El Héroe Negativo.

Epílogo: El Vacío en la Penumbra.

«... La muerte del Dragón Infernal, el leve derretimiento de los glaciares por el enfrentamiento contra la Reina de los Gigantes,». Decía un hombre de voz rasposa, arrodillado ante alguien mientras lee un papel entre sus manos. «la derrota del Hada de los Vientos, la derrota y traición intencionada de la Demonio de las Pesadillas, la derrota y casi muerte del Devoratierras,». Mientras más habla, más se ofusca la gigantezca figura frente a él. «la derrota de Ryen Lancaster y escape de la ley, la derrota y muerte del Demonio del Enigma, la derrota de los Vikingos, contar con el cuidado de un Semi-Humano, y por último, la muerte de Roy Hughes». Este hombre se levanta, con la cabeza baja y concluyendo: «Todo lo mencionado anteriormente son tan solo unos pocos cargos contra el Guerrero Negativo, sin contar aquellos 'aliados' que fueron asesinados por su influencia».
«Puedes tomar asiento». Decreta el hombre frente a él con voz profunda, un hombre erguido que no se deja ver el rostro por la oscuridad del lugar.

Mira un momento alrededor.
Es una habitación pequeña, cerrada, con las velas apagadas, hay una gran cantidad de hombres y mujeres con la cabeza baja, cada uno con una túnica de color púrpura, respetando a quien tienen en frente, sobre un podio y con el mayor derecho a la palabra.
Después de un momento, este hombre levanta su mano extendida hasta la altura del pecho, dejando ver la falta del dedo meñique.
Aquellos frente a él realizan el mismo gesto, dejándose ver también la falta del dedo.

El hombre frente a todos recita: «Alzad sus manos con más fe que nunca, pues todo aquello que ha sido revelado por el Juzgado al público y que nuestro hermano con tanto honor nos ha leído, nos confirma que nuestra creencia nunca fue en vano». Aquel señor levanta un poco más la voz. «Y todo esto no es más que un mensaje, un aviso de Dios para que cumplamos nuestro cometido». Tosiendo un poco al final, alzando aún más la voz, dice: «¡Ha llegado nuestro momento, es hora de que la profecía se cumpla! ¡Moveos hermanos míos, esto es por lo que tanto esperamos!».

La gente siente escalofríos por momentos, pueden oírse susurros entre ellos, cada uno un poco más intrigado que el anterior, manteniéndose escépticos ante el hecho que se les ha presentado.
Uno de ellos, o más bien, una, se levanta con la mano extendida.
Sus hermanos se sorprenden mientras el hombre frente a ellos le concede la palabra.

La chica dice: «Hay que moverse con cuidado, he escuchado dentro del castillo a los Nobles hablando sobre nosotros».
«Asegúrese de que nos mantengamos como rumores». Responde el hombre en el podio. «No podemos permitir que ningún miembro de la Mesa Redonda sospeche acerca de nosotros».
«Lamento decir que es un poco tarde». Responde la chica, con una sonrisa maliciosa.
«Expliquese». Exigió el hombre.

La chica se quita la túnica de encima, dejando ver su rostro y su equipamiento avanzado.
Largos cabellos de color ámbar al igual que sus ojos, llevando una armadura anaranjada como un vestido sin tirantes con una pieza de metal negra que va desde el cuello hasta poco más abajo del estómago, una joven leyenda entre los miembros de la Mesa Redonda, la mujer más joven en hacerse miembro de esta, una representante de la raza de los Oni en la Región Central, una mujer leal a la corona como ningún Caballero y un amor por su propia patria incomparable, hija de Setanta y Shion Ramu, aquella que según el Oráculo tiene el destino perdido en el limbo, Azhenry Ramu, aquella que domina el uso de la Invasora, una gran espada pesada que debe utilizarse a dos manos de color de la terracota y con su filo marcado con plata la cual además en la punta posee una pequeña curvatura hacia ambos lados.

«Mi nombre es Azhenry Ramu,». Dijo, tomando su espada con firmeza. «y en nombre del Rey, ¡exterminaré a la Orden de los Vacíos, aquí y ahora!». Con solo desenfundar su espada libera una potente ráfaga de viento que empuja a los de su alrededor.
«¡Huid, hermanos míos!». Exclama el hombre en el podio. «¡Cumplid la profecía!».
«Ni lo piensen».

En un poderoso movimiento de espada, Azhenry arrasa con los miembros de la Orden que tratan de escapar, haciendo que los que sobrevivieron por un suspiro corran en dirección contraria hasta llegar al podio, donde se encuentra su representante.

«¡No tienen escape, Vacíos!». La miembro de la Mesa Redonda apunta al enemigo con su arma desde la lejanía. «¡No permitiré que consigan la Espada Negativa antes que nosotros!».
«¡Hermanos, detrás de mí!». Gritó en desesperación. «No importa lo que pase, y no importa quién quede, ¡buscad al Mesías!».

Azhenry se abalanza con arma en mano, atravesando la habitación a velocidad vertiginosa y con una mirada decidida.

A las afueras del lugar, en una pequeña y humilde calle en medio de la Región Central, pueden escucharse los gritos aterrados de quienes estaban y pasaban por ahí. 
La gente empieza a conglomerarse, acercándose al lugar con curiosidad, pero sin acercarse demasiado por lo que pudiese haber allí, como admirando un espectáculo que no pueden ver.
Y entonces, saliendo del sótano de una pequeña casa de madera, aparece Azhenry Remu con unas pocas gotas de sudor corriendo por su frente. Su ropa está limpia como nunca, pero su espada es otra cosa, aunque está cubierta con los trozos de las túnicas púrpuras, se puede divisar las gotas rojas manchando el suelo a su pasar.
Los transeúntes quedan pensativos un momento, hasta que poco a poco empiezan a entender lo ocurrido allí, pues por fin, la Orden de los Vacíos había sido erradicada de su ciudad.

En unas pocas semanas se volvieron un rumor popular para la Región Central, con cientos de descripciones distintas y teorizando quiénes formaban parte de este grupo ocultista que buscaba al 'Mesías', aquel que le daría un nuevo destino a su mundo, igual que un Héroe, pero enviado directamente por alguna figura divina y no por decreto Humano, aunque algunos también decían que podían estarse refiriendo a un hijo del Rey Demonio que conquistará sus tierras con la misma fiereza que su padre.
Pero ya nunca lo sabrán, pues su líder, por las palabras de la miembro de la Mesa Redonsa, Azhenry Remu, estaba muerto, sin lugar a duda.
Con el pasar de las horas, varias personas más llegaron al hogar, incluso los dueños del mismo, una pareja casada de ancianos que siempre vivió allí, quienes entre lágrimas justificaron que no tenían idea de lo que ocurría en su sótano, pues nunca habían entrado por malas memorias en el sitio.
Aunque las malas lenguas por allí contaron que mentían, que debían ser ejecutados o investigados más a fondo, pero esto jamás se llevó a cabo. Azhenry exigió que nada de eso ocurriese, exigió que el Juzgado no metiera sus manos en el asunto, que el caso ya había sido cerrado por sus propias manos y no era necesario darle más vueltas.



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En el texto hay: fantasia, comedia, aventura

Editado: 13.01.2021

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