El Híbrido

Capítulo 3

En la Mansión Höller en el vecindario privado de Renania, Santiago de Surco, Lima, Perú, previo a iniciar la misión en el Inframundo.

Al haberse completado el equipo de incursión de los aliados con la colaboración de Abelard, se pasó a comunicar a los guerreros seleccionados la misión que se ponía en sus manos. La juventud hizo que la alegría llegara a ellos porque en lo primero que repararon fue que sus habilidades estaban siendo reconocidas por los adultos, honor que les llenó de orgullo. Para la mayoría fue muy estimulante saber que participarían en la misión en parejas, salvo Elrond que tuvo difícil el tranquilizar a Caroline y convencerla de no exigir ir a su lado, ya que, al temer por la vida de su compañero predestinado, no quería dejarlo ir sin ella acompañándolo.

  • No te preocupes, yo también voy sin mi predestinada, así que cuidaré de tu compañero -dijo Darius cuando al estar ya reunidos todos los elegidos en la Mansión Höller, Caroline seguía insistiendo con que ella también debía ser parte de esa peligrosa misión.
  • Darius es el mejor guerrero Dracul, así que Elrond tendrá bien cubierta la espalda -comentó Kiram, apoyando la iniciativa de su cuñado para calmar el ímpetu de Caroline.
  • Amor, por favor, entiende razones. Por algo los adultos nos han elegido a nosotros y no te han incluido en el grupo. Dame la tranquilidad de saber que estarás esperándome manteniendo la calma -el pedido de Elrond iba acompañado de una mirada afligida.
  • ¿Me prometes que cuidarás de él? -preguntó Caroline a Darius con ruego en su voz. El vampiro, quien no había bajado la capucha de la capa que lo cubría, asintió sin que nadie pudiera ver su rostro -. Entonces, ve tranquilo. Sé por Amelia que Los Dracul son honorables y cumplen su palabra, por lo que confío que Darius te protegerá al no poder hacerlo yo -cuando terminó de hablar, Caroline se aferró al cuello de Elrond, y este la cargó sujetándola por la cintura.
  • Regresaré a ti pronto, amor -decía Elrond mientras Caroline lloraba por tener que despedirse de él.
  • ¿Se puede saber por qué hay tanto drama en esta sala? -la voz alegre de Lena se escuchó en la habitación donde los guerreros elegidos para la misión esperaban órdenes.

De inmediato, el cuerpo de Darius se tensó, y el vampiro giró para quedar enfrente de una de las paredes de la sala. Debía aguantar las ganas de correr hacia donde estaba Lena, su predestinada, quien acababa de cumplir los diez años, luciendo mayor de cuándo la conoció. Todos en la habitación sabían sobre la relación predestinada entre vampiro e híbrida de brujo y licántropo, así como la decisión de Darius de no tratar a Lena antes de que ella cumpla los veinte años, edad en que el vampiro ya podría presentarse ante su amada alma gemela e iniciar una vida juntos. Sin embargo, mantener a Lena alejada de él era complicado, ya que al ser Kiram -el hermano mayor de Lena- el predestinado de Ileana -la hermana menor de Darius-, y estar estos dos viviendo juntos en el Clan Dracul como compañeros eternos, la niña exigía a sus padres ir constantemente a visitar a su hermano -a quien amaba muchísimo- y a su cuñada -con quien congenió muy bien desde el primer momento que entablaron conversación-, haciendo que la pequeña sea una constante invitada en el castillo.

  • Caroline, no llores por Elrond. Él es valiente y muy fuerte, así que estará bien -dijo Lena tratando de animar a su prima política-. Además, Kiram irá con él, y lo cuidará. Mi hermano es muy fuerte e inteligente, así que logrará que todo esté bajo control -la admiración de Lena por Kiram hizo sonreír a todos, ya que les pareció muy tierno que la niña tenga esas palabras llenas de orgullo para el hermano mayor.
  • ¡Gracias, princesita! -exclamó enternecido Kiram a la par que se acercaba para cargar en sus brazos a Lena-. Yo también te amo mucho, mi pequeñita -el tierno gesto entre los hermanos era de gusto de todos, menos de Darius, quien no soportaba que otros puedan estar tan cerca de Lena y él no.
  • ¡Suéltala! -gritó el vampiro escondiendo su rostro con la capucha. A Lena no le gustó la rudeza con la que se dirigió a Kiram.
  • ¡¿Quién eres tú para hablarle así a mi hermano mayor?! -Lena era una niña muy dulce, pero cuando alguien atacaba a su familia, su actitud cambiaba por completo-. Kiram tiene todo el derecho de abrazarme, y a mí me gusta que lo haga, así que no te atrevas a gritarle. ¿Entendiste?

El regaño de Lena paralizó a Darius, que no supo qué hacer o decir. El resto en la sala estaban igual de pasmados que el vampiro. En eso Lena se soltó de los brazos de Kiram y empezó a caminar hacia Darius. El miedo de pensar que ella vería su rostro y que sus miradas se encontrarían hizo que Darius se moviera con su sobrenatural rapidez hacia donde estaba Ileana, colocándose detrás de ella. «Hermana, ¡ayúdame!», pensó Darius, e Ileana lo escuchó.

  • Perdona a mi hermano, pequeña Lena. Desde temprana edad se ha dedicado a perfeccionarse para la guerra, por lo que ver a un guerrero demostrando afecto le parece abominable -fue lo primero que se le ocurrió a Ileana para ayudar a su hermano, sin pensar en el mal concepto que crecería en Lena sobre Darius.
  • No hay nada de malo en amar y ser amado. La grandeza de los guerreros licántropos nace del amor que tienen por sus familias y manada, por quienes no dudan en entregar sus vidas a cambio de que puedan existir en paz. Eso debería aprender tu hermano para que deje de ser tan amargado -Lena demostraba su enojo con esas palabras, más el ceño fruncido que llevaba. Darius miraba el suelo de la sala mientras pensaba que el corazón le iba a estallar por cómo había empezado a latir desde que escuchó la voz de la niña que era su alma gemela.




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