El aire se siente pesado. El ruido que producen las pisadas genera un eco aterrador a lo largo y ancho de los pasillos de varios metros de altura. La oscuridad les rodea, la única iluminación que tienen es producida por la Magia de Ozcar sobre el Libro de Merlín. Y, sin importar dónde mirasen, veían cuerpos de personas que ya habían pasado a mejor vida. Pero, por las expresiones en sus rostros, saben que no lo hicieron de una manera agradable.
Hay espadas, flechas, martillos, hachas, cuchillas, troncos, espinas e incluso olor a veneno por todas partes. Los Aventureros del Clan del Este dieron todo de sí mismos hasta el último segundo, en búsqueda de completar la Mazmorra a toda costa.
Orutra mantiene la mirada sobre Evin, debido a que este es el más afectado por todo lo que les rodea. Simplemente, no puede evitar empatizar con él. Empatizar con alguien al que se le ha arrebatado todo de la noche a la mañana, y que ya no puede hacer nada para cambiarlo.
«¿Cuántos hemos visto ya? ¿Veinte...?». Preguntó Orutra, refiriéndose a los compañeros caídos.
«Veinticuatro, sin contar a Corry». Respondió Pazuzu, con ojos llorosos.
«Lamento decirlo pero, mientras más veamos, más cerca estaremos de Esfinge». Añadió Ozcar. «Ya van más de la mitad... Lo siento, si tan sólo hubiera podido percibir al Demonio antes, ellos estarían...».
«No, fue culpa mía por forzar a Evin a quedarse en el Gremio». Dijo Orutra.
Pero entonces, Evin interrumpió diciendo: «No lo hubieras hecho de no ser por...».
Orutra posó su mano izquierda sobre el hombro de Evin. De alguna forma, eso le resulta reconfortante. Orutra quería quedarse con el peso de la culpa para aliviarle.
Pazuzu añade: «En vez de lamentarnos, deberíamos seguir adelante e intentar salvar a los que sigan con vida».
Y Ozcar responde a ello: «Sí, tienes razón. Aún no es demasiado tarde, y el número de caídos disminuye a medida que avanzamos».
Orutra se queda pensando en ello, termina diciendo: «El número disminuye... Pero, no hemos visto grandes trampas, ni monstruos, ni rompecabezas... Más bien, desde que entramos, no hemos visto nada».
«Es cierto...». Dijo Evin. «No parece haber rastro de algo que pudiera hacerles tanto daño».
Y entonces, desde las profundidades de la oscuridad de la mazmorra, pueden oír una voz con eco, parece ser la de un viejo, un hombre viejo con mucha energía que recita: «¡A~ah, por fin decidieron hacerse una pregunta!». Repentinamente, al mismo tiempo, se escuchan fuertes pasos acercándose a los Aventureros en pie.
Antes de que pudieran reaccionar, Ozcar había desaparecido de su vista, mientras el ruido de aquellos pasos se alejaban.
«¿¡Se lo llevaron!?». Gritó Orutra quien, al intentar voltearse, notó que le faltaba un Guante y el Brazal derecho de su armadura. Sin embargo, decidió no darle importancia a ello, pues había una prioridad frente a él: El Libro de Merlín estaba en el suelo, Ozcar perdió su única arma.
Cuando Orutra intentó ir en dirección al último sonido de los pasos, el suelo se levantó, formando un gran muro. Mientras que, al otro lado, ocurría lo mismo, haciendo que terminasen encerrados en un lugar estrecho donde su única fuente de luz proviene del Libro de Merlín.
«Los descendientes de Merlín son problemáticos». Aún podía oírse la voz del viejo. «¡Con alguien así, nadie decide preguntarse nada!». Desde la misma nada aparece quien, por supuesto, era el viejo que había estado hablando. Un hombre de cabellos canosos, con espalda encorvada, con un bastón antiguo que usa para mantenerse en pie, y ropa de colores oscuros, formando una túnica que le recubre todo el cuerpo. Y, claro, cuernos en la frente y una gran cola que termina en punta. Aquel anciano era a quien buscaban: Esfinge Mephistophce, el Demonio del Enigma, y el verdugo del Clan de Evin.
El mismo Evin toma una navaja de su inventario, sus ojos están más abiertos que nunca y su respiración se aceleró de repente.
Frente a él, no sólo tenía a un Demonio, un tipo de monstruo temido a lo largo del Reino, sino que además tenía a quien le había arruinado la vida.
Las manos le tiemblan. Empieza a sudar. Sabe lo que quiere, pero no tiene el valor.
Pazuzu puede ver a Evin haciendo todos sus esfuerzos para hacer algo, sin embargo, ella le pide que mantenga la calma, pues lo que quiere hacer será inútil.
Pero eso no le importa. Quiere hacerlo, y no hay nada en el mundo que le detenga.
Evin se abalanza sobre el Demonio a oscuras. El filo atraviesa al enemigo.
Pero no ocurrió nada.
Incluso si el Demonio acababa de ser apuñalado, no le había hecho el más mínimo rasguño, no sangraba, y ni se inmutó ante lo ocurrido.
«Bienvenido seas, jovencito,». Dijo el Demonio, alzando la mirada por sobre el Ladrón. «al Cubo del Enigma».
Mientras tanto, en cualquier otro lugar de la mazmorra, el cuerpo casi inconsciente de Ozcar es lanzado contra la pared.
«Que... poco gentil». Dijo, mientras se levantaba y encendía una pequeña Luz con Magia en la punta de su dedo índice. Puede ver un lugar estrecho, por alguna razón, no parece haber salida a pesar de que acaban de entrar corriendo y, por mucho que mira a su al rededor, no hay nadie. Definitivamente escuchó pasos veloces y pesados, y está completamente seguro de que una mano lo cargó. Pero no hay nadie.
De imprevisto, siente un fuerte golpe directo en el estómago, el cuál lo deja descolocado durante varios segundos, cayendo de rodillas al suelo y retorciéndose. Vuelve a mirar a su alrededor, pero no hay nadie.
Sin embargo, puede ver que el suelo está lleno de polvo. Decide extender un poco la mirada y, así, consigue dar con que no está sólo, pues hay huellas de pezuñas entre el polvoriento lugar.
"¿Es una broma...?". Pensó Ozcar mientras se ponía de pie. "¿Un enemigo invisible, eh? Por el tamaño de su pie, no debería ser mucho más grande que un Centauro promedio, sin embargo, no hace ningún ruido. Así que, o está muy bien amaestrado, o me estoy enfrentando a un Humano increíblemente fuerte que casi me noquea de un golpe. El mayor problema... es que no tengo mi Libro, no tengo muchas oportunidades en esta situación".
A Ozcar se le escapa una risa. Puede oírse retumbar el ruido de un metal pesado.
Ozcar se ha equipado el Guante y el Brazal derecho del Hielo Infernal.
Editado: 13.01.2021