Hace miles de años, cuando el apellido Pendragon ni siquiera era conocido en su pequeño pueblo, el Reino del Rey Demonio conquistó todo lo que encontró a su paso. Siendo sólo detenido por lo que fueron llamadas: Las Bestias Divinas, seres creadores de la vida y le entregaron a la humanidad su apreciada Magia.
El Dragón Infernal, Leviatán, el señor de los Mares, el Titán de las Montañas, y el Hada de los Vientos. Defensores de la vida hasta el último de sus suspiros.
Aunque sus decisiones divinas hayan sido cuestionadas, es indudable que, por lo menos en algún momento de su historia, tuvieron la prioridad de proteger las creaciones de su padre, el Dios Guil.
Pero, no hay que olvidar que, si por alguna razón alguna de estas Bestias Divinas desapareciese, su Bendición que dieron al mundo, respectiva a su elemento, desaparecerá. Si las Bestias son gravemente heridas, esto afectará gravemente al equilibrio de la naturaleza.
Por eso mismo, los objetos que Orutra posee ahora mismo, podrían permitir la supervivencia de la humanidad.
"Me pregunto si algo como eso realmente me importa...". Fue su línea de pensamiento, mientras que junto a su nuevo compañero, Ozcar, atravesaba las praderas de la Región del Norte, que lentamente los acercaba a la Región Central del Reino.
La zona donde reside el campesinado, lugar donde últimamente ha habido una gran presencia de ciclones, fuertes ráfagas de viento que impiden el mantenimiento de los cultivos, son la razón para que el dúo de Aventureros se aproxime.
"Las creaciones del Dios Guil, las Bestias Divinas... una fue asesinada sin querer, y otra de menor rango fue levemente herida, ambas por mi culpa... Espero que, cuando yo muera, pueda recibir su perdón".
«¿Qué crees que sea eso del viento?». Preguntó Ozcar, intentando centrar su atención en la Misión.
«Quizás sólo sea una cuestión meteorológica. Quizás el Dios Guil intenta darnos una señal». Respondió Orutra.
«O quizás el Hada de los Vientos que viene para matarnos. Matarte, para ser exacto». Añadió Ozcar.
«No me pongas más negativo de lo que ya estoy».
«Ja, 'Negativo'». "Para ser un Mago de su calibre, definitivamente sigue siendo un niñito".
«Oye, Ozcar,». Preguntó Orutra. «¿por qué La Espada Negativa aparece y desaparece?». Cayó en la intriga al recordar lo sucedido posteriormente a su batalla contra la Reina y la respuesta de Ozcar.
«Tengo entendido que La Espada Negativa es atraída precisamente por Negatividad. No es algo muy exacto, pero eso es lo que sé».
«¿La desesperación es algo tan negativo?». Cuestionó Orutra.
«Claro. Desesperación, miedo, sentimientos que son opuestos a lo que una persona naturalmente buscaría en su vida. Pero claro, poniéndolo así, supongo que depende de cada uno».
"Entonces La Espada Negativa responde a los sentimientos contrarios de los que deseo... el contrario de desesperación... ¿Esperanza, quizás? ¿Lo que realmente quiero es esperanza...?".
Tarde o temprano, Orutra y Ozcar llegan al lugar de los hechos.
El sol aún brilla con todo su esplendor, aunque su temperatura es menor. El pasto es verdoso claro, y el cielo está despejado.
La brisa del aire es suave, relajante, ideal para salir a dar un paseo.
Lamentablemente, los Aventureros no tienen tiempo para paseos.
Aunque el clima parece mantenerse estable, los Aventureros se acercan a una granja cercana, y les pregunta a la familia que ahí habitaba acerca de los avistamientos de poderosas ráfagas de viento.
La respuesta resultó inesperadamente positiva, por lo tanto, la Misión no era un engaño.
Orutra termina por recomendarle a Ozcar usar su Sentido Mágico. Pero no es capaz de sentir nada fuera de lo común. O al menos, eso creyó en un principio.
Algo en el ambiente era extraño, casi somnoliento. El aire rozaba sus pieles con una suavidad anormal.
Es gracias a ello que los Aventureros, en vez de relajarse, se preparan para lo peor. Se preparan para lo que Ozcar predijo hace unos momentos.
El viento se vuelve cada vez más fuerte, concentrándose en un punto, donde empieza a formarse un tornado arrasador.
El colorido lugar se ve envuelto por las ráfagas de aire que atraen la tierra, impidiendo ver con claridad.
Pero Orutra consigue visualizar, dentro del tornado una gran sombra. La sombra de una mujer alada, contando consigo una corona formada por hojas, y un cuerpo casi al descubierto, llevando únicamente un vestido verdoso ligeramente transparente.
Tal y como temían, el Hada de los Vientos se presentó en sus tierras, arrasando los cultivos sin escrúpulos, y destrozando las cabañas con la pura fuerza del aire.
Apenas consiguen ver su forma, pero incluso si pudiesen verla directamente, unos Aventureros débiles como ellos no pueden enfrentarse a una Bestia Divina.
Pero aún así, Ozcar intenta dar todo de sí mismo para, al menos, evitar más destrucción, utilizando su poderoso hechizo de Fuego: 'Explosium'.
Sin embargo, y como era de esperarse, al no existir la bendición del Fuego por el Dragón Infernal, es imposible manifestar el Fuego.
Por otro lado, Orutra intenta usar La Espada Negativa.
Pero no ocurre nada. La Espada no aparece.
"¿¡Estar al borde de la muerte no es estar desesperado!?". Pensó, mientras agitaba su mano derecha, como si así fuese a aparecer.
Al notar que Orutra es incapaz de luchar, Ozcar opta por sugerir una retirada.
«¡No podemos irnos ahora!». Exclamó Orutra, seguido de: «¡¿Qué diablos hace el Hada de los Vientos aquí!? ¡Tiene que haber una forma de detenerla!».
«¡Bien bien, pero si nos morimos por falta de aire, será tu culpa!». Respondió Ozcar, canalizando su Magia para realizar un nuevo hechizo, el cual, con su enorme Maná, comenzó a reunir nubes oscuras en el cielo, rodeando los campos de la Región del Norte casi por completo: «Por la bendición que El Atormentador nos entregó, ¡manifiestate: 'Relampagum'!».
Editado: 13.01.2021