El Hielo entre nosotros

1.

Capítulo 1 — El hielo no espera

Anya.

El aeropuerto huele a reencuentros.
A abrazos largamente esperados.
A cosas que quedaron a medias.

Claire me espera junto a Dimiitri, más juntos que nunca.
Ella me sonríe, pero sus ojos no mienten. Está nerviosa.

—Estás más bronceada —dice, abrazándome con fuerza.
—Y tú más delgada —respondo. Las dos sabemos que eso no es un cumplido.

Me aferro a ella unos segundos. Más de los que esperaba. Más de los que debería.
Claire me abraza como una madre. Como si de verdad me hubiera extrañado.
Y sé que es real.
Ella me quiere. Me ama. Pero ama a Lev también.

Dimitri me da un beso en la frente.
—Te extrañamos —dice.
Y por un segundo, el mundo se siente un poco más seguro.

Miro alrededor.
—¿Y Lev?

Claire baja la vista. Dimitri suspira.
—Está entrenando. Va a las nacionales.

Sonrío. Y es genuino.
—Siempre supe que llegaría lejos.

Claire se remueve incómoda.
—¿No tienes hambre? ¿No estás cansada?
—No —respondo, rápido. Demasiado rápido.
—Quiero ir a verlo. También me apetece patinar.
—¿Patinar?
—Sí… creo que olvidé cómo se hacía.

Claire abre la boca. Va a negarse. Pero Dimitri, entusiasta, la interrumpe:
—¡Claro! Vamos. Te va a encantar verlo. Lo hace increíble.

Claire no dice nada más. Solo asiente. Pero se le tensa la mandíbula.

En el auto, todo parece normal.
Como si estos seis meses no hubieran dolido.

—¿Y cómo es California? —pregunta Dimitri.
—Brillante. Demasiado brillante.
—¿Y la escuela nueva?
—Extrañé a Luci —respondo. Claire sonríe débilmente.
—¿Tus notas?
—Bien. Saqué beca. Me aceptaron en dos universidades.
—¿Y cuál vas a elegir? —pregunta Claire.

Dudo.
—No lo sé todavía.

Silencio.

Claire se gira hacia mí, intenta sonar casual.
—¿Y… alguien especial por allá?
—No.
—¿Nadie?
—Nadie que me hiciera querer quedarme.

La conversación muere ahí.

El centro de entrenamiento no ha cambiado.
Las luces blancas. El frío en los huesos.
El eco de los patines rompiendo el silencio.

Me pongo de pie sin esperar instrucciones.
Tomo mis patines. Los reconozco como a un viejo amigo.

Y entonces los veo.
A él. A ella.

Lev. Sonriendo. Girando con soltura.
Y a Ella Tan cerca. Tan… sincronizados.

Ella se ríe. Él también.
Ella lo empuja hacia atrás. Él la atrapa de espaldas. Perfectos.

Suelto los patines. El golpe seco resuena en todo el espacio.

—¿Quién es ella? —pregunto, sin mirar a nadie.

Claire suspira. Me sostiene de los hombros.
—Es Honey. Patina con él desde los regionales.

El mundo se tambalea.
El hielo dentro de mí cruje.
Siento rabia. Y algo peor: desilusión.

—¿Están ensayando para una competencia? —pregunto, la voz quebrada.
—No —responde Claire.
—Entonces puedo entrar.
—Anya, no. No puedes interrumpir.
—Es una práctica oficial, ¿sí o no?

Claire no responde.

Tomo los patines del suelo.
Me siento. Me los pongo.
Aprieto los cordones con fuerza. Como si cada nudo contuviera una emoción distinta.

Me levanto. Camino hacia la pista. Y entro.

Lev me ve.
Y en el instante exacto en que lo hace…
Se cae.

El silencio que sigue duele más que cualquier palabra.

Honey se gira, confundida.
Lev no se levanta de inmediato. Solo me mira.
Como si no supiera si estoy ahí de verdad.
Como si no supiera si quiere que esté.

Claire no entra. Dimitri tampoco.

Estoy sola en el hielo. Otra vez.

---

Lev.

El cuerpo tiene memoria.
Antes de que mis ojos la vean, mi pecho ya lo sabe.
Es como si el hielo bajo mis pies se tensara, como si el mundo aguantara la respiración.

Anya.

Me doy vuelta.
Y ahí está.

No es un sueño.
No es un recuerdo.
Es ella.
De pie. En el hielo. Con mis patines aún marcando el rastro del giro que acabo de arruinar.

Caigo.
Ni siquiera trato de evitarlo.
Es como si mi cuerpo dijera: otra vez, no.

Honey se agacha, preocupada. Su voz me llega como desde otro planeta.
No la escucho.
No puedo.

Anya está aquí.
Después de meses.
Después de romperme.

Y no sé qué hacer con eso.

Me repito que no debo sentir nada.
Que ella ya no es mi hogar.
Que lo que fuimos… se acabó.

Pero duele.
No como antes. No como la rabia.
Duele como algo que aún importa demasiado.

¿Por qué estás aquí, Anya?

¿Vas a irte otra vez?

Mi corazón late tan fuerte que apenas escucho mis propios pensamientos.
Intento pararme, pero mis piernas no responden.
No sé si es el golpe… o el miedo.

Ella me mira.
Y esa mirada me parte al medio.

Porque conozco esa mirada.
Es la misma que usaba cuando se caía y fingía que no dolía.
Cuando temblaba de frío pero decía que estaba bien.

Y no sé si acercarme o cerrar los ojos y esperar que se esfume.

La última vez que me dejé tocar por ella, me desarmé.
Lloré por mi madre por primera vez.
Me permití creer que el amor podía salvarnos a los dos.
La elegí a ella por sobre todo.

Y me dejó.

No sé si podría volver a sobrevivir que lo haga otra vez.

Honey me ofrece la mano. No la tomo.
Me levanto solo.
El hielo está frío, pero ya no me importa.
Prefiero este frío, al menos, al de cuando ella se fue.

Anya da un paso hacia mí.
Y yo doy uno hacia atrás.

No porque no la quiera cerca.

Sino porque la quiero demasiado.

Y eso...
Eso me asusta más que cualquier caída.

---

Anya

Cuando lo veo, mi cuerpo se olvida de todo.
Del viaje. De los meses. Del miedo.

Es Lev. Mi Lev. El que sostenía mi espalda cada vez que el mundo temblaba.
Y ahora patina como si volara… con otra.
Se ríe con otra.




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