Capítulo 11
En territorio Walczak, en Gdansk, voivodato de Pomerania, Polonia, tras unirse un clan más a La Nueva Alianza.
A pedido de Stefan, Patrick había llevado una adenda del pacto firmado por los líderes de los pueblos sobrenaturales donde se añadía a Los Walczak como parte de la alianza. El Alfa Höller no dudaba que su hijo lograría su propósito, por lo que formalizar el ingreso de dicho clan vampírico a La Nueva Alianza era algo que no debía hacerse esperar. Tras soltar el abrazo con Ileana, el Delta Höller comunicó a Anastazja sobre la existencia del documento y el requerimiento de que sea firmado por ella y el resto de representantes de los pueblos sobrenaturales que formaban parte de la comitiva.
- Estimado Delta Höller, por favor, permítenos degustar calmadamente de este momento al organizar una rápida ceremonia y celebración –pidió Anastazja con súplica-. Los Walczak hemos tenido muy pocas oportunidades para regocijarnos en los últimos siglos, así que hagamos que esta sea la primera de una nueva y mejor existencia que llevaremos al lado de los demás sobrenaturales.
- Yo creo que no habrá problema en aceptar tu pedido, querida hermana –comentó Ileana mientras compartía telepáticamente con Viktor y Stefan lo solicitado por la vampira polaca, ya que estos dos estaban alejados, recibiendo las disculpas del General Walczak por haberlos mirado mal e intentado atacarlos.
- ¡Por supuesto que no hay problema! –respondió Viktor muy animado desde donde se encontraba con su padre, ancestros y guerrero vampiro arrepentido. Ante la mirada llena de duda del general, Viktor se explicó-. Tendremos ceremonia de firma de pacto y celebración por el inicio del nuevo estilo de vida de Los Walczak –la inocente alegría del joven dios cautivó a los vampiros polacos, ya que no se esperaban que el representante de la máxima divinidad avalara tan entusiasmado el festejo propuesto por Anastazja.
- Por favor, Alfa Höller y quienes lo fueron antes del actual, así como los demás representantes de los pueblos sobrenaturales, permítannos preparar algo sencillo y compartir con nosotros nuestra felicidad –pidió Anastazja mirando con súplica a Stefan y los demás.
- ¡Por supuesto! –respondió Stefan mirando a sus acompañantes. Todos aceptaron la invitación con sonrisas y venias-. Será un placer acompañar a nuestros nuevos aliados y hermanos sobrenaturales.
Demostrando que Los Walczak estaban bien organizados, en menos de una hora habían acondicionado el enorme salón para la ceremonia, donde respetando los protocolos para estos casos, se procedió a firmar la adenda donde se indicaba la incorporación del clan vampírico polaco a La Nueva Alianza. Tras comunicar a los suyos el desenlace de la visita a Los Walczak, Stefan, Viktor y los demás que conformaban la comitiva pudieron relajarse y disfrutar de la celebración, la cual empezó con una cena. Pidiendo ayuda a Patrick, los vampiros polacos pudieron poner sobre la mesa aquellos manjares que licántropos, elfo, hada, bruja y felino disfrutarían. «Saber lo que le gusta a Ileana es simple porque ella es como nosotros», se explicó Anastazja cuando sirvieron las viandas y detalló que su gente no necesitó consultar sobre las preferencias de la vampira rumana.
- Estimada señora, ¿me permite hacerle una pregunta? –consultó muy respetuoso Viktor, pero con un semblante serio, algo que preocupó a la lideresa Walczak.
- ¡Por supuesto, joven dios! –respondió la vampira polaca, llamando a Viktor como todos lo hacían entre los sobrenaturales.
- ¿Cómo obtuvieron la sangre que Los Walczak e Ileana están disfrutando? –la pregunta que formuló Viktor hizo que Anastazja abriera los ojos de par en par, para luego agachar la cabeza-. Como me lo temía, sangre humana obtenida por la fuerza.
- ¡Perdón, joven dios! Comprenda que nuestro cambio recién empieza –se excusó Anastazja al sentirse avergonzada.
- Papá, la manada más cercana es la nuestra. ¿Podrías disponer que los nuestros abastezcan periódicamente a Los Walczak de alimento? –el pedido de Viktor, lleno de respeto, hizo sonreír a Stefan, ya que, aunque su hijo se encontraba por encima de él en todos los aspectos, no perdía las formas que deben darse entre padres e hijos.
