El Valle de la Muerte.
El lugar que rodea y encubre la Torre del Tártaro. Con frondosos árboles de hojas color violeta, el pasto que se ha tornado lila, y un cielo que parece ser siempre de noche, absorbido por una densa niebla en la que es posible perderse si no se presta atención.
Las flores no crecen, pero los árboles siguen iguales desde hace miles de años, sin un más mínimo cambio.
Un bioma completamente corrupto por la influencia de la Magia del Rey Demonio por sobre el Tártaro, creando así un lugar donde todo ha de perecer, siendo su única excepción las Sombras y Muertos Vivientes.
En esta clase de lugar es donde el Equipo de Expedición ha de adentrarse.
No hay un olor en particular. Las pisadas de cada uno hacen sonar el pasto como si crujiera madera. No hay mucho que ver, pues la niebla lo dificulta, La Torre del Tártaro se encuentra oculta gracias a ello.
Por mucho que se intente tocar cualquier cosa, simplemente se hace pedazos al tacto. Todo lo que hay está muerto, pero en pie.
«Buen trabajo equipo». Dijo Orutra con voz agotada.
«Con esta ya van...». Añadió Ozcar, con el mismo tono. «cuarenta hordas... ¡Malditos sean, No Muertos!».
Y Pazuzu destaca: «Nunca dejemos que Orutra decida a quién unirnos otra vez».
Tras terminar de hablar, y viéndose los tres agotados en el suelo, se les acerca Ramosend quien, como mula de carga, les hace entrega de cantimploras con agua, diciendo: «Ustedes son realmente increíbles, mi campeón gritaría de la emoción con solo verlos, igual que ella».
Con eso dicho, Shivy se acerca a los Aventureros y dice: «Aunque papá sea el más aburrido, ¡me gusta mucho verlo pelear!». Y con ello, entrelaza sus brazos en el hombro derecho de su padre, mientras le mira. «¡Su forma de usar la espada es tan noble!».
«Me pregunto por qué será tan 'Noble'». Exclama Pazuzu con ironía, recibiendo una ligera patada por parte de Orutra y un codazo de Ozcar. «Que sensibles».
«Avancen». Dice el General Westadrin, con su voz plana y seria, tan imponente como siempre. «No tenemos tiempo que perder».
"El General parece tener mucho apuro... Ciertamente, no es como si nosotros no lo tuvieramos, pero... No solo hablo por nosotros que hemos estado batallando sin descanso, tanto sus hombres, como Ramosend y Legostone, están visiblemente agotados. Querer llevarnos más allá del límite e ir demasiado lejos... Pero, no es como si yo pudiera hacer algo al respecto. De estar en su situación, dominado por una raza más fuerte que la suya, es probable que yo haría lo mismo".
De esta forma, el viaje continuó hasta el anochecer.
Incluso si dentro del Valle de la Muerte es imposible diferenciar el día de la noche, su cuerpo mismo se los dice, les pide descansar, pero no importa lo que pase, Westadrin quiere seguir.
Y, con su mandato, nadie se atreve a llevarle la contraria.
«¿Falta mucho, papá?». Pregunta Shivy con sus ojos somnolientos y una voz que a penas puede consigo misma.
«No lo sé, querida». Orutra le responde con serenidad, mientras decide tomarla en brazos para que ella pueda descansar.
Ramosend se acerca a Orutra y dice: «Ella realmente te adora, incluso si no eres su verdadero padre».
«¿Eh? ¿Cómo sabes eso?». Pregunta Orutra claramente confundido, mientras relaja su caminar y baja la voz para no despertar a su niña.
«Ella me lo contó mientras ustedes peleaban». Responde amisgable. «Ya sabes, en una de esas donde casi me quedo en medio estorbando»
«No estorbabas, nosotros solo hacemos nuestro trabajo y es protegerlos». Dice Orutra con una leve risa nerviosa.
«Bueno, eso es lo que te quería decir». Concluye Ramosend.
Sin embargo, Orutra puede notar que estaba escondiendo algo, que quería decir algo más. «¿Qué hay de tu chico, te llevas bien con él?».
«Bueno... Bien, de lo que se puede considerar bien... supongo que bien». "¿Eso si quiera tiene sentido?". «Digo, él me quiere mucho y todo pero...». En aquel momento, tomó una vez más la navaja hecha por su hijo. «No es como si él estuviera orgulloso de mi como tu niña de ti».
«¿Por qué piensas eso?». Entonces, Orutra puede sentir las miradas de Ozcar y Pazuzu, quienes iban un par de pasos más adelante, escuchando la conversación con cierto interés.
«Bueno, eh... Él prefiere... hombres como tú, de hecho». Dice, añadiendo una pequeña y breve risa al final. «Aventurero, de gran corazón, fuerte, valeroso... esas cosas. Yo no soy así... Yo solo he... cargado con el legado de mi familia de Herreros, no es que me disguste...». Tras eso, Ramosend empieza a divagar sobre su familia y lo que ha hecho de su vida, hasta llegar a un punto donde ninguno le está escuchando.
«No es como si no pudieras cambiarlo, de todas formas». Decide interrumpir Orutra, haciendo que Ramosend entre en silencio. «No te digo que seas Aventurero, pero podrías demostrarle esas cualidades a tu hijo en tu propio trabajo, de alguna forma».
«¿Tú crees?». Su rostro esboza una sonrisa esperanzadora.
«No tienes por qué cambiar tu vida, solo... un pequeño trocito, cambiar la manera en la que haces lo que haces y dices lo que dices... quién sabe, quizás en algún momento, él pueda notar que tú también eres increíble».
Las hojas empiezan a moverse, algo perturba el suave movimiento en el pasto muerto.
Ocurrió en a penas un parpadeo.
De repente, de entre las profundidades del Valle, empezaron a desaparecer.
Los Elfos de Hielo, los hombres que acompañan al General empezaron a desaparecer de la vista de cualquiera que estuviese presente, a penas podían oírse sus gritos desvanecerse en la lejanía.
Lo único que podía oírse a parte de los gritos era un sonido metálico. Sonido que iba y venía.
¿Era ese, acaso, el sonido de unas cadenas?
Editado: 13.01.2021