Los cuatro empezaron su pequeña encrucijada en dirección al mar del Este. Como ya están acostumbrados, no hay más que arena por donde sea que vayan, hasta que, llegado cierto momento, se empieza a sentir ese olor a agua salada.
Se pueden oír las olas contra la arena.
Y, al mismo tiempo, los cánticos de los altos, musculosos y barbudos hombres que están junto a sus embarcaciones de madera, equipados con hachas, cascos con cuernos de metal y pieles de variados animales.
En un conteo rápido, Ozcar dijo que habían unos 25, junto a unos 7 barcos. Probablemente habrían más que no alcanzaban a ver.
Y, en cuanto a los barcos, pudieron ver a un hombre más viejo que, aunque vestía igual a los demás, parecía ser menos bárbaro que los otros, pues justo a su lado, estaban los libros 'robados' y parecía haberles estado echando un vistazo a algunos de ellos.
Mientras Orutra, Ozcar y Pazuzu decidían cuál sería el plan para conseguir los libros sin ser descubiertos, no pudieron darse cuenta de que Alice se estaba dirigiendo directamente a los Vikingos, sin ningún tipo de vergüenza o duda.
Por supuesto, los tres Aventureros sacaron sus armas tan rápido como pudieron esperando una respuesta agresiva. Sin embargo, los Vikingos no tenían esa disposición hacia Alice. La recibieron con amabilidad entre ellos y parecían estarla invitando a su celebración.
Y es que, además, ella parece estarse comunicando con ellos, con sus propias palabras, haciendo señas, y de alguna forma dándose a entender.
"No puedo comprender como lo hace esta chica...". Pensaba Orutra, mientras envainaba la espada rota que carga desde su enfrentamiento con Ryen.
Poco después, Alice regresa con los Aventureros y les dice lo siguiente:
«Dicen que nos devolverán los libros si superamos un desafío». Fue lo que dijo. «Pero, claro, no nos devolverán el dinero».
«¿Desaf-?». Iba a preguntar Orutra, hasta que repasó las palabras de Alice. «Un momento, ¿como que dinero?».
Alice parece quedarse en blanco por un momento. Aparta la mirada disimuladamente. «E-este... ¿q-qué tan torpe creen que soy? ¿Creyeron que les di los libros gratis?». "¿¡O sea que los vendió!? ¡Maldita sea, date a entender todo de una vez!".
«Agh, ¿sabes qué? Da igual». Concluyó Orutra, retomando lo que antes intentó decir. «Entonces, ¿cuál es el desafío?».
«Este... si entendí bien...». Y entonces, Alice explicó lo que los Vikingos le habían dicho.
Una vez comunicado todo, los Vikingos les prestaron una de sus embarcaciones a los Aventureros.
Tras ello, tanto su barco, como otro más zarpan hasta estar bastante lejos de la orilla.
Por un lado, Orutra, Ozcar, Pazuzu y Alice, van en un barco donde a penas les queda espacio para ellos, y en el otro, otros cuatro fornidos Vikingos que al parecer son hermanos, en una embarcación mucho más grande e imponente, con una figura de madera en la proa y grandes velas, con grandes elementos decorativos plateados en la cofa.
"Estamos perdidos...".
El desafío consiste en lo siguiente: El único objetivo es llegar primero a la orilla. Y el ganador se llevará consigo los libros de la Biblioteca de los Sabios.
«Bueno, lo intentamos». Dijo Pazuzu, encogiéndose de hombros.
«Hicimos todo lo que pudimos». Continuó Ozcar, acomodándose en el poco espacio que había, casi recostandose, como si los demás no estuvieran.
«Fue divertido intentarlo». Añadió Orutra.
Alice está perpleja, casi no puede creer el desánimo. «¡N-no se rindan todavía! ¡Que su barco sea mucho mejor y ellos sean mucho más guapos y más fuertes no significa que sean mejores!». Las miradas de los tres se tornan seriamente hacia ella. «¡S-se supone que son Aventureros! ¿Dónde está el espíritu de querer ser los mejores?».
«Lamento decirlo pero...». Dijo Pazuzu. «nos dimos cuenta que trabajamos en esto por obligación, no por vocación».
Algo dentro del corazón de Alice se rompió.
El trabajo de Aventurero, los Aventureros de los que tanto había leído y escuchado, su versión idealizada de ellos, se había hecho pedazos.
Pero, mientras ella no estaba atenta, e intentaba argumentar seriamente el por qué deberían intentar superar las adversidades, Ozcar y Orutra tenían sus miradas puestas sobre la embarcación enemiga.
«¿Piensas lo mismo que yo?». Preguntó Orutra.
«Probablemente no. Lo que yo pienso siempre es mejor». Respondió Ozcar.
«Quizás si usamos 'eso', tengamos una oportunidad». Orutra apuntaba a algo, pero intenta no destacar mucho, para que los Vikingos no centren su atención en él.
Llegado el momento, ambos equipos esperaron hasta la salida del sol.
Llegado el amanecer, comenzaría la carrera hasta la orilla de la Región del Este.
El agua hace tambalear el bote.
Los primeros rayos de sol empiezan a salir.
Orutra y Ozcar sostienen los remos con fuerza, mientras Pazuzu y Alice apoyan moralmente a los mencionados.
Por otro lado, los Vikingos conversan con mucha calma mientras levantan el ancla de su barco.
El frío recorre sus cuerpos.
La marea se mantiene tranquila.
Y cuando el sol aparece por completo...
¡Orutra suelta el remo y se sostiene de la parte trasera del bote, metiendo la mitad del cuerpo al agua!
«¿¡Qué estás haciendo!?». Gritó Pazuzu.
«Escucha, Pazuzu...». Respondió Ozcar con su voz grave, casi seductora. «No hay vergüenza en hacer trampa, si a cambio se gana».
En ese momento, Orutra utilizó la característica especial de sus Botas del Hada de los Vientos, para que, con el Impulso, consiguieran una gran ventaja desde el primer momento.
Sin embargo, el bote no se movió.
Antes de que Orutra pudiese quejarse de que su primer plan no funcionó, pudo visualizar a los Vikingos llevándoles ya un par de metros de distancia.
Editado: 13.01.2021