Respiro profundo, esto no acaba nunca. Que hombres más persistentes.
—No te importa —le respondo al tiempo que le doy la espalda.
—¿Crees que él es mejor que yo? ¿En serio piensas que él está realmente interesado en ti? No lo conoces, él solo te está utilizando —lo escucho detrás de mí.
—Tampoco te importa —le respondo—. Por lo menos él no está comprometido con mi hermana.
—Rocío, no puedes caer en su trampa —me toma del brazo y me obliga a mirarlo.
—No tienes ningún derecho sobre mí, yo puedo hacer de mi vida lo que me plazca.
—Por eso te vendiste al mejor postor —me recrimina mirando la tarjeta que llevo en la mano.
—¿Y qué? —lo enfrento.
—Si dinero es lo que quieres para aceptar ser mi amante, yo te puedo dar mucho más, tú solo pon una cifra. Estoy dispuesto a pagarte lo que me pidas.
Le dejo ir una cachetada utilizando todas mis fuerzas, incluso mi mano quedó ardiendo, pero se la merecía desde hace mucho tiempo.
—Nunca más me vuelvas a buscar, eres un canalla —le exclamo furiosa.
Él me toma de la mano y me pega a su cuerpo. Intento alejarme, pero no lo logro.
—Sé que merecía esa cachetada, pero no por lo que te estoy proponiendo, si no por el pasado —dice con seguridad—. Te he amado desde el primer día en que te conocí, en eso nunca te he mentido.
—Hace unos años atrás, hubiera estado feliz de escucharte decir eso, ahora no me interesa. Tú no me interesas —aseguro.
—No te creo y aunque no lo quieras vas a escuchar de lo contrario no te soltaré —dice pegándome más a él, tanto que incluso puedo sentir los latidos de su corazón.
Pongo mis dos manos en su pecho para empujarlo ya que me siento muy incómoda.
—Suéltame —le exijo—. ¿O también eres un abusador?
Ante lo último me suelta.
—Antes te gustaba mi cercanía.
—Tú lo has dicho, eso fue antes.
—Rocío, dame nuevamente la oportunidad de demostrarte cuánto te amo, lo mucho que significas para mí.
Niego mientras sonrío con ironía.
—Iván, déjame en paz. Entre tú y yo nunca habrá nada. Tú decidiste elegir a Samantha, ahora es tu prometida y yo nunca, ni en mis más descabellados sueños aceptaré ser tu amante. A pesar de todo lo que he tenido que sufrir, aprendí que merezco ser prioridad y no la segunda opción de nadie.
—¿Y crees que eso te lo dará Thiago? —indaga con sarcasmo—. Él no sabe tan siquiera lo que significa amar, el único interés que tiene en ti es para fastidiarme a mí y a nuestros padres. Él nunca te amará en cambio yo…
—No me importa —lo interrumpo.
Él niega.
—¿Sabes por qué tengo que casarme con Samantha?
—No me interesa saberlo.
—Es verdad que está embarazada —continúa hablando, ignorando mi respuesta—, pero además de eso, tuve que renunciar a ti en el pasado para protegerte, mis padres nunca te aceptarán como su nuera, me amenazaron con desheredarme y hacerte la vida imposible. Te digo esto para que te des cuenta que Thiago solo te está utilizando, en manos de él sufrirás mucho, él no te va a proteger de nuestra familia.
Siento un nudo en mi garganta, pero me reprimo a mí misma.
—Te protegiste a ti mismo —digo con ironía—. No vengas a decirme que lo hiciste por mí.
Me doy la vuelta y saco las llaves para entrar.
—No entiendes, Thiago te está arrastrando a una guerra en dónde saldrás lastimada.
Empujo la puerta, pero él la detiene.
—Preocúpate por tu prometida. No vuelvas a interferir en mi vida. Para mí no eres más que un desconocido. Al hombre que alguna vez creí amar, no existe, solo fue un simple espejismo.
Empujo con fuerza la puerta y está vez él cede.
—No me daré por vencido, te voy a demostrar que realmente te amo. —Sus palabras me causan más rabia que agrado.
Cierro la puerta y me dejo caer al piso mientras me froto el rostro con frustración.
¿Por qué si la familia Russo no me acepta, Thiago insiste conmigo? ¿Acaso Iván tiene razón? Tengo que saber cuál es la relación entre Thiago y sus padres. Lo que sí es verdad es que él me está ocultando información.
Sin embargo, su abuelo me trató bien. ¿Cuál será la razón por la que no soy del agrado de los señores Russo? Si fuera por mi apellido, tampoco aceptarían a Samantha.
Mi vida estaba bien, pero tenían que aparecer esos dos para ponerla de cabeza nuevamente.
—Rocío, ¿Te sientes mal? —Alzo mi vista y me encuentro con Carla quién se acerca a mí.
—Sí —me sincero—. Mi padre me canceló mi tarjeta y hay dos hombres que me están volviendo loca.
—El señor Thiago me pareció ser un hombre bastante atractivo, pero comprendo la parte de volverte loca, quién no con ese monumento de hombre —afirma.
Resoplo.