Capítulo 30: La reina.

Aurora.

—Muy conmovedoras palabras, pero no es tiempo de conmoverse.

Tras esas palabras David alzó su arma y sin pensarlo disparó.

No.
No.
¡No…!

Todo paso en cámara lenta. En tan solo unos segundos Mail cayó al suelo medio muerto.

—¡DAVID…! -grite con fuerza y ante eso Rissi se encogió de hombros.

—Si lo que te preocupa es que este muerto, déjame decirte que para su suerte no lo hice. Eso solo fue una advertencia, que lo hará dormir por algunas horas.

Tras esas palabras me coloqué sobre mis pies y me dirigí hacia el pecador.

Una vez a su lado recosté su cabeza en mis piernas. Y acaricié su rostro.

Me dolió que él me rompiera el corazón, pero eso no es suficiente para sacar a Mail de mi corazón.

—Aurora, ¿Amas a ese idiota? -pregunto Román.

—Esa pregunta es muy obvia Román. Porque desde lejos se ve que nuestra Aurora está que quita los calzones por ese hombre. El apelativo de loca enamorada le queda pequeño, porque la muy desquiciada no le importa dar su vida por ese degenerado. Y lo más grande del caso es que el sentimiento se hace mucho más grande al saber que ella carga en su vientre un bebé del pecado.

Un bebé del pecado. El heredero del pecado.

—David, ¿No tienes algo más importante que hacer?

—No Aurora bella, mi tiempo está reservado exclusivamente para joder a tu pecador.

—Deberías hacer algo más productivo que molestarlo.

—No veo el chiste en dejar de molestar al pecador.

Me atreví a dejar un beso en la gran de Mail.

—Aurora, responde.

—¿Qué quiere que le diga príncipe?

—La verdad.

Román camino hacia donde me encontraba y se colocó de cuchillas para estar a mi altura.

—Le quiero. -confesé y esas palabras lograron que Román soltará un suspiro. —El pecador entró en mi corazón, el muy desgraciado penetró en lo más profundo de mi corazón.

—¿Sabes que estas locas?

—Le quiero castigar un poco por lo que me hizo, pero no es como que quiero que ustedes lo desvivan, así que tienen prohibido acercarse al pecador para tratar de darle un boleto sin retorno a la vida de los fieles difuntos.

—Por lo menos deja que nos divirtamos con él.

—David…

—Ese amor te hará polvo.

—Antes de que me creme los huesos, haré que Mail Salvatierra se vuelva más loco de lo que ya está.

Deje un beso en los apetecibles labios del pecado y ante eso David empezó a soltar improperios.

—¡Mierda Aurora…! De tantos hombres en el puto mundo tuviste que colocar tus ojos en el más perro de todos.

—En el corazón no se manda David, eso deberías saberlo.

—¿Qué le viste a ese hombre para que te volvieras una cabra descarriada?

Aparté mis ojos de los de Román, porque si no lo hacía corría el riesgo de ser descubierta por él.

¿Cómo le digo que lo primero que le vi a Mail fue su cuerpo desnudo?

Mis mejillas empezaron a sonrojarse de solo recordar su hermoso cuerpo.

Mail, está para comérselo.

Y yo con el apetito abierto.

—Por la forma en que te sonrojaste intuyó que lo que le viste al pecador fue más íntimo que otra cosa.

—Deja de decir tonterías Román.

—No son tonterías pequeña Aurora.

—David, ve por un par de Hot dogs, porque si no quieres que te retire el poco afecto que tengo para ti.

Rissi rodó sus ojos.

—Espero que la pequeña pecadora que llevas en el vientre vuelva loco al pecador.

¿Una niña?

No había pensado en la posibilidad de tener una delicada y quejumbrosa mujercita parecida a su padre.

Tener una mini Mail, sería lo más hermoso que podía pasarme en la vida.

Una pequeña pecadora.

—¿Una… niña? -pregunto Román con voz entrecortada.

—¿Nunca viste una niña? -Román negó. —¿Has vivido todo este tiempo debajo de una roca?

—No he tenido tiempo para acercarme a recién nacidos.

—¿En tu familia nadie ha tenido hijos? -él negó. —¿Ni una prima lejana?

El príncipe volvió a negar.

—No tengo primos cercanos a mí… bueno que yo sepa. -los ojos de Román se desviaron hacia David.

—¿Por qué de repente me inmiscuyes en tus asuntos?

—Tu sabrás muy bien porque lo hago.

Algo se traen entre manos esos dos.

—Volviendo al tema central futuro rey, ¿Usted nunca ha tomado entre sus brazos un bebé?