El Híbrido

Capítulo 14

En el Inframundo, tras siete años de exilio de los hijos de Satanás.

El tiempo, magnitud física que junto al concepto de espacio limita y define la realidad, continuó su marcha, una que en el plano de los humanos difiere mucho del Inframundo, donde a veces un año humano puede sentirse como un segundo en los dominios del embaucador, y otras como una eternidad. Los cinco hijos de Satanás acusados de ser los principales responsables de la pérdida de la segunda piedra de luna de las tres que en un principio tuvo en su poder el principal exiliado de Los Cielos habían estado trabajando de sol a sol en la construcción del nuevo palacio, uno que igualaba al primero en tamaño y extensión, pero que se diferenciaba por el aura pura y santa que se sentía en toda la compleja estructura que sobresalía por su belleza arquitectónica.

  • Sí que eres bueno en tu trabajo, hermano –dijo Belfegor a Leviatán mientras admiraba el paisaje que tenía como principal atención el hermoso palacio de paredes de color greige, tono que resulta de mezclar el gris con el beige.
  • Gracias, pequeño Bel, pero yo solo hice los planos de la estructura. El diseño arquitectónico salió a partir de ideas que ustedes dieron –respondió Leviatán expresando humildad y realzando los talentos de sus demás hermanos.
  • Pero tú supiste expresarlo en los planos y guiarnos para hacerlas realidad –agregó Mammon sonriendo al tercero de sus hermanos, a la envidia.
  • Acepta nuestro reconocimiento a tu talento, Lev –añadió Belcebú maravillado con la vista del palacio desde el campamento donde por esos siete años habían convivido en real hermandad-. Esto es pura belleza. Buen trabajo, hermanos –y Belcebú extendió su brazo derecho con la mano hecha puño hacia un imaginario centro que cada hermano completaría al responder el saludo en grupo.
  • Buen trabajo –dijeron Mammon y Leviatán en coro.
  • ¡Buen trabajo! –exclamó emocionado Belfegor-. Ven, Belial, que faltas tú para completar nuestro saludo –gritó el menor de los hijos de Satanás al llamar al penúltimo de sus hermanos.
  • Ya voy. Solo saco este hermoso asado que he preparado para la cena de hoy –respondió Belial, y tras dejar sobre la mesa la vaporosa bandeja que sacó del horno de barro de la rústica cocina del campamento, corrió para unirse a sus hermanos en el saludo que mostraba la unión que había crecido entre ellos.
  • Somos buenos en todo lo que hacemos cuando nos mantenemos unidos –agregó Mammon, el mayor de los hijos de Satanás.
  • ¡Sí! Sigamos así por siempre –la alegría de Belfegor era tan contagiosa que todos empezaron a reír.
  • Bueno, ¿quién tiene hambre? Sé que falta un par de horas para cenar, pero puedo tomar un poco de la carne de ese asado y junto con el pan que quedó de la mañana y unas hojas de lechuga hacer un aperitivo previo a la cena –ofreció Belial sintiéndose muy feliz al poder convivir en completa paz un día más con sus hermanos.
  • Esa idea es muy buena, Belial –aceptó Leviatán mientras aplaudía la iniciativa del hermano representante de la soberbia.
  • ¡Síííí! Yo tengo hambre, no llego a la cena –confirmó así Belfegor que apoyaba la idea de Belial.
  • Bueno, un sanguchito no nos caería mal –dijo Belcebú salivando al imaginarse el sabor de la tierna y jugosa carne asada, que olía de maravilla, junto con el pan y la lechuga.
  • Para ti, cualquier cosa que se pueda comer no cae mal –bromeó Mammon con el cuarto de los hermanos que representaba a la gula, y junto al resto caminó siguiendo a Belial para tomar ese aperitivo previo a la cena.

Siete años alejados de los demás residentes del Inframundo, encerrados en ese mágico lugar que recreaba El Jardín del Edén, no se sintieron como un castigo. Aunque las jornadas construyendo ese enorme palacio fueron agotadoras, la hermandad que se respiraba entre los cinco hijos de Satanás era tan gratificante que la ayuda que se prodigaron hizo posible que lo extenuante del trabajo no los agobie, y que la alegría siempre esté presente. Las deliciosas comidas que preparaba Belial no solo llenaban de energía los cansados cuerpos, sino que reconfortaban el espíritu de cada hermano. Ellos, más demonios que la soberbia por el importante detalle sobre su concepción, habían olvidado lo que cada uno representaba, siendo Mammon generoso; Leviatán caritativo; Belcebú moderado; Belfegor diligente, y Belial humilde. Todos habían hecho crecer sus espíritus gracias al don de servicio al cual se entregaban cada día, hasta aquel en el que descansaban, ya que, al finalizar ese día dispuesto a su propio gozo, regresaban con regalos para los otros, detalle que dejaba ver que pensar en los demás hermanos era una constante en cada uno de ellos.

