El Híbrido

Capítulo 21

En Los Cielos, la llegada de Satanás y segunda caída del traidor.

Tras enseñarle a sus hijos el hechizo que permitía abrir portales sin necesidad de portar una piedra de luna, y ver a estos partir seguidos de los demonios que conformaban las legiones del Inframundo, Satanás y Belial regresaron al salón donde era custodiada la única piedra de luna que quedaba en poder del embaucador para vestir las armaduras que los protegería de la energía divina que inunda Los Cielos durante la incursión que realizarían para secuestrar a aquella serafín que fue la compañera eterna de aquel que alguna vez se llamó Luzbel y era el Celestial más bello de toda la creación. Cargando la coraza que protegerá a la Celestial durante su paso por el Inframundo hasta llegar al domo de magia élfica, Belial indicó a su padre que se encontraba listo. Después de dar una última mirada a ese espacio del palacio donde se mantuvo ocupado por los últimos siete años perfeccionando su plan, Satanás repitió en la lengua utilizada por los Celestiales la orden que hizo que de la piedra de luna emane una energía tan poderosa que cegó a padre e hijo. Cuando recuperaron la visión, un portal se había abierto y dejaba ver un etéreo paisaje que Satanás reconoció como Los Cielos.

Al cruzar el portal, el embaucador regresó donde alguna vez fue su hogar, del cual lo exiliaron por el terrible error que cometió: pretender querer ser como el Dios Supremo e intentar quitarle a este el trono de la creación. Comprobando que la armadura que portaba funcionaba a la perfección, ya que la energía divina que rodeaba cada rincón de la dimensión de Los Cielos no lo debilitaba al haber dejado de ser un morador de esta, el señor del Inframundo se desplazó por aquel puro lugar que empezó a sacar de su memoria infinidad de bellos y felices momentos con aquella que había sido creada para estar a su lado por toda la eternidad.

  • Vamos, hijo, que falta mucho para que lleguemos donde los Celestiales del primer coro angélico habitan en Los Cielos –apuró de este modo Satanás el andar de Belial.
  • Padre, todo en Los Cielos me embelesa –mencionó la soberbia corriendo detrás de Satanás al despertar de su asombro.
  • Lo sé –respondió Satanás sonriendo, pero de una manera diferente, una que no resaltaba por la burla o el engaño, el sarcasmo o la ironía.
  • ¿Me puedes describir a quien estamos buscando? Así te puedo ayudar a dar con ella, ya que dos pares de ojos ven mejor –comentó Belial deseando en verdad poder ayudar a su padre.
  • No sirve de nada que te la describa. Todos los habitantes de Los Cielos se parecen entre ellos, por lo que no podrás diferenciar un ser de otro, ni siquiera en su género. Solo te darás cuenta de sus diferencias por la energía que emiten, pero eso es algo que durante la primera vez que visitas esta dimensión no podrás captar con claridad –respondió con mucha calma y paciencia el señor del Inframundo a su hijo, cosa que llamó la atención de Belial porque a su padre no le gustaba dar explicaciones.
  • Entonces, solo te acompañaré cargando la coraza que hiciste para ella –respondió Belial sin cuestionar más.

Después de caminar por un buen tiempo, Belial reparó en que no se habían topado con ningún Celestial, cosa que le pareció extraña. «¿Será que ya sabían de nuestra llegada y se han ocultado para dejar que mi padre transite libremente por Los Cielos hasta llegar donde se encuentra su predestinada?», se preguntaba la soberbia sospechando que algo había detrás de la facilidad con la que se estaba avanzando en los planes de su padre. Tras continuar con la marcha, Satanás percibió lo que su hijo había captado varios kilómetros atrás.

  • Es raro que no nos encontremos con ningún Celestial –comentó Satanás sin dejar de avanzar.
  • Al ser mi primera vez en Los Cielos, desconozco que tan frecuente sería toparse con alguno de sus habitantes –respondió Belial sin evidenciar que él había pensado lo mismo, ya que su padre se daría cuenta que algo le estaba ocultando porque, cuando la soberbia se percataba de algo que le causaba extrañeza, siempre lo compartía con aquellos que lo acompañaban, por si era necesario ponerse en alerta.
  • Después de todo este tiempo caminando, ya debimos encontrarnos con alguien. Hemos pasado del noveno coro angélico, donde habitan los ángeles, hasta el cuarto sin haber visto a ningún Celestial –Satanás se detuvo y empezó a inspeccionar con mayor detalle los alrededores.
  • ¿Crees que se trate de una emboscada? –preguntó Belial tratando de demostrar nerviosismo, cuando en realidad se encontraba en calma por la conversación que sostuvo con El Cristo antes de dejar el pequeño Edén creado por la magia élfica contenida en el domo que su padre construyó en el Inframundo.
  • Los Celestiales no saben de emboscadas ni engaños. Si supieran de nuestra presencia, ya se hubieran manifestado para obligarnos a abandonar esta dimensión –el comentario de Satanás desconcertó a Belial porque, en todo caso, ¿qué era lo que había causado que no se topen con los Celestiales?

Mientras Satanás y Belial seguían avanzando hasta llegar al primer coro angélico, todos los habitantes de Los Cielos se encontraban en el centro de esta dimensión, lugar habitado por Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Santísima Trinidad había convocado a todos los Celestiales, incluida la Madre Luna, para contemplar la última batalla entre legiones demoniacas y sobrenaturales. Era conocimiento de cada una de las tres entidades que conformaban la unidad del Altísimo todo lo que iba a suceder en la sexta dimensión, así como la llegada de Satanás y Belial a Los Cielos, por lo que quisieron evitar que los habitantes de esa dimensión se encuentren con el traidor y uno de sus hijos, pudiendo desatarse un enfrentamiento que cause daño a algún miembro de los coros angélicos. Además, el Dios Supremo sabía que en Viktoria se revelaría la ira que guardó en ella y que la joven diosa subiría a Los Cielos en busca de Satanás, por lo que dejaría en manos de su hija el retirar a aquel que tanto amó y tuvo que exiliar al traicionarlo.




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