El Híbrido

Capítulo 2

Territorio Dracul en Bran, Braşov, Transilvania, Rumania, minutos después de haber acabado la primera batalla de la Guerra por la Unificación de los pueblos sobrenaturales.

Tan solo minutos necesitó Klaus para sentirse completamente recuperado. Amelia había ordenado al ángel de la muerte alejarse del licántropo para que su alma volviera a ser uno con su cuerpo, continuando su existencia en el plano donde habitan los vivos. Katha ya había perdido a su madre, y perder a su compañero eterno ese mismo día hubiera sido un golpe muy fuerte para la pequeña pelirroja, por lo que la hija de la Madre Luna no dudó en regresar a la vida al enorme guerrero Höller. Tras un fuerte abrazo que la pareja de predestinados se dio al saberse juntos, Katha recordó a su padre, quien de seguro ya había sentido la ausencia de su compañera eterna en este plano.

  • Debo ir a ver a mi padre -soltó Katha mientras dejaba el abrazo con Klaus y limpiaba las lágrimas que aún corrían por sus mejillas -. Quiero estar a su lado en este momento tan difícil.
  • Por supuesto -con esas palabras, Stefan otorgó el permiso para que la híbrida se aleje de sus responsabilidades en la manada y vaya en busca de su padre-. Te recomiendo sacar a Abelard del bosque y llevarlo a Lima. Que sus últimos días los pase a tu lado, rodeado de su manada, sintiendo que es comprendido y amado.
  • Gracias, Alfa. Así lo haré -tras emitir su respuesta a la sugerencia de Stefan, Katha tomó la mano de Klaus y junto a su compañero eterno cruzó un portal que Amelia abrió para llevar a la pareja hacia su destino.

En menos de un minuto, Katha y Klaus estaban en lo profundo del bosque en la frontera entre Alemania y Austria. A raíz de la deforestación de los grandes bosques, en muchos de ellos no quedaban espacios sin explorar por los humanos; sin embargo, los brujos habían abierto el paso hacia una dimensión paralela, a la cual solo podían acceder los sobrenaturales. Esta dimensión mostraba los bosques en su completa extensión, cuando La Tierra fue creada y las hadas eran los únicos seres que la poblaban. Al cruzar hacia la dimensión que mantenía ocultos a aquellos sobrenaturales que decidieron alejarse de sus pueblos para vivir una vida tranquila, sin tener que acoplarse a los avances tecnológicos y cambios que se daban en el mundo, Katha y Klaus se encontraron con una pequeña cabaña muy cerca de un río. La pequeña pelirroja reconoció de inmediato el hogar donde nació y creció hasta que sus padres decidieron que era el momento que se integrara a la manada, ya que ella debía acoplarse al tiempo en que nació, y no quedarse atrapada en uno que sus padres añoraban, por lo que decidieron vivir en la dimensión paralela.

Katha corrió hacia el interior de la cabaña, abrió cada puerta, pero no encontró a Abelard en ninguna habitación. La híbrida recordó que detrás de la cabaña estaba el huerto que su madre amaba trabajar, e imaginó que ahí encontraría a su padre, y no se equivocó. Al salir por la puerta trasera de la cabaña, pudo ver la imagen de Abelard, arrodillado entre los sembríos que su amada Aideen cuidó para ser cosechados cuando llegue el otoño. Las lágrimas que caían de los ojos del licántropo mojaban la tierra que las pequeñas y amorosas manos de Aideen habían nutrido con esmero durante siglos, ya que, al no ser un hada de la tierra, su talento para sembrar y cosechar era limitado, pero sus ganas de ver crecer la vida en ese huerto que su amado licántropo preparó para ella, llamándolo “El huerto de mi amada de fuego”, superaron las expectativas, y cada año otorgaba hermosos, enormes y nutritivos vegetales.

  • ¿Papá? -soltó temerosa Katha, buscando llamar la atención de Abelard. Ver la mirada acuosa de su padre, con esa expresión de dolor emocional que ella había experimentado minutos atrás, hizo que nuevamente la pequeña pelirroja empezara a llorar. Abelard, sin despegar las rodillas de la tierra del huerto, extendió sus brazos, pidiéndole a Katha un abrazo. La híbrida corrió hacia su progenitor, y se unió a él en un fuerte gesto que buscaba otorgar consuelo y resignación.

Klaus contemplaba al padre y a la hija llorar a la madre que nunca más volverían a ver con vida. El guerrero licántropo entendió que la familia que había iniciado al encontrar a Katha y descubrir que era su alma gemela crecería, ya que al percibir el sufrimiento de Abelard, entendió la recomendación de Stefan. A él no le disgustaba la idea de ser más de dos en casa. Acostumbrado a una enorme familia, ya que provenía de una que vio nacer ocho crías, Klaus no solo pensó en acoger a Abelard para cuidar de él hasta que su momento de partir de este plano llegue, sino en un hecho más que esa noche discutiría con Katha mientras la abrazaba al permanecer echados enfrente de la chimenea de la cabaña mientras Abelard dormía en su recámara.

  • Mañana, cuando padre Abelard despierte, le haremos saber lo importante que es para nosotros que nos acompañe a Lima para que se sume a nuestra familia -Katha no dijo nada, solo se aferró con más fuerza a su amado Klaus, ya que el gesto de este la conmovió-. Y creo que debemos hacer algo para darle a padre Abelard un motivo para existir feliz mientras llegue su momento de partir al encuentro con el Dios Supremo y madre Aideen -Katha no entendió a lo que su amado se refería.
  • ¿Y qué se te ha ocurrido que le podemos dar para mantener a papá alegre? -la cara llena de duda de Katha era muy graciosa, por lo que Klaus empezó a reír a carcajadas-. ¡No hagas tanto ruido, Klaus! Vas a despertar a papá -pidió Katha tratando de no reír, ya que ella se contagiaba fácil de las ganas de reír cuando escuchaba a Klaus haciéndolo.
  • Que tengamos una cría -soltó Klaus acercando su rostro al de Katha, pero sin llegar a besarla. Solo dos milímetros separaban sus bocas. Él quería escuchar la respuesta de su compañera eterna, una que debió esperar por varios minutos, ya que su confesión tomó por sorpresa a Katha, así que se demoró en procesar lo que acababa de escuchar.
  • ¿Hablas en serio, Klaus? -preguntó tímidamente la pequeña pelirroja.
  • Completamente -la tierna mirada que Klaus ofreció a su amada fue a consecuencia de que empezó a imaginársela luciendo un enorme vientre que contenía el fruto del amor que se tenían.
  • Pero ¿no crees que es un mal momento para concebir y que nazca un bebé? Apenas ha iniciado esta terrible guerra contra Satanás -preguntó Katha tratando de ser coherente con el momento que se vivía.
  • Habrá quienes debamos aparentar ante los humanos que nada raro ocurre más allá de su entendimiento, y al trabajar en el instituto, creo que podemos ser nosotros quienes nos encarguemos de ello. Marianne, al pertenecer a la familia alfa, tendrá que ir a la guerra, así que nosotros nos quedaremos lejos del combate para hacer su trabajo. No podemos dejar todo a la deriva, necesitamos seguir cumpliendo con nuestros deberes ante los humanos y generar ingresos para sostener a la manada -la explicación de Klaus le pareció inteligente y cierta, por lo que Katha cortó el milimétrico espacio que quedaba entre sus bocas para darle un beso.
  • Entonces, acepto tu propuesta. Tengamos una cría -soltó Katha plasmando la felicidad que sentía en su rostro con una enorme sonrisa que hacía que sus pecas se vuelvan más notorias.




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