Sin embargo, el tiempo de mantenerse en ese paraje secreto terminó, y al haber cumplido con la tarea asignada debían volver a retomar sus cargos y jerarquías, regresando al lado del Inframundo donde nacieron, donde esa magia celestial que hizo dormir el pecado que representaban, la esencia demoniaca, desaparecería, haciendo que vuelvan a ser los que fueron antes de haberles impuesto ese castigo. Y eso era lo que entristecía a Belial, saber que no volvería a convivir con sus hermanos de la misma manera que estuvo haciéndolo por esos siete años.

  • «Quizá, por mi lado celestial, podré seguir siendo el mismo que he sido en esta parte del Inframundo bendecida por la magia élfica, pero ellos no» –empezaba a reflexionar Belial sumido en sus pensamientos cuando la noche ya había caído y se encontraban descansando sobre las litera-. «Mammon regresará a ser el mismo imbécil de siempre, con sus ganas de tenerlo todo solo para él, así como Leviatán sufrirá al ver lo que los demás tienen y él no, llegando a hacer hasta lo indebido con tal de obtenerlo. Belcebú volverá a sentir esa hambre voraz por todo con lo que se tope, sea desde comida hasta conocimiento, por lo que será nuevamente un asqueroso caprichoso, y Belfegor dejará de ser el jovencito servicial que ha sido en estos siete años para ser un gran negligente. De los cuatro, el que más me va a doler que regrese a ser lo que por naturaleza le toca es Belfegor porque al ser el único menor a mí, llegué a sentir que podía persuadir en él, de tal manera que llegue a ser una mejor versión de sí mismo para siempre. No obstante, no debo olvidarme de mí. ¿Volveré a ser el mismo desgraciado que pagó la lealtad de sus generales y legiones con la muerte, solo porque mi orgullo se vio herido tras perder la primera batalla contra los felinos? El Belial que ha permanecido en esta pequeña versión de El Paraíso no quiere volver a sentirse miserable».
  • «Todo lo que existe tiene la posibilidad de ser afectado por el cambio» –una desconocida voz resonó en la mente de Belial, lo que sorprendió al hijo de Satanás, haciendo que deje el descanso que sus hermanos ya disfrutaban, faltando solo él en caer en el placentero mundo de los sueños.
  • ¿Quién eres? –preguntó en alta voz la representación de la soberbia.
  • «No es necesario que uses tu voz para que te pueda escuchar y responder» -resonó nuevamente en su cabeza la voz que le hablaba, y pudo identificarla como la de un varón-. «Soy El Hijo, aquel que tras resucitar bajó al plano donde naciste y es gobernado por tu padre».
  • «¿Eres El Cristo?» -preguntó emocionadamente sorprendido Belial. La mezcla entre alegría y miedo era perturbadora para la soberbia, ya que durante los años viviendo bajo la influencia de la magia élfica no había tenido la necesidad de sentir temor ante lo que tenía a su alrededor.
  • «Así es. Pero ¿por qué temes, Belial? Deshazte de esa emoción, ya que no me he conectado en comunicación telepática contigo para infundirte temor» -lo mencionado por El Hijo hizo que la soberbia se sienta más confiado en poder mostrarse tal como era ante aquel que formaba parte de la Trinidad de Los Cielos.
  • «¿Qué es lo que te ha llevado a comunicarte conmigo?» -preguntó Belial mientras dejaba la habitación que compartía con sus hermanos en el campamento.
  • «Las dudas que tienes sobre cómo serás al dejar ese especial lugar que tu padre ha podido construir al haber arrebatado la magia de Celestiales que decidieron encarnar para ayudar a la labor de Mi Padre en La Tierra» -respondió El Cristo de inmediato-. «Belial, hijo de Satanás, representación de la soberbia, ¿acaso temes dejar de ser lo que te has convertido en estos últimos siete años?» -preguntó directamente El Cristo.
  • «Sí» -respondió Belial, y algo que nunca había experimentado, sucedió: lágrimas rodaron por el bello rostro de la soberbia-. «¿Qué es esto?» -preguntó Belial nuevamente asustado.
  • «Lágrimas. Tu lado humano te permite poder expresar tus emociones y sentimientos a través de una respuesta corporal tan sublime» -respondió nuevamente El Hijo.
  • «Llorar es muestra de debilidad, y yo no soy un pusilánime debilucho» -soltó Belial mientras secaba toscamente las lágrimas que caían de sus ojos.
