POV: Lev
Hospital
Entro a la habitación de Dimitri con el tablero de ajedrez bajo el brazo. El silencio del cuarto se siente cálido y familiar, como si la tensión de los últimos días se suavizara por un momento. Dimitri me mira desde la cama, sus ojos cansados pero atentos.
—¿Trajiste eso? —pregunta con una media sonrisa.
—Claro, alguien tiene que enseñarte a no perder siempre —respondo, dejando el tablero sobre la mesa.
Colocamos las piezas. El olor a suero y medicamentos se mezcla con la tranquilidad de estar juntos.
—Claire no quería irse, me costó mucho convencerla —comento mientras muevo mi torre.
—Es muy necia —dice Dimitri, sonriendo—. Pero que bueno que se fue, necesita descansar. Y yo necesitaba respirar.
Su comentario me hace soltar una carcajada.
—Apuesto que te obligaba a comerte toda la comida del hospital —bromeo.
—Tenía que beberme hasta la última cucharada de esa sopa verde asquerosa —responde él, y ambos nos reímos.
—Jajajajaja —me río, dejando escapar el estrés de días difíciles.
—¿Y tú y Anya? —pregunta Dimitri mientras mueve su alfil.
—Estamos bien… creo —respondo, dudando.
—¿Crees? —insiste.
—Es que ella odia a Honey —le confieso.
—¿Y tú? —pregunta él, serio.
—La quiero, y me duele que la trate mal. Honey es una buena chica.
Dimitri asiente, reflexivo.
—Pero está enamorada de ti, y sabes que eso te traerá problemas tarde o temprano.
—¿Qué puedo hacer? No puedo abandonarla, patinamos juntos —respondo, firme.
—No te digo que la abandones, solo que le dejes claro cuál es su lugar en tu vida —advierte.
—Ella sabe que amo a Anya, y que Anya es mi número uno en todo. Siempre la elegiré a ella, aunque eso signifique dejar de patinar —le aseguro.
Dimitri me observa, sus ojos llenos de orgullo y algo de nostalgia.
—De verdad quieres ir a la universidad, Lev? —pregunta con suavidad.
—No hablemos de eso… por favor —respondo, evitando el tema.
—¿Por qué no? Quiero saber qué quieres en realidad, para poder apoyarte —insiste.
—Amo patinar. Pero el hielo en el que patino ahora no me gusta. Está lleno de mentiras, contratos que me hacen sentir preso y mucha presión. He tenido demasiada presión en mi vida. Quiero paz. Estar con Anya. Que estemos todos tranquilos —explico, sincero.
Dimitri suspira, asintiendo.
—Suena muy maduro… Siento que ya no eres un niño. Y me asusta saber que estás preparado para dejarme.
—Dios, no empecemos con el sentimentalismo. No voy a dejarte en ningún lado —respondo con un guiño.
—Quiero que después de las nacionales vayamos unos días a Rusia —dice de repente.
—¿Qué? —pregunto, sorprendido.
—Quiero que vayamos a la tumba de Lena, y que le lleves esos lirios blancos que le estuviste llevando tanto tiempo a la tumba de esa desconocida —continúa.
—¡Ya basta! —exclamo, riendo y a la vez incómodo.
—¿Por qué, Lev? No quiero que me ocultes más tus sentimientos, ni que fingamos que todo está bien cuando no lo está. Te separé del recuerdo de tu madre al punto de que te arrojé a la tumba de una desconocida en búsqueda de consuelo. Ver eso me rompió el corazón literalmente, porque te fallé como padre —confiesa, con voz cargada de emoción.
—Ya habíamos tenido esta conversación… ¿por qué la estamos repitiendo? —pregunto, entre molesto y divertido.
—Porque quiero que nuestro nuevo comienzo sea desde cero. Sanando nuestras heridas. ¿Quieres ir a terapia? —insiste.
—Esto es ridículo. Obviamente que no —respondo.
—Necesitas ayuda, Lev —dice él, serio.
—Estoy bien. Además, tengo a Anya. Ella es una curita a mi corazón —le respondo, con firmeza.
