Capítulo 11 : Mi Candy

Terry

No lo podía creer ¿esa era Candy? Mi Candy.

—Los dejaremos solos—dijo la que supuse que es la hermana de Candy.

—Hola.

—Hola—Me senté a su lado—Ha pasado tiempo ¿no?

—Bastante—dijo Candy

—Disculpa la pregunta pero eres Candy ¿verdad?

Ella sonrió—La misma, tú Terry si no me equivoco.

—Pensé que nunca te volvería ver.

—Yo pensé lo mismo.

Silencio.

—Te extrañe sabes.—Dije de repente.

—No sabes lo que me alegra oírte decir eso.

—El día que te vi por última vez no me dejaste hablarte.

—Lo sé, no debí irme sin despedirme.

— ¿Quieres que te explique lo que pasó ese día?

—Creo que no es necesario.

—No sabes todo lo que ha pasado desde que te fuiste.

—Es hora de que ponga al día, entonces.

Procedí a contarle la boda de mi madre, lo de Ted y Trent, mi adaptación en mi nuevo colegio y cosas así.

— ¿y qué hay de ti?, desapareciste de la faz de la tierra.

—Mi vida ha estado más tranquila, me pusieron en un colegio especial donde pudiera desenvolverme libremente, he hecho muchos amigos y ya no soy tan tímida como antes.

—Eso es bueno, me alegro mucho por ti.

—Gracias.

— ¿Aún lees?

—Cuando uno aprende a leer y se sumerge en la lectura, nunca sales.

—Sí y yo soy un testigo viviente de eso.

— ¿Lees?

—Tenía que distraerme con algo cuando te fuiste.

—Al menos, hice algo bueno por la sociedad, adentré a alguien más al mundo de los libros.

—Y te lo agradezco, no tienes idea de lo aburrido que estaba.

—Sabes es increíble, la naturalidad con la que estamos hablando.

—Como si no nos hubiéramos separado nunca.

Sonreímos.

— ¿Quieres ir por un helado?

—Me encantaría y creo que tenemos que llevarnos a nuestros hermanos, los tuyos ya deben estar cansados de oír a mi hermana hablar.

Fui a buscar a nuestros hermanos para decirle lo que queríamos, Ana buscó la silla de ruedas de Candy y cada uno se fue en su auto.

— ¿La estas pasando bien, Terry? —preguntó Jessica

— ¿Por qué no me dijeron que la habían encontrado?

—Así se arruinaría la sorpresa.

—Me habrían ahorrado días de amargura.

—En la vida hay que sufrir un poco—dijo Joshuad.

Llegamos a la heladería, cada quien ordenó su helado y Candy y yo nos sentamos en una mesa diferente a la de ellos.

—Tus hermanos se ven bien juntos.

— ¿Qué?

—Que se ve bien, combinan, son buenos hermanos o al menos eso aparentan.

—Bueno en estos días se han estado llevando bien y eso me hace feliz.

—Lo sé siempre hablabas de ellos y de lo diferentes que eran.

—Sabes en serio me haces falta, desde que te fuiste no he tenido a nadie con quien hablar.

—Te hacía falta porque ahora podrás hablarme cuando quieras…permíteme tu celular.

Le pasé el celular y ella anotó su número.

—Ahora podrás hablarme cuando quieras, estoy disponible a cualquier hora, así que si son las 3 de la mañana y necesitas una amiga con mucho gusto te escucharé.

Puse mi mano sobre la suya—Me alegra tenerte devuelta.

Después de eso, nos despedimos con un abrazo, de camino a la casa me di cuenta que la casa del al lado de la de nosotros estaba abierta, al parecer por fin íbamos a tener vecinos.

Todos los días hablaba con Candy, le contaba mi día y planeábamos algunos encuentros, aun no tenía amigos en el colegio, a excepción de algunas chicas que a veces se acercaban a hablarme, era muy sobresaliente en las clases, sé que si me apuntaba en el equipo de fútbol lograría hacer amigos, pero no sé si quiero sobresalir tanto, suena un poco ególatra, pero el futbol es algo en lo que de verdad soy bueno, me gustaba, pero gracias a Ted y Trent había dejado de jugarlo.

En serio no sé porque cambio nuestra relación, éramos muy buenos amigos pero de un momento a otro Trent comenzó a ser muy cruel conmigo y yo nunca entendí la razón, no le había hecho nada.

Las cosas estaban bien y Candy y yo recuperamos la amistad que teníamos, cuando estoy con ella siento una paz tan inmensa y espero que eso jamás cambie.