El hechizo del pasado

EPÍLOGO

EPÍLOGO

Una vez leí que viajar en el tiempo siempre tiene consecuencias. Y no se equivocaba aquella persona que lo dijese. Y vosotros diréis, ¿viajar en el tiempo? Estamos a años luz de poder hacer eso, Windy.

Bueno, eso es lo que vosotros pensáis. A veces, se puede viajar sin necesidad de desplazarse en avión o coche, a veces, solo basta una película o un libro para inmiscuirte en la vida de otra persona.

Y yo viajé en el tiempo, lo suficiente como para saber la verdad de lo que rodeaba mi vida. El día que volvimos de la playa pasamos toda la noche leyendo (bendita siesta). Los tres diarios los leímos del tirón, juntos los dos. Porque sabíamos que algo había que nos relacionaba. Y bonita la intuición mía. Para ser más exactos, extraeré tres textos que seguro que os aclararán muchas dudas. El primero es del diario de mi bisabuela, la historia es bonita y triste a la vez. Podrían haber escrito una tragicomedia y ser ahora una súper obra de teatro, pero no es el caso porque el final no es tan malo como parece.

“Y ahí estaba él. Con su camisa y sus vaqueros montando en el caballo más bonito que nunca había visto. La cesta de limones que llevaba cayó al suelo haciendo que rodarán algunos de ellos cerca del precipicio, lo suficientemente peligroso como para acercarme. El chico, que me vio apurada, se acercó con el bonito corcel y agarrándolo a un árbol me ayudó a recoger el desastre que había ocasionado.”

¿Os ha gustado? Vale, no cuenta mucho para que os resuelvan las dudas, dejarme a mí que os lo explique mejor. La chica que escribe es mi bisabuela y del que habla es su enamorado. ¿Mi bisabuelo? Mec, error. No, no es mi bisabuelo. Ella se enamoró de un chico, un amor correspondido que se truncó por las malditas clases sociales de aquella época. Ella era la hija de la sirvienta de la casa de él. Como sabréis, en aquella época los matrimonios estaban arreglados y cuando se enteraron del romance que tuvieron los dos, a él lo encerraron en un internado en Francia, donde nunca más pudo hablar con ella. Allí, sus padres le obligaron a casarse con una mujer a la que no quería, pero era la hija de uno de los empresarios más importantes de la época.

Mi bisabuela, devastada por lo sucedido, se había quedado con el corazón roto y nunca pudo volver a enamorarse, ni siquiera del que finalmente fue su futuro marido. La familia de su enamorado echaron de la casa a mi familia y en aquella época, que parece que se llevaba mucho, le cayó una maldición.

Una maldición que parece ser que nos ha afectado durante décadas a mi familia. Y aquí es donde entra el texto de mi abuela:

“Aún no entiendo qué ha podido suceder. ¿Un accidente de tráfico? De acuerdo, las carreteras no son las más seguras pero mi padre siempre ha sido muy prudente frente al volante. Literalmente me he quedado sola en el mundo, nunca tuve hermanos, mis padres han muerto y no tengo más familia en el mundo. Mi única salvación es el chico que he conocido, al menos me ama y yo a él. Espero que sea para toda la vida.”

¿Que qué tiene que ver esto con la historia? Bueno, resulta que mi abuela se quedó huérfana de padres y se casó con mi abuelo casi que por desesperación. Pero no, mi abuelo no amaba a mi abuela. Le engañó durante años con todas las mujeres que se le ponían por delante haciendo que mi abuela se sintiese más sola que nunca. Solo la llegada de mi madre parece que le devolvió la felicidad. Pero mi abuela también murió. En un accidente de tráfico. ¿Por qué? Es el que queda, el texto de mi madre:

“Definitivamente no entiendo por qué mi madre nunca leyó el diario de mi abuela, nos habríamos evitado tanto sufrimiento… Una maldición, una maldita maldición nos ha caído por los clasismos de la época de mis abuelos. Al final, el amor y el dinero nunca van de la mano. ¿Quién será el chico de ojos azules que nos libre de esto? ¿Dónde está? ¿Cómo lo encuentro para que pueda salvarme a mí? Pero lo fundamental es, ¿cómo libro de esto a mi hija, que estará condenada también si no lo soluciono antes?”

Y ahí está la clave. Esa era la dichosa maldición: todos moriremos en un accidente de tráfico antes de cumplir los cincuenta si no se deshace antes. Y la clave querida madre, no era ningún hombre de ojos azules. La clave era buscar el amor, el amor que haga brillar mis ojos azules de nuevo. Pero no valía cualquiera, tenía que ser ese amor encerrado en un internado, que nunca pudo volver a nosotras. Y ese amor ha llegado para quedarse: Fran.

Su bisabuelo, ese que reflejaba en el espejo, era el amor de la vida de mi bisabuela y no sé quién le lanzaría el hechizo, pero lo hizo con la intención de que en algún momento se pudiera disolver. ¿Por qué? Quizás pensó que nunca nos reencontraríamos, quizás pensó que el amor, por muchos años o vidas que pasen, no tenía la capacidad de volver a encontrarse. Pero la vida es así de traviesa y el amor siempre juega su papel. Fran y yo nos hemos reencontrado por ellos y su aura sigue siendo más bella si cabe que el primer día que la vi.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.