—No puedes pensar así… y si Anya no está para ti? ¿Qué harías? —pregunta, preocupado.
—Me costaría respirar… Sería muy difícil para mí —confieso.
—Exactamente. Anya es tu novia, no un sanatorio —advierte Dimitri.
—No quiero que ella arregle nada en mí. No me malinterpretes. Me conformo con que me ame así como lo hace, como soy. No es algo tóxico, ni obsesivo. Es solo real. Ella es mi mejor amiga, es todo —agrego, mirando a mi padre a los ojos.
— A veces me preguntó si existe el destinó...
—Existe, Anya es mi destino...
Movemos las piezas en silencio unos minutos, hasta que Dimitri hace un movimiento inesperado.
—¡Jaque mate! —dice, con una sonrisa traviesa.
—¿Qué? ¡Eso no es posible! —exclamo, fingiendo indignación.
—Claro que sí, me confié demasiado mientras te escuchaba hablar de Anya —responde él, divertido.
—¡Tramposo! —grito entre risas, golpeando suavemente el tablero.
—Eres muy dramático —se burla, pero sus ojos brillan de alegría.
Nos reímos los dos como hacía años no lo hacíamos. Por un momento, los problemas, la presión, el hielo corrupto… todo parece lejos. Solo estamos aquí, jugando, riendo, como antes.
—Ok, me rindo —digo, levantando las manos—. Solo porque estoy exhausto de escucharte hablar como si supieras todo de mi corazón.
—Eso es porque lo sé, Lev —dice Dimitri, guiñándome un ojo—. Pero recuerda: mañana tendrás que vencerme otra vez.
—No sueñes, viejo —le respondo, riendo mientras guardamos las piezas—. Pero gracias, por esto. Por todo.
—Siempre, hijo. Siempre —responde, mientras apoyamos las manos sobre el tablero, sellando un pequeño pacto de paz entre padre e hijo.
La habitación se llena de una calma cálida, y por primera vez en días, puedo respirar sin sentir que todo se desmorona.
----
POV: Anya.
Me siento en el sofá con una taza de chocolate caliente. La presión de todo lo que dijo Miróv me aplasta, el silencio pesa y siento un nudo en la garganta. Claire entra con otra taza, se sienta a mi lado y me ofrece un sorbo del chocolate.
—¿Por qué estás tan triste? ¿Te peleaste con Lev? —pregunta, curiosa.
—Sí… pero ya nos reconciliamos —respondo.
—Parece que no… tienes una cara muy triste.
—Solo estoy cansada… está todo bien con Lev. Solo Honey molestando y yo siendo incapaz de controlar los celos que me invaden de verlos patinar juntos, de que ella se abrace a él como una pulga a un perro.
—Jajajajaj, ¡qué buena analogía! —ríe Claire.
—La odio —susurro.
—¿Por qué? No hay razones para eso.
—Quiere robarme a mi novio, ¿te parece poco?
—Anya, nadie puede robarte a Lev —dice Claire, firme.
—¿Por qué todos dan por sentado que eso no puede pasar? Honey lo está intentando —respondo.
—Porque Lev te ama locamente. Tal vez porque no sabe cómo vivir sin ti.
—Vivió seis meses sí, claro que sabe.
—Sobrevivió seis meses sin ti.
—Y yo sobreviviré también… Dios, ¿cómo puedo amarlo tanto? A veces siento que lo amo de forma obsesiva.
—No creo que ese sea el caso. Solo creo que lo que sienten es grande para ustedes. Son demasiado jóvenes para lo intenso que ya se enamoraron.
—Me gusta desde los 11… —confieso.
—¿¡Como que desde los 11!? —exclama Claire.
—Jajajaja, lo siento, mucha información.
—El punto es que Honey no es una amenaza… el hielo, en cambio, sí.
—El hielo entre nosotros es peligroso… pero solo porque no patinamos juntos. Cuando lo hacemos, es fuego y hielo.
#1935 en Novela romántica
#706 en Chick lit
#51 en Joven Adulto
romanc problemas friends to lovers, #amor #amistad #newadult #rivalstolovers, patinajesobrehielo
Editado: 30.08.2025