Hercus se colocó al frente, sin apartar la mirada del guardia que se encontraba riendo por su triunfo, sin mostrar signos de cansancio o haber recibido algún golpe.
—En esta prueba no se permiten armas, solo será con los puños. Queremos observar sus movimientos y técnicas sin utilizar escudo, lanza o espada —dijo el hombre de la reluciente armadura negra.
Hercus se acercó al guardia, cerrando los puños en preparación.
—Empecemos.
El custodio lanzó golpes que Hercus esquivaba con facilidad, anticipando sus movimientos.
—Vaya, al menos sabes esquivar —dijo el guardia de forma despectiva—. Los otros eran muy impacientes y simplemente corrieron hacia mí, lo cual aproveché para vencerlos con rapidez.
El guardia hablaba con experiencia en este tipo de enfrentamientos y se mostraba tranquilo, como si estuviera seguro de que no perdería. Sin embargo, Hercus ya había observado su forma de atacar y estaba preparado para responder. En un momento oportuno, eludió un ataque y contraatacó, derribando al soldado con un golpe cerca de la boca. La multitud quedó sorprendida por la habilidad de Hercus y comenzaron las murmuraciones.
—Lo tumbó de un solo golpe.
—¿Quién es este? ¡Eso fue increíble!
Otros guardias vinieron a revisar a su compañero y lo ayudaron a levantarse.
—¿Qué pasó? —preguntó confundido el guardia.
—Fuiste derrotado, así que ya es turno de otro —dijo uno de los que le ayudaba.
—No. ¡No...! ¿Cómo fue que este vagabundo pudo derrotarme? Yo, yo no lo acepto. —Empujó a sus compañeros y agarró una lanza, arremetiendo contra Hercus.
En la primera ebestidad, logró cortar el brazo de Hercus con la punta de la lanza. Pero esquivó los siguientes ataques y luchó por quitarle la lanza. A pesar de sentir un fuerte dolor de cabeza y visión borrosa debido a su falta de alimentación y su estado debilitado, se esforzó por mantenerse en pie y continuar la pelea. Le arrebató la pica de un tirón y lo derribó. Apuntó la lanza hacia el rostro. Sin embargo, no tenía intención de matarlo.
—Termínalo —dijo una voz desconocida para Hercus, mientras el resto de las personas se arrodillaban, abriendo paso para que ella pudiera avanzar.
—Inclínense ante su majestad real, la reina Melania de la casa Darkness —anunció el pregonero real de Frosthaven.
Era la primera vez que Hercus veía a la reina Melania. Vestía un ostentoso traje negro con franjas rojas que le sentaban muy bien. Su cabello y ojos eran tan oscuros como la noche misma. Llevaba su cabellera recogida para lucir una gran corona negra con gemas incrustadas. Su piel bien cuidada hacía juego con sus ojos lúgubres y brillantes.
—Él ha incumplido las reglas y ha utilizado un arma. Es una vergüenza que uno de los guardias haya actuado de manera tan cobarde. Termínalo, ahora —dijo la reina Melania con voz imponente y segura. Se notaba que era malvada y despiadada por naturaleza.
Hercus se dio cuenta de lo cruel que era este mundo con aquellos que carecían de poder o riquezas. Pero si la vida era tan despiadada con él, entonces él sería aún más despiadado con la vida. Tomó la lanza con ambas manos y la elevó hacia el cielo, apuntando hacia el rostro del guardia que intentó matarlo. Luego, la bajó y la clavó en el suelo junto a la cabeza de él, sin dañarlo.
—Yo no mato cuando no es necesario —declaró Hercus con seguridad.
—Interesante —dijo su majestad Melania, acercándose a él. La monarca del norte pudo ver a través del alma de Hercus. Estaban lleno de odio y de sed de sangre. Era justo a quien necesitaba—. Parece que no tienes necesidad de matarlo, entonces debe ser que quieres matar a otra persona y yo sé quién es. —Se acercó a su oído y susurró—: La bruja de hielo, Hileane.
—Su majestad, perdone... —intentó decir el guardia, pero su cuerpo golpeó el suelo antes de poder terminar. Hercus vio cómo la reina extendía su brazo y luego solo escuchó su voz en un corto quejido de lamento.
La armadura del guardia cayó al piso sin él. El cuerpo se volvió una humarada oscura que voló hacia el cetro de la reina Melania.
—Él faltó a las reglas y tú ya lo habías vencido dos veces. Además, ya había muchas quejas sobre él. No era un buen hombre y, por otro lado, ¿qué sería la marcha sangrienta sin sangre? —dijo con una sonrisa maliciosa—. Pero creo que me voy a enojar un poco contigo, mi muchacho, por no haberlo finalizado.
—Yo no…
Hercus apenas pudo pronunciar esas palabras cuando sintió que se quedaba sin fuerzas y comenzó a caer hacia adelante, mientras su vista se nublaba. Solo pudo ver cómo poco a poco su rostro se acercaba al de la reina Melania y ella lo sostuvo en los brazos.
—Duerme un poco. Esta será la última vez que lo harás —susurró su majestad Melania.
Hercus volvió a quedar sumergido en la oscuridad del sueño.
Hercus percibió cómo unas manos húmedas se movían por su abdomen. Agarró el brazo de la persona que lo estaba haciendo y al abrir los ojos, divisó a un anciano de cabellera blanca y una túnica adornada con símbolos de plantas.
—No debes preocuparte. Este es el mejor médico de mi reino. Lo he traído para ayudarte a sanar tus heridas. Solo te está aplicando ungüento en los golpes —dijo una voz femenina que era conocida de manera recién. Era la reina Melania, sentada en un rincón de la habitación—. ¿Cuál es el estado del paciente?
—Además de los golpes, también noté que tiene la piel pálida y una leve fiebre. Podría ser indicio de que no a comida de forma adecuada. Podría empeorar si no toma medicina para contrarrestarla —informó el médico, identificando problema—. Además de descansar y alimentarse de manera correcta durante los próximos días, debería recuperar toda su fuerza y salud.
Hercus cayó en cuenta de que entendía el idioma de Frosthaven sin ningún problema, cuando antes no lo hacía.
—¿Por qué entiendo su lengua? —dijo Hercus con semblante severo.
—La oscuridad que habita en ti. He hecho que seas capaz de hacerlo. La comunicación es importante y no hay tiempo que perder en ese aspecto.
Editado: 16.07.2024