POV Alicia
Me encontraba saliendo de la cafetería de al frente de la clínica donde trabajaré tenía un aspecto que daba miedo y su puerta chirriaba en resumen todo en este pueblo influía un poco de miedo, me encamine hacia la otra calle para así llegar a la clínica Harrison donde trabaja la muy conocida familia Harrison con excepción de dos o tres de los hijos y sobrinos del doctor Harrison.
Era una de las mejores en el pueblo no había tantas solos dos o tres clínicas y está era muy conocida por todo el mundo.
Ya con algo en mi estómago entró a la clínica donde veo doctores, enfermeros y muchas personas con papeles en sus manos pasando de un lado a otro, hoy es un día muy movido ya que no son muchos los que pasan el examen para poder trabajar en esta clínica yo fui muy afortunada de que me aceptaran en este hospital, pasando una de las pruebas más difíciles que daban. Los pasillos se mantienen hechos burbullos como en días pasados, en lo que escuche mientras estaba me la cafetería a noche sucedió una masacre en una de las mansiones del pueblo.
Desde que les dije a mis amigas que me iba a mudar a ese pueblo se asustaron diciendo que era muy peligroso que de noche cazaban.
Que por eso había toque de queda por tantas muertes y desapariciones en el pueblo, pero les dije que estaría bien que no había de que preocuparse que yo me sabía cuidar y en eso ya llevó dos semanas instaladas y mírenme aquí entrando tarde a mi primera práctica.
Por más que trate de levantarme temprano y me aliste siempre llego tarde a algún sitio, es como si estoy destinada a llegar tarde a todos los lugares por más que me esfuerce en llegar lo más temprano posible.
A parte de dedicarme a los estudios me gusta escribir, me gusta centrarme en cada de talle de todas las personas para poder conocerlos a fondo, pero nunca se llega al final de conocer a las personas.
Por más que intentes conocer a alguien hasta al fondo no podrás porque siempre encontrarás cosas que no te gustaran y por eso dejo de querer un poco de aventura de las que hace años no tengo.
Sabía muy bien como descifrarlas con solo mirarlas y conocer cada una de las miradas otorgada hacia mi persona y no me sentía mal porque pensaban de mi al contrario me ayudaban a salir adelanté.
Algunas veces en las miradas notamos el desagrado que le causamos a la mayoría de las personas y eso es lo inquietante para muchos porque no saben vivir con que no a todo el mundo le parecemos dignos de su mirada, tiempo y atención.
Con el tiempo he dejado de afligirme por cosas que no merecen ni un poquito de mi atención en el corto plazo que he vivido.
Hoy entramos los practicantes los nuevos ingresados.
Yo solamente estoy de practicante con uno de los doctores Harrison y de ahí a que pase todas las pruebas es si decide si me quedo o no.
Me dirijo hacia la secretaria del hospital.
En el proceso me tropiezo con varias personas que me miran de una forma extraña, es algo raro que vean personas llegando a este lugar y que se pregunten una nueva en el pueblo donde todos mejor queremos salir huyendo.
Al llegar hacia donde la secretaría espero mi turno, delante de mí hay dos personas que la secretaría atiende en un abrir y cerrar de ojos.
La secretaria es una señora regordeta de unos 45 a 50 años, viste con un uniforme de enfermera y gorrito de cono y he notado que la mayoría
aquí los usan.
—Hola soy Alicia Del Monte soy una de las practicantes.
—Hola señorita Del Monte—teclea algo en la computadora—la están esperando en el sector siete el doctor Harrison.
—Muchas gracias.
No hubo mejor forma de decirme que me toca con el doctor Harrison.
Todo está bien el problema es saber cuál de todos los doctores Harrison me tocaba.
Estando en el sector siete observó el lugar y es más desahogado y es porque el lugar es donde se encuentran las personas internadas que pagan por la atención de UCI.
Es un sector privado.
Veo un grupo de personas y me encamino hacia allá.
Nerviosa con una ligera capa de sudor apareciendo en las palmas de mis manos cuando me acerco más hacia donde están reunidos y temo de llevarme un reclamo por parte de él doctor Harrison.
El que se encuentra hablando es un hombre alto y se encuentra de espaldas a mí, luce una bata blanca hasta debajo de sus rodillas con un estetoscopio colgándole de los hombros. Cuando se percata de mi presencia voltea hacia a mí y me ojea de arriba hacia abajo con cara seria para luego sonreír.
"Se me hace extraño"
Es en lo único que pienso su sonrisa es un poco siniestra del modo en que la veas.
—Llega tarde señorita.
—Discúlpeme Doctor Harrison tuve un altercado.
Digo sonrojándome al recordarme por que llegué tarde.
Estaba en la casa de mi mejor amigo.
—No me internan sus cosas personales solo ponga atención a lo que estoy diciendo —Habla con un tono de reproche y volviendo al tema que estaba antes de yo llegar.
—Pues señorita estamos hablando de cada cosa les tocará a ustedes, no quiero fallas quiero acción, de una vez que demuestren que están aquí para quedarse y que marcaran diferencias.
En el grupo hay 4 hombres y 4 mujeres conmigo.
Nos va explicando todo en tiempo récord.
—A Beltres y a —dice mirando su tableta y reloj—Del monte son las únicas que faltaban por equipo, en la habitación número 7 del pasillo 13 de esta ala, vacunación y curación de heridas.
Con un asentimiento de cabezas le avisamos de que nos vamos, nos encontrábamos caminando hacia esa habitación y esto es desierto, callado y resulta también tenebroso con las paredes bien pintadas de un blanco pastel y puertas extrañas pero bonitas también blancas.
El aire que desprende esta clínica es siniestro da escalofríos de solo ver sus puertas.
Entramos a una que tenía el sello de curación y evaluación.