El Híbrido

Capítulo 20

En la sexta dimensión, la llegada de Amón al campo de batalla y el despertar de la ira.

Licántropos, vampiros, elfos, felinos, hadas y brujos, sobrenaturales comandados por el Puro que Aúlla, apuraron el paso hacia el campo de batalla para enfrentar a millones de demonios que empezaban a encarnar gracias a la sexta dimensión. Desde lejos, donde los heridos estaban siendo atendidos y resguardaban los cuerpos de los guerreros que perecieron en combate, Amelia y Viktor observaban el desplazamiento de ambos bandos. La Luna Höller elevaba una oración para su madre, pidiéndole que proteja a su compañero eterno, ya que, al no haberse compartido con ella el destino de su familia para que no intervenga en él, guiada por el lado humano que no perdió por ser la única vampira convertida que no entregó su alma a Satanás, Amelia desconocía lo que podría ocurrirle a Stefan. Asimismo, Viktor estaba muy atento a los movimientos de su padre encarnado. Más que el amor que sentía por Stefan, la promesa hecha a su hermana melliza era lo que impulsaba al joven dios a permanecer vigilante, ya que, de ser necesario, intervendría decididamente a salvar la vida del Alfa Höller de cualquier ataque que lo pusiera en peligro.

Desde el otro lado del campo de batalla, los hijos de Satanás eran los únicos que quedaban expectantes sobre el desenlace del enfrentamiento que esperaban ganar al ser por mucho superior la cantidad de guerreros demonios que de sobrenaturales. Mammon sonreía complacido al ver los abominables cuerpos que adquirían los integrantes de las legiones del Infierno, así como la fusión endemoniada que consiguieron los demonios de menor rango al unir fuerzas entre aquellos del mismo nivel jerárquico. Y los magos oscuros que quedaban en la sexta dimensión avanzaban provistos de armas de plata y conjuros que buscaban acabar con las existencias de más guerreros sobrenaturales, como ya lo habían conseguido en el enfrentamiento anterior.

  • Ahora sí, vamos a terminar con la existencia de todos los sobrenaturales que han llegado a la sexta dimensión –afirmó muy positivo y alegre Mammon.
  • Que los magos oscuros hayan retenido las flechas con puntas de piedra de luna ha sido de lo mejor que se le pudo ocurrir a esos miserable –añadió Belcebú también demostrando una enorme sonrisa satisfactoria-. Con eso estamos obligando a los elfos a pelear cuerpo a cuerpo, para lo que no eran muy buenos, si es que la memoria no me falla.
  • Así es, hermano. Recuerdo que los elfos eran fabulosos con el arco y flecha, pero manejando una espada, eran un asco –comentó Belfegor con un tono bromista que arrancó carcajadas de sus hermanos, menos de Asmodeo, que observaba el avance de los bandos hacia el campo de batalla alejado del resto de hijos de Satanás.
  • No es que quiera ser un aguafiestas, pero la presencia de los felinos me preocupa. Esos sí saben pelear, y en las batallas que sostuvimos los tres primeros años que inició la guerra, demostraron haber mejorado por mucho sus habilidades combativas –lo señalado por Leviatán detuvo en seco las risas de sus hermanos.
  • Eso es verdad, pero, por más que sean guerreros excepcionales, los nuestros son tantos que no creo que puedan pelear contra treinta demonios a la vez y salir airosos. Este enfrentamiento lo ganamos, y sin necesidad de soltar a Amón –la confianza de Mammon era tanta que entusiasmó a sus hermanos con el breve análisis que realizó, por lo que los Príncipes del Inframundo no dudaron en disfrutar del combate, sentándose cómodamente para observar el triunfo seguro de las legiones demoniacas.

Los elfos fueron los primeros en pisar el campo de batalla. Ellos decidieron ser la fuerza de choque y golpear primero a los demonios. La fuerza bruta con la que llegaron las huestes de Satanás fue tanta que varios elfos sufrieron graves lesiones, quedando tirados en el suelo. Stefan ya iba a dar la orden de ir a rescatar los cuerpos de aquellos encarnados que provenían de las Potestades, pero se detuvo cuando vio como los recién llegados empezaban a recuperarse y sanar con suma facilidad.

  • «Mil años en la Tierra Bendecida dio sus frutos» -comentó Angrod a través del vínculo telepático al que todos los sobrenaturales estaban conectados gracias al don de Ileana.
  • «No se preocupen por nosotros, hermanos sobrenaturales, ahora somos inmortales», se escuchó decir a Niniel mientras daba muestra de un gran control de la espada al acabar con varios demonios en unos cuantos minutos.
  • «Han mejorado muchísimo en la pelea cuerpo a cuerpo y portando armas punzocortantes» -se escuchó comentar a Haldir, quien tenía problemas para blandir la espada, por lo que, si no fuera por Marion que estaba pendiente de él, quizás hubieran herido de gravedad a uno de los únicos dos elfos que no eran inmortales.
  • «Pues, no teníamos mucho que hacer en la Tierra Bendecida, donde para obtener el alimento no debíamos hacer gran esfuerzo, así que aprovechamos nuestro tiempo mejorando aquellas habilidades de combate que no teníamos muy desarrolladas» -dijo Maedhros con un tono divertido en la voz.

Aunque los elfos no eran muchos, la inmortalidad que poseían hizo que el ataque que prodigaban sea imparable, lo que empezó a preocupar a los hijos de Satanás. Asimismo, los felinos demostraron toda su destreza en el combate cuerpo a cuerpo, una que habían compartido con los vampiros al permanecer batallones felinos en los territorios de los clanes, por lo que fue una enorme sorpresa ver a hijos de las tinieblas –unos más diestros que otros- luchando con la misma agilidad que aquellos que podían conectar con los habitantes de Los Cielos.




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