- Claro, hijo. Eso ya se había considerado –respondió Stefan, y mirando a Baihu, invitó al felino a participar de la charla.
- Joven dios, el Señor Felino, mi primo Wang Qiang, ha determinado el grupo de felinos que se establecerá en territorio Walczak tras la incorporación de este clan vampírico a La Nueva Alianza, así como lo hemos hecho en territorio Dracul y Hagi, para proveer alimento libre de crueldad a nuestros hermanos vampiros y protección, de ser atacados por Satanás y sus seguidores –la respuesta de Baihu alegró a Anastzja, así como al consejero y general que también acompañaban en la mesa a la comitiva.
- Igualmente, el Gran Hada ha dispuesto que el campamento más cercano se traslade a territorio Walczak para aportar al cambio de estilo de existencia de nuestros hermanos vampiros –comentó Emma mostrando una enorme sonrisa, ya que la hacía muy feliz que un nuevo clan se haya unido a los sobrenaturales.
- Por estos lares no hay muchos brujos, ya que los magos oscuros obligaron a los míos a huir a tierras cercanas a las manadas para protegerse. No obstante, el Brujo Supremo coordinará con usted, mi señora, la incorporación de brujos a su clan, ya que, al igual que las hadas, los brujos queremos apoyar al cambio de Los Walczak –añadió Killari aportando a que la felicidad de esos vampiros aumentara. Sin embargo, en el rostro de Anastazja apareció la sombra de la venganza al escuchar que se mencionó a los magos oscuros.
- Estimada señora, ¿algo perturba tu felicidad? –preguntó Viktor mirando fijamente a Anastazja.
- Joven dios, ¿podría conocer el nombre del mago oscuro que dio la orden de acabar con mi familia? –preguntó Anastazja tratando de no dejar ver en su rostro las ansias por venganza.
- ¿Con qué finalidad quieres conocer el nombre del culpable de tu desdicha? –preguntó Viktor con apacible semblante.
- No sé si es correcto, pero quisiera ir detrás de aquel que me arrebató la felicidad –dijo Anastazja con una expresión que era la mezcla de la ira con la tristeza. La vampira sentía ira contra aquel cobarde que ordenó la matanza de su familia y la tristeza se daba porque sabía que no era correcto buscar venganza, más aún cuando quería cambiar.
- Eso no se va a poder –respondió Viktor manteniendo el semblante apacible.
- Sé que hago mal en pedir que se me permita hacer justicia al querer buscar a quien acabó con mi familia, pero comprenda, joven dios, que no es fácil de buenas a primeras dejar atrás la manera de existir que he seguido por tantos siglos –se explicó Anastazja con la intención de que se permita por última vez comportarse como estaba acostumbrada a hacerlo.
- Me alegra escuchar que eres consciente de que no está bien que quieras vengarte –dijo Viktor mostrando una inocente sonrisa-, pero mi negativa radica en que ese mago oscuro ya no camina sobre La Tierra al haber sido exterminado algunos años atrás –saber ello aportó a que Anastazja se sintiera aliviada, como si le hubieran quitado un peso de encima, el deseo de vengarse-. Kerem de Anatolia era su nombre, y Lucian Dracul acabó con él, acto que dejó claro que el clan del cual es príncipe rechazaba el pacto con Satanás.
- Ahora tengo un motivo más para estar agradecida con el Príncipe Lucian y los suyos –mencionó Anastazja sonriéndole a Ileana, quien respondió el gesto con otra sonrisa.
- Exacto. Él ya se hizo cargo de quien te lo arrebató todo cuando eras humana, ya que fue Kerem de Anatolia quien sugirió a Szymom que te convirtiera –empezó Viktor a dar mayor información sobre los hechos del pasado-. El mago oscuro tenía curiosidad por saber con qué recuerdos despertarías tras renacer siendo una vampira, y la satisfacción de haber creado una máquina de destrucción por el consejo entregado al Señor Walczak fue de su beneplácito. Ahora que sabes que ese horrendo ser ya no existe más en este plano ni en ningún otro, ya que su alma fue devorada siglos atrás por los hijos de Satanás, puedes seguir tu camino hacia la salvación.
- Gracias –fue lo único que pudo decir Anastazja al darse cuenta que no había impedimentos o excusas para no seguir los propósitos que el Dios Supremos tenía para los vampiros y hacía llegar a los sobrenaturales a través de la Madre Luna y, ahora, del Híbrido.