Capitulo 12.
Anya
La pista seguía iluminada, pero para mí ya todo era un ruido lejano. Solo sentía el latir de mi pecho, pegada a Lev.
Escondí el rostro en su pecho y pude sentir que no me soltaba con la mirada. Para él, yo era todo.
—Viste s Luci —susurré, y vi la sonrisa cómplice en sus labios.
—Sí y a Kai —respondió tenso—. Juro que lo voy a matar. ¿Cómo se atrevió a besarla?
—Déjalo, Luci está feliz —dije, intentando que sonara despreocupado, pero el aire se estaba espesando.
Lev miró a nuestro alrededor, a los populares que nos clavaban la mirada como si fuéramos bichos raros.
—Odio cómo nos miran —susurró.
—No importan —le dije—. Solo tú.
Me besó la frente y dijo con voz baja:
—Tengo un mal presentimiento…
Entonces, Luci y Kai aparecieron, rompiendo un poco la tensión con su humor torpe y vasos de ponche.
—¿Van a seguir compartiendo saliva o quieren algo de tomar? —bromeó Kai, mientras me lanzaba una mirada divertida.
Me reí, pero esa risa se cortó cuando sentí que la atmósfera cambiaba.
Yelena entró como una tormenta. Lenta, segura, con Daen y Mateo siguiéndola.
Su voz cortó el aire con un sarcasmo venenoso:
—¿Qué escena tan romántica acaban de darnos?
Sentí que todo se congelaba.
Luci se tensó, Kai se apartó, Lev dejó el vaso en la mesa y yo fruncí el ceño.
—Ya empezó —musitó Lev.
—Perdón —siguió Yelena, amplificando su voz con la multitud alrededor—, tengo una duda:
¿Desde cuándo pasa esto entre ustedes? ¿Desde qué edad? Porque no se ven para nada como “recién hermanastros enamorados”.
El murmullo creció como fuego.
—¿Sus papás lo saben? ¿O les mandamos el video?
“Hola, señora, su hija se besó con su hijastro en el prom. ¿No es un lindo recuerdo familiar?”
Lev tomó mi mano.
—Ya vámonos —dijo, pero su voz estaba tensa.
Pero Yelena no terminaba:
—¿Y si tienen hijos? ¿Qué les van a decir?
“Nos conocimos como hermanos, pero nos dio por romper traumas con saliva.”
¿Van a mostrarles las fotos familiares antes del primer beso?
Las risas eran cuchillos.
—O peor —continuó, con los ojos brillando de maldad—: ¿Van a hacer que sus padres se separen? Porque eso es lo que va a pasar.
Ustedes no son amor. Son un escándalo. Son asquerosos.
Sentí que me temblaba todo. Lev apretó la mandíbula con fuerza.
Luci dio un paso hacia mí y tomó mi mano. Respiré hondo, me di vuelta y le devolví la mirada. Ambas decidimos irnos. Dignas.
Pero Yelena perdió el control.
—¡No me ignoren!
Empujó a Luci con fuerza y la vi caer al suelo.
Risas crueles. Teléfonos grabando. Gente en shock.
—¡Luci! —gritó Kai.
No pensé. Me lancé hacia Yelena.
—¿Qué te pasa, maldita? —grité, dándole un puñetazo.
Ella me agarró del cabello. Sentí dolor, pero respondí con una rodilla.
—¡Mierda! —gritó Lev, corriendo hacia Luci para ayudarla a levantarse.
Pero en ese instante, Daen le dio un golpe por la espalda.
Lev giró y le devolvió el golpe con rabia.
Mateo se metió en medio. Kai también.
—¡No toques a nadie, imbécil! —gritó Kai empujando a Mateo.
Luci, sangrando del codo, se levantó y empujó a Daen con toda la fuerza que le quedaba.
La música se apagó.
Las luces se encendieron de golpe.
—¡SE ACABÓ!
La directora apareció con dos auxiliares de seguridad. Su cara era una losa.
—Ustedes. Afuera. Ahora.
Voy a llamar a sus padres.
Y ahí estaba yo, temblando, atrapada en medio del escándalo que explotaba en la fiesta de graduación.
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Exterior del salón.
El aire afuera huele a humedad y rabia.
Yo no siento el frío.
Solo siento la sangre caliente en los nudillos y un ruido sordo latiendo en mis sienes.
Yelena sigue gritando como si no fuese ella la que empujó primero. Como si su nariz rota fuera la tragedia del siglo.
—¡Mírenla! ¡Me atacó como una salvaje! ¡Esto es intento de homicidio!
¿Homicidio?
Lev tiene el labio partido.
Kai está contra una pared, con un ojo que empieza a cerrarse.
Luci tiembla y aún no deja de mirarse el codo raspado.
Daen tiene sangre bajándole por la nariz. Mateo sangra por la ceja.
Yelena... casi calva, la nariz hinchada.
Y yo…
No sé cómo me veo. Pero me siento con ganas de estamparle otro puñetazo.
Porque incluso ahora, con la cara desfigurada, con medio colegio mirándola horrorizado, sigue insultando a Luci.
—Siempre has sido una inútil, una copia barata —escupe—. Nadie te quiere. ¿Sabes qué te va a pasar ahora? Lo de siempre. Vas a quedarte sola. Porque eso es lo único que sabes ser.
Yo voy hacia ella.
No corro.
No grito.
Solo camino.
Pero alguien se adelanta.
Una mujer de cabello oscuro, con las manos apretadas a los costados, aparece entre el tumulto.
La madre de Luci.
Sus tacones suenan como un veredicto.
—¿Puedes repetir eso, niña? —pregunta con una voz tan afilada que el silencio es inmediato.
Yelena se congela.
—¿Quién…?
—Soy la madre de la persona a la que acabas de llamar "basura".
Luci se da vuelta. Sus ojos se llenan.
Yelena… balbucea.
Da un paso atrás.
La mujer no se mueve.
—Si alguna vez vuelves a acercarte a mi hija para escupirle una sola palabra de odio… te juro que ni tus padres, ni tus privilegios, ni tu lengua venenosa van a salvarte.
Silencio.
Lev está a mi lado.
Y eso me mantiene en pie.
Pero entonces, el caos vuelve a subir como una marea cuando el padre de Yelena llega.
Un hombre con el rostro rojo, la voz de trueno.
—¿Dónde está? ¿Dónde está la chica que agredió a mi hija?
Me señala.
—¡Tú! Esto no se va a quedar así. Te voy a llevar a la policía. Vas a pagar por esto.
Lev da un paso adelante.
Frío. Preciso. Letal.
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Editado: 11.08.2025