El hechizo del pasado

CAPÍTULO 8

CAPÍTULO 8

Después de dejar a las chicas en su casa, vuelvo a la mía para descansar, ¡estoy molida! Entro a mi baño y aunque quiero ducharme rápido para poder tumbarme como un lirón en mi cama, la bañera me susurra que es el día perfecto para hacerle un poco de caso. Me acerco a mis botes de sales, un pack que me regaló Bárbara para Navidades, y elijo utilizar las sales de coco. ¡Me encanta cómo huelen! Abro el grifo y dejo que se llene de agua mientras preparo la ropa para pasar lo que queda de día tranquilita en casa. Entro al baño y me desnudo tranquilamente y mientras termina de llenarse la bañera verifico que no hay nada importante entre las notificaciones de mi móvil. Tengo unos cuantos mails sobre actualizaciones, algunos avisos sobre juegos que hace tiempo que no toco y dos mensajes; uno es de mi tía, preguntándome cómo está Bárbara. El otro es de Fran y solo con leer su nombre, un cosquilleo empieza a formarse en mi estómago, ¡se acuerda de mí en fin de semana!

“¡Hola! Al final me llamaron ayer, empezaré a trabajar el lunes, ¡ya no hace falta que te entristezcas! Me quedo por aquí más tiempo, ya sabes, para tener todas las citas que tú quieras. Espero que estés pasando un buen fin de semana, mi cuñado dice que compró un juguete para mi sobrino en tu tienda y que le ha encantado. ¡Eres una crack! Ya me dirás cuándo nos vemos. Muchos besos (dónde tú quieras).”

Guau… ¿pero qué le contesto yo ahora? Si le digo que me hace mucha ilusión que se quede, va a empezar a hacer conjeturas demasiado pronto, no quiero demostrar tan rápido mis sentimientos. A pesar de que me está ayudando y que en ningún momento se ha propasado, no puedo confiar en la gente tan rápido, ¡hay que conocerse primero! Así que yo sola me he dado la respuesta, hay que tener una cita para conocerse.

“¡Enhorabuena! Hay que celebrar ese nuevo empleo, ¿qué te parece el martes por la noche? Así ya tendrás dos días de experiencia para contarme qué tal te ha ido en este nuevo empleo, ¿te apetece?”

Le doy a enviar y dejo el móvil en la encimera. Cierro el grifo y echo las sales mientras entro en el agua y me tumbo. ¡Pero qué relax! Estar así, sin que nadie te moleste ni te diga lo que tienes que hacer es lo mejor del mundo. ¡Viva la soledad! Aunque pienso en que cierto enfermero podría acompañarme aquí dentro y mi cuerpo se enciende más que el agua que me acompaña. Me obligo a dejar de pensar así y pienso en su mensaje, ¿quién será su sobrino? Tendré que preguntarle qué juego es el que compró para saber cuál es el que me ha hecho ganar puntos en el ranking de buena tienda.

Media hora después doy por terminada mi sesión de relajación cuando mis dedos están arrugados como los garbanzos y el agua ha comenzado a enfriarse. Quito el tapón para que se vacíe la bañera y me enjuago los restos de jabón que quedan por mi cuerpo. Cuando salgo, me visto y me seco el pelo, me encanta el aire del secador rozando mi cara: después de eso entro en estado zen y no hay quién me despierte. Mi móvil vibra y se va desplazando por la encimera. Lo cojo antes de que se caiga y miro quién me escribe. Es otro mensaje de Fran:

“Oh, vaya, ¿eso quiere decir que aceptas mi cita sin sucesos místicos de por medio? ¡Eso sí que es un hecho misterioso! Pero oye, yo encantado. El martes paso por tu tienda antes de que cierres y nos vamos donde tú quieras. Por cierto, muy divertido el juego de mi sobrino, ya llevamos unas cuantas partidas jugadas juntos.”

“De acuerdo, te estaré esperando. Besos!”

El siguiente mensaje que contesto es el de mi tía para indicarle que Bárbara está más que bien y que de hecho, va a tener que quedarse con su sobrina un tiempo más. Termino de orear mi pelo y guardo todo lo que he dejado en medio. Lo que queda de día lo paso tumbada en el sofá viendo series de risa y comiendo como si no hubiese un mañana, ¡el deporte me ha dado antojo de patatas fritas y aceitunas!

El domingo no tengo nada planeado así que me dedico a recoger la casa y lavar la ropa que utilicé ayer. Estoy llena de energía tras la buena noche que he pasado, ¡he dormido más relajada que nunca! Llamo por teléfono a mi tía y le cuento la experiencia de esa nueva actividad que hemos empezado Bárbara y yo, ¡le he dado el gusto y al fin voy a hacer algo de ejercicio! Me aburro tanto en casa que, por la tarde mientras hacía limpieza en la despensa para ir gastando lo más antiguo, encuentro una tableta de chocolate negro para postres. Decido dejarla fuera para buscar alguna receta interesante en Internet, ¿me saldrá bien experimentar con algún postre? Cuando he guardado todo, me descargo una app de cocina dónde se pueden encontrar diferentes trucos para hacer un delicioso pastel de chocolate. Encuentro todo lo que necesito en mi cocina excepto una cosa: nata montada. Como hoy está todo cerrado, salgo a casa de Rita que siempre tiene de todo en su cocina para pedírselo, ¡con lo que le gusta a ella el dulce seguro que tiene! Estoy tocando la puerta cuando el ascensor pita y se abren las puertas. De ahí sale un señor mayor, debe de ser de la edad de Rita y viene directo hasta mí. Va vestido con una camisa y unos pantalones de vestir junto a unos zapatos negros, es bastante apuesto, esbelto, alto y parece que en sus tiempos de juventud fue todo un rompecorazones. Tiene un brillo de felicidad en los ojos que te hacen quedarte atrapada mirándolos y una barba canosa bastante interesante. ¿Pero quién es?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.