  • «Eso es una mentira tan grande como el sol que calienta e ilumina el sistema al que pertenece La Tierra» -respondió El Cristo mientras reía-. «Llorar es una forma más de expresar lo que sientes, solo que, al ser el medio preferido de los infantes, niños y mujeres para soltar emociones, los machos varones que no quieren aceptar que pueden sentir miedo, han infravalorado esta maravillosa expresión de humanidad, ya que se llora no solo por tristeza y miedo, también se hace cuando la alegría está exorbitada, así como la ira y el desagrado sobrepasan los límites, o cuando la sorpresa es demasiado grande. ¿Por qué lloras, Belial?» -preguntó El Cristo, y después de unos minutos en silencio, que la soberbia usó para reflexionar en esa pregunta, respondió.
  • «No quiero dejar lo que conseguí en estos años, no solo para mí, sino para mis hermanos. Milenios conviviendo con ellos y esta es la primera vez que puedo mantenerme en el mismo lugar junto a ellos sin desear matarlos» -decía Belial, y al darse cuenta que exponer que alguna vez quiso acabar con la existencia de sus hermanos era un gran pecado, sintió vergüenza-. «Perdón, no debí expresarme de esa manera» -se disculpó Belial, pero El Cristo le pediría continuar con su respuesta-. «Por ello siento tristeza y miedo al pensar en que los cinco volveremos a ser quienes siempre hemos sido, por lo que volveremos a tratarnos como siempre lo hemos hecho, como si fuésemos unos desconocidos que lo único que nos une son las ganas de competir entre nosotros para saber quién es el mejor. No quiero olvidarme de todo lo que hemos vivido en este Edén, y tampoco quiero volver a sentir las ganas de querer acabar con ellos, desear que no hayan existido» -la sincera respuesta de Belial hizo que las lágrimas volvieran a rodar por el hermoso rostro de la soberbia.
  • «Belial, si me comunico contigo es porque me ha conmovido el confirmar que tu parte celestial no ha sido destrozada por la crianza demoniaca que has recibido. Tu lado humano te permite conocer tanto la bondad como la maldad, y elegir por cuál camino quieres andar, y veo que tú te estás inclinando hacia la luz. Por ello te voy a revelar lo que vendrá para que estés preparado y no sufras al darte cuenta que lo que tuviste durante este tiempo castigado por tu padre, no lo volverás a experimentar» -dijo El Cristo, y la soberbia solo pudo agachar la cabeza, señal de que le dolía escuchar esa revelación-. «Tus hermanos, al igual que tú, son libres de elegir el camino que quieran seguir por ese lado humano entregado por la madre que los parió, sin embargo, al haber sido engendrados por Satanás unido a su lado demonio, en ellos hay menos probabilidades de que se inclinen al bien. Es por ello que, cuando crucen el domo que protege el área del Inframundo donde tu padre los mantuvo castigados estos últimos años, tus hermanos volverán a ser lo que siempre fueron porque ese es el destino que les depara. Sin embargo, tú serás capaz de mantener en ti todo aquello en lo que te has convertido durante tu estadía en esta recreación de El Edén, y eso te hará merecedor de que Mi Padre te conceda lo que tanto quieres: conocer a aquel ser que será carne y habitará en La Tierra para que sea tu compañera eterna» -escuchar lo último pronunciado por El Cristo, que le hablaba telepáticamente, llenó de optimismo a Belial-. «Por un tema de salvaguardar tu existencia, te recomiendo aparentar ante los demás que habitan el Inframundo que sigues siendo el mismo de siempre. En otras palabras, oculta el crecimiento espiritual que has tenido en estos años. Tu padre te revelará y propondrá hacer cosas que ahora eres consciente que son aberrantes, pero no le refutes, haz su voluntad como te la indique. Cuando llegue el momento que tengas que dejar el Inframundo para mezclarte entre los humanos por el resto de la eternidad, yo te lo haré saber. En ese momento, recuerda lo que te diré ahora: No mires atrás ni sientas remordimiento por dejar a quienes reconocías como los tuyos; el momento de ir por aquel ser que nacerá para ti ha llegado, y si lo dejas pasar, perderás la bendición que Mi Padre te entrega» -dicho todo esto, El Cristo dejó la conexión telepática.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.