El hermano de mi ex

Capítulo 2/Visita inesperada

Estoy conteniendo mi ira y frustración, es bastante cínico de su parte decir que fuí injusta cuando él me clavó un puñal por la espalda.

—Se me hace tarde, hazte a un lado —digo ignorando lo que acaba de decir.

—Rocío, tenemos que hablar.

Sonrío amargamente.

—Entre tú y yo, no hay nada más que decir.

Él intenta tomar mi mano y la alejo.

—Te busqué desesperadamente, pero desapareciste de mi vida, muchas veces me preguntaba si habías sido solo un sueño perfecto.

Resoplo. El desgraciado aún tiene buena labia, esas dulces palabras fueron las que endulzaron a la tonta chiquilla, pero no voy a creerle nunca más.

—Sí, fue un sueño fugaz y amargo del cuál ya desperté, ahora vete que tu prometida te espera —respondo con frialdad aunque por dentro me esté muriendo.

—Te he extrañado demasiado, por favor, dame la oportunidad para hablar, sé que si me escuchas vas a entender que nunca quise hacerte daño —insiste.

—¿Y eso cuando? ¿Antes o después de anunciar tu compromiso? ¡Ya sé! ¿Me pedirás que sea tu amante? —indago con sarcasmo.

—Aún te amo —dice intentando tocarme, pero me vuelvo alejar de él.

Cuántas noches lloré sintiendo que me desgarraba desde adentro, sintiendo que agonizaba, que el aire me faltaba, deseando que todo fuera una pesadilla, anhelando escucharlo confesar que me amaba y que todo había sido un error, pero por orgullo y dignidad me alejé, quizá no lo he superado del todo, pero nunca me convertiré en la persona que mas odio.

—No me interesa nada que venga de ti —le respondo con firmeza—, hace ya mucho tiempo que dejé de sentir algo por ti. Ahora vete que tu futura esposa y madre de tu hijo te está esperando.

—Si me lo pides cancelo el compromiso ahora mismo —insiste—. Sé que aún me amas.

Resoplo negando.

—Deja de hacerme perder el tiempo —digo ignorándolo. 

Lo esquivo y cuando voy a abrir la puerta, me encuentro con un par de ojos grises que nos observan. En la claridad del día puedo apreciar mucho mejor su enigmática belleza, Thiago Russo, me dedica una mirada, no hay ningún sentimiento, es vacía y fría dándole un aura misteriosa.

Iván sigue mi mirada y luego tensa su mandíbula, después se vuelve a girar hacia mí.

—Nunca olvides Rocío que tú eres mía —dice en tono de advertencia y yo suelto una carcajada.

—Iván, ¿qué haces aquí afuera, amor? —Es Samantha quién ha llegado en busca de su novio.

Yo me cruzo de brazos y observo a Iván. 

—Respondele a tu novia —digo en tono retador.

—Tenemos una plática pendiente —me advierte y luego se va al encuentro de mi hermana quien ahora casi me asesina con la mirada.

Respiro profundo. No dejaré que esto me vuelva a afectar. 

Vuelvo a alzar la vista para buscar a Thiago, pero ya no está en ningún lugar. Ese hombre es bastante extraño, pero sin duda alguna, demasiado guapo.

Me adentro en el auto y segundos después ya estoy alejándome de esa casa del infierno.

Conduzco durante más de dos horas y llego al trabajo, los fines de semana hago el turno de noche ya que me lo pagan al doble. Todo este tiempo he mantenido un perfil bajo con tal de pasar desapercibida de Iván Russo, además, él y Samantha se fueron a estudiar a otro estado. Yo decidí quedarme estudiando en una universidad estatal. Sin embargo, me fuí de la ciudad y vivo en un pequeño y pintoresco pueblito donde casi todos se conocen, aún así, estoy segura que aquí no me va a encontrar.

—Ponte el delantal y atiende la mesa cinco —Me pide mi amiga y compañera Carla—. Disculpa, sé que vienes llegando y tu turno empieza dentro de media hora, pero es que hay demasiada gente.

—No te preocupes —le digo al tiempo que me recojo el cabello—. Para eso estamos.

Ella me dedica una media sonrisa y pronto desaparece. Carla es también mi compañera de cuarto, es una excelente persona, pero ni siquiera ella sabe a qué familia pertenezco, no hay necesidad de mencionar a personas a quienes no les importo.

—Rocío de mi corazón, solo por ti es que yo vengo a este lugar. —Es Olfrand un chico del pueblo que se la lleva de malo, pero en realidad es un malandrín—. ¿Cuándo me darás el sí?

Este día va de mal a peor. Lidiar con este menso siempre me hace doler la cabeza, lo peor es que tengo que pelarle los dientes porque para colmo es el hijo del dueño del edificio en dónde alquilamos.

—No soy merecedora de tu atención, hay tantas chicas lindas en el pueblo que estarían felices de ser tu novia.

Él infla el pecho y les sonríe a sus amigos, parece pavo.

—Pero es a ti a quien yo quiero. —Me agarra de la mano y yo intento soltarme, pero él me está sujetando fuertemente—. Te conviene no rechazarme, de lo contrario te vas a arrepentir.

Finjo una sonrisa y ocupo toda mi fuerza para soltarme de él.

—No te tengo miedo.

—¿No? ¿Por qué? No tienes quién te cuide.




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