Me levanto de la cama una vez más, con el corazón alegre porque puedo ver el rostro de mi esposo a penas despierto. Verlo me da suficiente energía para comenzar mi día.
Ya casi se cumple un mes desde que abandonamos nuestro pueblo natal, se convirtió en Aventurero, y desde que conoció a sus compañeros de equipo con los que parece llevarse bien, lo he visto más alegre, más hablador. Son personas realmente agradables.
El Gremio de Aventureros no es un lugar precisamente cómodo para vivir, pero es mejor que nada. Es una gran ayuda para mantener nuestros ahorros, que últimamente sólo han ido en aumento gracias a mi trabajo en la enfermería y aún más por mi marido.
Desayuno junto a mi esposo y sus compañeros, adoro verlo tan feliz, incluso si no lo expresa tan claramente. Digo, el nunca fue muy expresivi. Aún así, no puedo evitar preocuparme al verlo irse para cumplir las Misiones a las que va casi a diario.
Mientras tanto, y debido a mi embarazo, me quedo trabajando en el Gremio como enfermera, usando mi Magia de Curación. Quizás no sea la gran cosa, pero es un ingreso que es necesario para nuestra familia.
Desde que nos mudamos a esta Región, yo también me siento mucho más feliz.
De repente, la Doctora local, o sea, mi Jefa, una mujer alta, de mediana edad, que parece vestir casi como una Noble a pesar de trabajar en el Gremio, me preguntó: «¿Estás casada, no es así, Iris?».
A lo que obviamente respondí con: «Sí, estoy casada con el Aventurero que se acaba de ir, el alto, se llama Orutra».
«Oh vamos, no bromees con eso. ¿Quién podría enamorarse de alguien así? Se ve tan... pobre y débil».
Ciertamente, me sentí un poco ofendida. La razón por la que me sentía más feliz aquí, es porque finalmente parecía que habían dejado de discriminar a Orutra por sus números. Por eso, le respondí amablemente: «Tengo mis propios motivos».
«¿Estás segura de que quieres pasar el resto de tu vida con ese tipo? Escuché que tiene Nivel negativo, ¡Nivel negativo! ¡Ese hombre es incluso más débil que una rata! Y con tu belleza, yo creo que incluso podrías tener al Héroe a tus pies». Dijo, casi histérica.
«Tengo mis propios motivos». Insistí.
De vuelta al trabajo, suelo encontrarme con los mismos clientes casi todos los días, de hecho, la mayoría pide verme personalmente en lugar de a la Doctora, y la mayoría de ellos son unos Aventureros arriesgados.
Por las mañanas, atiendo al equipo de Bagryant, unos hombres musculosos que se especializan en el combate cuerpo a cuerpo con puños, a pesar de que terminen heridos constantemente. Les gustan mucho las Misiones de cacería, así que vienen aquí a menudo y exigen estar conmigo para hablar sobre ciertos temas sentimentales en los que les he podido ayudar.
Por las tardes, me encuentro con el Aventurero solitario Spenden, un Ladrón, pero de los buenos, de los que roban a los ricos para dárselo a los pobres, y él es pobre, así que se lo queda él... Le gustan mucho los juegos de azar, aunque tiene muy mala suerte, así que roba seguido. A veces me invita a jugar cartas, y como le caigo bien, no hace trampa... creo.
Y por último, en el turno del atardecer, atiendo a los mellizos Flettoter, unos hermanos que se especializan en la Magia de Convocación, o sea, pueden crear sus pequeños ejércitos. Y en resumidas cuentas, uno aprende la mitad de los hechizos, y el otro se aprende la otra mitad, complementándose entre sí. Son unos jovencitos todavía, y suele suceder que su madre pasa por el Gremio para regañarlos, pero no son malos chicos.
Ya llegada la noche, siento mi corazón latiendo a mil mientras rezo con todas mis fuerzas, esperando a que mi esposo cruce la puerta del Gremio sano y salvo.
Afortunadamente, es así. Aunque han habido excepciones donde Ozcar y Pazuzu vuelven agotados, pero gracias a Guil, hoy todos están a salvo, hablando y riéndose entre ellos.
Y mi día finaliza en una humilde cena, casi parecida al desayuno. Con todas las personas que adoro a mi alrededor. A veces mis clientes pasan a saludarnos, aunque Orutra es un poco distante con ellos.
Sin embargo, hoy algo es diferente. Repentinamente, Ozcar me pidió hablar a solas.
Me pregunto para qué será.
«Lamento las molestias, señorita». Fue lo primero que dijo.
«Ya nos conocemos mucho, sólo llámame Iris». "Es un chico muy educado. Por lo que la Doctora me había dicho, me lo imaginaba un poco más... atrevido".
«Tengo unas pequeñas preguntas que hacerte, ¿te importaría?». Parece estar hablando de algo muy serio, o al menos, algo que lo tiene afligido. Me preparo para cualquier pregunta.
«Adelante. Pregúntame lo que quieras». Dije con tranquilidad.
«Orutra mencionó que... despertó en una playa hace tiempo, ¿hace cuánto fue exactamente?».
«Si no me falla la memoria... hace ya unos... cuatro meses. ¿Sucede algo?».
«Sólo es una pequeña duda. Y... ¿cuánto tiempo llevas embarazada?». "Son unas preguntas muy raras...".
«Ahora mismo debería tener... seis meses».
Ozcar se ve realmente impactado. Como si hubiera dicho algo que no desease escuchar. La cuestión queda en, ¿el qué? «Sólo unas cosas más...». Parece estarse dando ánimos a sí mismo. «¿Has notado algo raro en el comportamiento de Orutra? ¿Algo que esté fuera de lugar?»
«¿Fuera de lugar...?». Reflexioné aquella pregunta un momento. Y respondí con total sinceridad: «No, nada en lo absoluto. Sigue siendo el mismo maravilloso hombre con el que me casé». No podía evitar sonreír en aquel momento.
Sin embargo, Ozcar se veía aún peor, parecía estar molesto por algo, había algo que le incomodaba. Antes de poder preguntarle si estaba bien, él preguntó: «¿Puedo saber... por qué te casaste con él exactamente?». Se ve realmente incómodo. Sé que no lo dice con malas intenciones.
«Es una... historia un poco larga».
«Quiero escucharla, por favor». "Ah... Orutra mencionó que él soñaba con saberlo todo, supongo que decírselo lo ayudará".
Editado: 13.01.2021