En lo más alto de las montañas que rodean el Reino Central, yace allí una persona de figura femenina. A penas se puede diferenciar bien, pero se le oye murmurar, mientras sostiene un trozo de papel entre sus pequeñas manos, lo toma con gran suavidad, como si no quisiera que descubieran lo que fuese a leer.
«¡Oh, no puede ser!». Exclamó en voz baja, con un tono muy impactado. «¡El Noble Romy va a confesar su amor por la campesina Juliet mañana! ¡Pero esto coincide con la fiesta del Rey! ¿¡Piensa decirlo frente a sus padres que rechazan su relación!?». De repente, parecía exaltada, con una combinación entre alegría y emoción. «¡Ah~! ¡Qué molesto es cuando sus historias no terminan con las cartas! N-no me gusta meterme en lugares con tanta gente... pero no puedo dejar esta historia de amor puro a medias...». La chica toma un respiro, dobla la carta cuidadosamente y la guarda entre la bufanda que recubría su cuello y se alargaba hasta sus rodillas. «Fu... pasaré a la siguiente». De la misma bufanda, desenvuelve una carta completamente distinta, de un papel más delgado. «A ver... 'Querida Iris, espero que te encuentres con buena salud. Desde la última vez que te vi...'. Blah blah blah... '... nuestro hijo ya está a punto de nacer... estoy emocionado y triste por no poder estar ahí para ti, y lo siento mucho. Prometo de todo corazón explicarte como es debido el por qué empecé este viaje. Esperando a que volvamos a vernos. - Orutra'». La chica quedó pensante un momento. «Ah, el nombre no me suena de nada, pero su letra se me hace extrañamente conocida... siento como si ya lo hubiese leído antes... En cualquier caso, no es una historia precisamente alentadora. El tipo parece estar realmente enamorado de su esposa, y está en un viaje por lo que no puede asistir al nacimiento de su hijo... Que lástima». La chica envuelve la carta, seguido a ello, junta las palmas de sus manos. «Que Guil los bendiga para que se vuelvan a encontrar». La chica empieza a caminar hasta a llegar a un río. Hace unos estiramientos y se prepara para algo. «Bien, hora de trabajar».
Se puede oír el agua chapotear. La chica desaparece de la vista. Solo queda el sonido del viento llevándose las hojas y que, en algún momento, llegan hasta la arena.
No mucho más lejos de esa arena, se encuentra la ciudad de Madinat, lugar donde los dos aventureros menos reconocidos del Reino, o sease Orutra y Pazuzu, junto a Ozcar, se preparaban para volver a emprender su viaje.
«¿Por qué siento como si un narrador acabara de tratarme como si no fuera parte del equipo?». Dijo Ozcar, extremadamente confundido.
«No digas tonterías,». Respondió Orutra. «y ya levántate, casi es hora de partir. Te recuerdo que fue idea tuya ir a la Biblioteca». Añadió, mientras forzaba a Ozcar a levantarse tirándole de la ropa.
«Para empezar, no era necesario levantarnos tan temprano». Respondió Ozcar. «Oye, ¿y Pazuzu?». Preguntó mientras Orutra le arrastraba por el suelo del Gremio.
«Ella ya está afuera, esperándonos». Respondió.
«¿Hmmm~?». Asintió Ozcar. «Me pregunto si querrá seguir siendo parte del equipo después de... lo de ayer».
«... Te mentiría si dijera que yo no lo hago».
Una vez que Ozcar decide hacer caso a las órdenes de Orutra, salen del Gremio, encontrándose con Pazuzu a las puertas.
«¡Ustedes siempre llegando tarde a todos lados!». Gritó la pequeña de cabello rojo. «¡No piensan ni un momento en la belleza a la que hacen esperar!».
«¿De qué belleza habla?». Ozcar mira a los alrededores. «Ah, Pazuzu, estabas aquí».
«¡Sigo exigiendote que cuándo me transformes me hagas más alta!». Gritaba.
"¿Cómo pueden tener tanta energía y ánimo después de todo lo que ocurrió? Bueno, al menos Pazuzu no se ve molesta".
Mientras Ozcar y Pazuzu discuten a gritos, Orutra esboza una leve sonrisa, seguido de un aviso de que ya es hora de partir.
Sin embargo, antes de poder hacerlo, las puertas del Gremio se abren una vez más, saliendo de allí el joven Evin Denmark.
«¡Menos mal llegué a tiempo!». Casi a falto de aliento, Evin llega frente al trío de Aventureros. «Casi lo olvido, ten esto». Evin le entrega a Orutra una pequeña bolsa de tela. Orutra la agita para imaginarse qué hay dentro, puede deducir que son monedas.
«¿Y esto por qué?». Preguntó Orutra, ligeramente confundido.
«Es por el trato, ¿te acuerdas? Si me ayudabas con Anisa, te pagaría. Hiciste lo que pudiste, así que ahora estoy cumpliendo con mi parte». Evin esboza una sonrisa extrañada.
Sin pensarlo dos veces, Orutra le devuelve la bolsa. Ozcar y Pazuzu quedan realmente impactados al ver a Orutra rechazando dinero. «Tú lo necesitas más que nosotros». Fue lo que dijo. «No tengo el valor para cobrarte después de lo que vivimos. Además, escuché que los Caballeros de Central están completando las Mazmorras, así que te será difícil seguir ganando dinero. No te preocupes, déjalo todo como un favor».
Evin sostiene la bolsa con fuerza, intentando aguantar sus sentimientos. «B-bien, te debo un favor entonces». Evin mira a Orutra directamente a los ojos. «Espero que nos volvamos a encontrar».
«Claro,». Responde Orutra. «volvamos a vernos algún día. Así que, mantente vivo para entonces».
«Lo mismo digo». Su triste sonrisa se deshace a medida que el trío de Aventureros avanza en su camino.
Orutra, Ozcar y Pazuzu, después de un par de semanas, abandonan la Ciudad del desierto Madinat Sahrawia.
Pero, no por ello habían abandonado el desierto. En cuanto llegaron a las primeras dunas, empezaron a notar la inexistencia de cualquier camino que seguir.
«¿Estás seguro de que está al sureste?». Preguntó Orutra. «La última vez que diste direcciones, casi nos morimos en el desierto».
«¿Pero llegamos o no?». Dijo Ozcar.
«Medio muertos». Respondió Pazuzu.
«En cualquier caso,». Continuó Ozcar. «esta vez estoy completamente seguro. Estudié la zona toda la noche y usaremos el mapa que nos dió Evin».
Editado: 13.01.2021