CAPÍTULO 7
Todas están echándose la siesta en la casa mientras yo sigo dándole vueltas a la cabeza sobre lo que ha pasado. Bárbara se ha quedado dormida en el sillón, parece ser que las pastillas de anoche aún le hacen efecto. No estoy cómoda porque no paro de pensar qué es lo que me puede relacionar tan directamente con lo que vio ayer. Decido levantarme y me preparó una infusión relajante porque mi estómago está empezando a rebotarse. Al final, me acabo tumbando yo también en un sillón y el agotamiento me hace quedarme dormida.
Unas risas me despiertan de la mejor siesta de mi vida. Merimen y Bárbara se están haciendo trenzas egipcias en el pelo al más puro estilo Cleopatra. Están utilizando el juego de peluquería que me han comprado y se decoran el pelo con adornos dorados en formas de hojas.
-¿Vais a una fiesta egipcia y no me habéis dicho nada?
-¡No! Pero estábamos viendo unos dibujitos y me han gustado mucho las trenzas que llevaba la protagonista, así que le he pedido a mi tía que me enseñara a hacerlas, ¿me salen bien, Windy?
-¡Guau! Te salen genial, ahora vas a tener que enseñarme tú a mí a hacérmelas.
-¡Es súper fácil! Mira, solo tienes que coger este aparato que trae el juego y te las hace solas. Toma prueba…
Y así terminamos de pasar la tarde. Cuando decidimos que ya es hora de marcharnos cada una a su casa, Rita nos obliga a quedarnos a cenar. Insiste tanto que incluso nos hace chantaje emocional y no podemos decirle que no. Cuando hemos terminado de recoger todo, conseguimos hacerle entender a Rita que es hora de irnos pero Merimen nos obliga a quedar mañana para ir al parque. Dice que es más divertido si vamos todas juntas porque así su tía no se queda sola cuando ella se vaya a jugar con otros niños. O lo que es lo mismo: no la va a molestar mientras ella socializa. ¡Esta cría piensa en todo!
Nos despedimos en el rellano y entro a mi casa. Como ya he cenado y es temprano, recojo un poco la casa mientras un programa de música en la televisión me acompaña de fondo. La siesta que me he pegado esta tarde me hace estar más despierta que nunca así que cuando tengo la casa más limpia que una patena me planto delante de la televisión a terminar de ver el concurso. Aparte de ser de música, también es de humor y eso me encanta porque así despejas la mente de los problemas de la vida diaria. A las doce y media termina la emisión y yo sigo con los ojos como si fuera un búho así que cojo mi portátil y busco alguna serie para entretenerme. Sentada en el sillón mi móvil vibra con una notificación. Me ha llegado un mensaje de Bárbara:
“Mira el enlace que te adjunto, ¡yo quiero ir a probarlo! ¿Nos apuntamos? Merimen dice que ella también quiere.”
Pincho en el link que me envía en el mensaje y este me lleva a la página web de un gimnasio cerca de la comarca. Parece ser que van a probar mañana una actividad nueva allí y la primera clase es gratis. Se llama “Dancing Jump” y parece ser que consiste en bailar encima de una cama elástica mientras saltas. Hay algunos vídeos demostrativos y parece un deporte divertido. Además, en el lateral, aparece una lista con los beneficios de esta actividad: felicidad, salud, tonificación, motivación… ¡qué interesante parece!
“¡Me apunto con vosotras! Parece súper divertido, ¿a qué hora quedamos para ir a recogeros?”
“¡Genial! ¿Qué te parece a las cinco y media?”
“¡Estupendo! Me voy a buscar la ropa deportiva y mis zapatillas, ¡hace tanto que no las uso que creo que hasta las tengo perdidas!”
“Eres un desastre querida amiga. Mañana nos vemos en el parque. ¡Buenas noches!”
“¡Qué descanséis!”
Dejo el ordenador apartado en mi mesa del salón y me voy a la habitación de invitados. Allí tengo un armario enorme y en uno de los altillos tengo ropa guardada en cajas que no utilizo muy a menudo. Estoy subida en las escaleras con el armario abierto indecisa, ¡hay tantas que no sé ni por dónde empezar! Echo un vistazo rápido por si estéticamente alguna me puede dar una pista. Me estoy dando por vencida y empezando a pensar que tendré que revisar una a una cuando la última caja, que es transparente, me enseña unas zapatillas de deporte. ¡Ole! ¡Bendita transparencia! Me bajo de las escaleras y las llevo hasta donde está la caja. Sin sacarla del armario la abro y tiro al suelo las zapatillas desde arriba. Rebuscando un poco más encuentro unos leggins y un top de tirantes suelto que me llega un poco más abajo del pecho. Cierro la caja y el armario y me bajo de las escaleras dejándolas a un lado de la habitación. Compruebo que las zapatillas siguen siendo de mi número y cuando me las pruebo me doy cuenta que son súper cómodas, ¿por qué no las he utilizado antes? Ah sí, ¡porque no hago deporte! Las que uso en mi día a día son eso, para salir, pero estas… no volverán a subirse a ningún altillo, se quedan aquí abajo conmigo. Dejo todo preparado para mañana en la silla de mi habitación y decido acostarme. Me pongo mi pijama y dejo mi peluca en su sitio, ¡me encanta camuflarme como los camaleones! Tengo que estar descansada porque Merimen es una niña muy activa y prácticamente voy a pasar todo el día con ella.