El heredero

Capítulo XI. La fiesta. Parte II

—Le agradezco me conceda unos minutos Majestad —dijo Clemont mientras caminaban por el jardín de invierno.

—Fuiste muy insistente.

—De verdad me gustaría que analizara mi propuesta.

—Se lo agradezco señor Andreu, pero la realeza no se presta a esa clase de eventos.

—Piénselo —imploró—, será el modo más descontracturado de vencer los prejuicios.

—No saldremos en una revista de moda —concluyó acariciando los pétalos de las rosas.

—Sofía, a pesar del tiempo de ausencia, continúa siendo la favorita de los grandes diseñadores.

—Aún continúan vistiéndola.

—Sería un gran gesto de la corona.

—¿Es consciente de su estado? —inquirió frunciendo el ceño—. Podría tener el bebé en cualquier momento.

—Le prometo que no será la típica sesión interminable; un par de horas bastarán. Además —carraspeó—, no tienen que ir a ningún set, lo haremos donde se sientan cómodos.

—Sigo sin ver nuestro beneficio —retrucó reticente—. No lo tome a mal ni personal. Sé que su revista es la más importante a nivel mundial en lo que a moda se refiere, pero no creo que nos haga falta esa publicidad.

—¿Leonor Gavin es la modista de la reina, correcto?

—Entre otras tantas, sí.

—¿Sabe cuántas veces un vestido suyo estuvo en la portada de Bellas?

—¿Cuál es el punto?

—La realeza impone las modas, marca las tendencias…

—¿Qué tiene en mente? —interrumpió.

—Resaltar la belleza de todos los miembros de la familia Real; a eso me dedico.

—Esperaba una respuesta más inteligente.

—Las personas amarán ver a la reina y la duquesa juntas.

—Creerán que somos las mujeres más vanidosas de la tierra —replicó sacudiendo la cabeza de lado a lado.

—Y si sumamos a la duquesa Érica, estoy seguro que marcaremos un hito en la historia.

—¿De qué habla?

—Ambas tienen muy buen gusto, pero son tan diferentes que el contraste hará que se saquen chispas.

—Créame —sonrió—, no hacen falta fotografías para que eso suceda.

—¿Y qué hay de los príncipes?

—¿Disculpe?

—Hay una idea que me quita el sueño.

—¿Probó medicándose? —chicaneó.

—Escuche, la portada típica sería usted con las duquesas a cada uno de sus lados, el rey de pie detrás de su silla, y los príncipes secundándolo cual escuderos.

—Es lo que se estila —asintió.

—Pero la mía es una revista de alta costura.

—Ya, dígalo de una vez.

—El océano de fondo, bajo la luz de las estrellas, la duquesa Sofía escoltada por Bruno y Mariano.

—Creo que bebió de más —respondió lapidaria.

—Será una portada para la historia —enfatizó entusiasmado—. Sé que es una osadía excluir a Su Majestad; sin embargo…

—La respuesta es no —interrumpió tajante.

—Pero…

—La corona está debilitada, no es ningún secreto, ¿en verdad cree que prestarnos a ese circo traerá algún beneficio? —lo increpó vehemente—. Solo traerá un vendaval de rumores infundados que hundirán aún más nuestros apellidos.

—Recuerde que es una revista de moda; no de chimentos —se excusó.

—Mis hijos al lado de la duquesa, a punto de dar a luz, puede prestarse a decenas de especulaciones difamatorias —alegó la reina.

—Creo que está empeñada en ver el lado negativo de las cosas —retrucó con marcada insolencia—. Se lo suplico, por un momento debe dejar de pensar como política y abrir su mente a la moda.

—No soy estúpida.

—Jamás quise decir eso.

—Aunque los mejores diseñadores pongan sus manos en los atuendos, será imposible disociar esa portada de un mensaje subliminal.

—¿Y cuál es el problema? —inquirió abriendo los brazos de par en par.

—¿Disculpe?

—Es igual a un cuento de hadas; dos príncipes apuestos en franca lucha por el amor de una doncella.

—¿Perdió la cabeza señor Andreu? —le recriminó fulminándolo con la mirada—. Esto es la vida real.

—Continúa pensando como política.

—Es mi deber.

—Las personas solo verán a dos hombres apuestos y a una mujer hermosa —insistió—; el resto no tiene cabida en mi revista.

—El país entero, el mundo entero hablará de su portada, y aunque para usted solo sean tres maniquíes disfrazados, no puede controlar las repercusiones de una foto a todas luces provocativa.

—Le ofrezco la oportunidad de volver a estar en boca de todos.




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