lo que apagando todo nos encaminamos a mi piso.

Cuando llegamos, mientras Bárbara se maquilla como buena profesional de la brocha, yo me ducho. Al salir, ella ya está lista, no sé qué tiene en las manos para hacerlo tan sumamente rápido.

-Pintalabios, ¿rojo o marrón?

-Rojo siempre Bárbara, color de la pasión, como lo que tú eres.

Ojalá yo tuviera su mano para maquearme así de bien. Pero soy una patosa para esto. Ha llegado el momento de vestirme, después de echarme una crema que huele a coco (por obligación de ella) y brilla, me coloco el body escogido. Es de color granate con encaje por delante y es completamente abierto por la espalda, con lo cual no puedo llevar sujetador. Todavía no recuerdo en qué momento decidí comprarme esto, teniendo en cuenta que no puedo ir sin sujetador por la vida porque me encantan los push-ups. Me calzo mis pantalones de cuero, unas botas de tacón que me llegan más arriba de la rodilla y una chaqueta negra de vestir. Para rematar, es Bárbara la que me maquilla y me peina, por suerte para las dos, porque si lo hubiera hecho yo tendría que haber empezado ayer.

-Cómo envidio tus ojos Windy, ¡yo también los quiero azules!-Protesta mientras gimotea.

-Pero si tienes unos ojos color caramelo preciosos, Bárbara. ¡Ojalá yo tuviera tus bubis!

-Si tuvieras mis bubis no podrías llevar ese body tan monísimo y no porque quedara feo, sino porque no hacen tallas para chicas que ellos llaman “grandes”, cuando en realidad somos de lo más normales. Es más, aumentarían los beneficios teniendo en cuenta que somos más nosotras que las de la talla que para ellos es lo normal.

Seguimos hablando y criticando las modas actuales mientras recogemos y comprobamos que no nos dejamos nada. Estamos a cinco minutos de la tienda, lo mismo que queda para que sea la hora en la que habíamos quedado con Fran. Decidimos que es mejor coger el coche para ir directas al pub. Yo soy la conduzco porque normalmente no bebo, así que me toca hacer de taxista. Cuando llegamos, él ya nos está esperando en la puerta y se sube en la parte trasera.

-Buenas noches, chicas.

-Hola.-Decimos al unísono las dos.

Bárbara y Fran comienzan a hablar mientras que yo conduzco concentrada hasta la entrada del pueblo. Cuando encuentro aparcamiento, que por suerte ha sido una calle más abajo de la entrada, nos bajamos del vehículo y nos acercamos al “GrennPub”. Hemos llegado con cinco minutos de antelación y en la puerta solo estamos nosotros.

-Creo que voy a entrar por si ha llegado ya. Vosotros esperadme aquí, por favor.

Bárbara entra en el pub y nos deja a Fran y a mí solos esperando. Al menos no hace frío aquí fuera. Fran mira su móvil aunque sé que de reojo me está mirando a mí. Igual que yo a él. Esta noche está muy guapo y no sé qué pasa últimamente en mis conexiones cerebrales que se lo digo.

-Te has puesto muy guapo esta noche, ¿no?

Él levanta la vista de su móvil y me mira. Se lo guarda en el bolsillo mientras me sonríe.

-No quería decirte nada por si te incomodabas pero tú estás explosiva. No sé dónde has dejado a la Windy que conocí ayer, pero si ya me gustabas antes, esta que veo hoy me está dejando sin palabras.

Comienzo a sonrojarme, como siempre, porque me ha dejado muda y tengo que desviarle la mirada. No estoy acostumbrada a que los chicos sean tan directos conmigo así que solo se me ocurre cambiar el rumbo de la conversación.

-¿Has encontrado algo nuevo de la carta?

-No, lo siento Windy. No he tenido mucho tiempo de investigar la verdad. Estoy aún instalándome en mi piso y mi hermana está encima de mí como si fuera mi madre. Además te prometí que en cuanto supiera algo te lo diría y mantengo la promesa. Oye, ¿tu amiga no está tardando demasiado ahí dentro? Han pasado más de cinco minutos para echar solo un vistazo…

-Sí, llevas razón. ¿Quieres que pasemos y la busquemos?

-De acuerdo, quizás ya esté con su cita y se ha olvidado de nosotros…

-Viniendo de ella, no me extrañaría. Es muy buena persona pero también la chica más despistada de todo el pueblo.

-¿Lo dices con conocimiento de causa?

-Una vez, estando en el instituto, se dejó el portátil en el cuarto de baño y la mochila en clase. Se dio cuenta al llegar a su casa, y porque le preguntaron sus padres.

-¡¿Un portátil?! Uh, hago yo eso, y mis padres me castigan una semana sin él después de darles un infarto al miocardio.

Entramos al local riéndonos de las locuras y los despistes de mi amiga y veo que todavía no está muy concurrido. Aunque es un pub, antes de las doce de la noche tienen cocina y puedes tapear primero algo de comer. Así que es fácil localizar a Bárbara. Es la única rubia que está manoseándose con un morenazo de barba larga. Están junto a la barra y ni siquiera se han pedido las bebidas aún.

-Vaya con tu amiga, nos ha traído de sujeta velas por lo que veo, ¿no?




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