Capítulo 44
POV Lev
El rugido del público seguía resonando en mi cabeza, pero no lo escuchaba.
El aire en el vestuario estaba cargado, espeso, como si faltara oxígeno. Me arranqué el traje a medio cerrar y lo dejé caer sobre el banco. Honey estaba sentada al fondo, todavía con los ojos hinchados, mirando el suelo. Ni siquiera la miré. No tenía nada que decirle.
La puerta se abrió.
—Brillante —dijo Mirov, entrando con esa sonrisa calculada que siempre me había enfermado—. El público los ama. Los jueces también. Si siguen así, el oro es nuestro.
Levanté la cabeza, lento, como un depredador que detecta movimiento.
Por primera vez en mi vida, lo miré sin miedo.
—Se acabó —dije.
Mirov frunció el ceño, divertido, como si no hubiera escuchado bien.
—¿Qué cosa?
Me puse de pie. El banco chirrió bajo mi peso.
—El contrato. El equipo. Tú. Todo. —Di un paso hacia él, sin parpadear—. Ya sé toda la verdad, Mirov. Sé que separaste a Anya de mí, sé que manipulaste mi carrera, sé que usaste a Honey.
Por un instante, el gesto de control perfecto en su rostro se agrietó.
—Lev… —intentó sonreír, pero sonó hueco—. No entiendes cómo funciona este mundo. Yo te di todo lo que tienes. Si rompes conmigo, no serás nadie.
Solté una risa seca, amarga.
—¿Nadie? Ya lo fui, ¿recuerdas? Me quitaste a Anya, me destrozaste, me empujaste al fondo. Y aun así estoy aquí. No por ti. No gracias a ti. Sino a pesar de ti.
Vi cómo le tembló la mandíbula, apenas perceptible.
—Si no renuevas conmigo, te entierro —escupió, ahora sin máscaras—. Haré que ninguna federación te acepte. No volverás a patinar.
Lo miré fijo, con una calma que ni yo reconocía.
—Hazlo.
Parpadeó, desconcertado.
—Te bloqueo, Lev. ¿Entiendes? Te borro.
Sonreí.
—Entonces te borro yo primero. Si me amenazas una vez más, te denuncio. Canadá no es el único país con hielo. Y lo que pretendes hacer… es ilegal. Tengo pruebas, tengo testigos, y si tengo que arrastrarte por todas las cortes del continente para que caigas, lo haré.
Supe que lo había dejado seco porque su máscara cayó por completo. Lo vi apretar los puños, retroceder medio paso.
—Tú no te atreverías…
Me incliné hacia él, lo bastante cerca para que solo me oyera.
—Inténtalo.
El silencio se hizo denso, casi insoportable. Su respiración se aceleró.
—La pareja se disuelve —continué, sin darle espacio para responder—. Honey merece entrenar sin tu sombra. Yo también. Cuando termine esta competencia, cada uno seguirá su camino.
Mirov me sostuvo la mirada, pero ya no era el mismo hombre de siempre. No estaba frente al entrenador invencible. Estaba frente a alguien que había perdido su control sobre mí.
—Te vas a arrepentir —susurró.
—No más que tú —respondí, con una media sonrisa rota.
Pasó junto a mí, tensando la mandíbula, y salió del vestuario. No lo seguí con la mirada. No lo necesitaba.
Me senté, respirando profundo. El peso que había cargado durante años se sentía un poco más liviano. No sabía qué iba a pasar después, pero por primera vez… la decisión era mía.
*******
POV Anya
El pasillo backstage estaba lleno de ruido: patinadores, jueces, flashes, voces entremezcladas… pero yo solo oía mi propia respiración. Thiago y yo aún no asimilábamos los aplausos, la ovación, el público de pie. Sergey nos esperaba cerca de la zona de descanso, con esa sonrisa tímida que siempre tenía después de cada actuación nuestra.
Thiago se acercó y la abrazó fuerte.
—¡Eres la mejor, Sergey! —dijo, con esa efusividad que siempre le sale natural—. Todo esto fue gracias a ti. No sé cómo vamos a pagarte.
Yo asentí, con el corazón aún acelerado.
—De verdad, Sergey… no tenemos palabras. No tenías que hacer todo esto por nosotros.
Sergey frunció el ceño y soltó una risita nerviosa.
—Ah… así que ustedes creen que yo lo hice gratis.
Thiago y yo nos miramos, confundidos.
—¿No fue así? —pregunté, sintiendo un nudo extraño en el estómago.
Ella negó lentamente.
—No, Anya. No fue gratis. No fue por caridad.
Me incliné hacia adelante, sintiendo el corazón latir más rápido.
—¿Entonces quién…?
Sergey bajó la voz, como si temiera que alguien pudiera escucharla.
—Lev me pagó.
La frase me golpeó como un puñal.
—¿Qué…? —murmuré, apenas con aire en los pulmones.
—Él me buscó —continuó Sergey, bajando la mirada—. Me explicó la situación, me contó lo que Mirov les estaba haciendo y me pidió que los ayudara a crear una rutina que nadie pudiera tocar. Me dio sus ahorros, Anya. Todo lo que tenía guardado. Y me pidió una sola cosa: que nunca te lo dijera.
Sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies.
Thiago abrió la boca, sorprendido:
—Pero… ¿cuándo?
— No importa, lo que importa es que yo fui contratada por el, .me pagó para que hiciera mi trabajo, y ustedes han hecho el suyo, estoy orgullosa —respondió Sergey, casi en un susurro.
Me llevé una mano a la boca. Las lágrimas me ardían en los ojos.
—Lev… incluso cuando pensaba que lo había dejado, incluso cuando lo herí de la peor manera, me eligió.
Siempre me eligió.
La voz de Sergey tembló un poco.
—Él dijo que no le importaba si volvías a él o no, que no le importaba si terminabas odiándolo… pero que quería que patinaras libre. Que quería que no te quitaran el hielo, que nadie te rompiera las alas.
Cerré los ojos y las lágrimas cayeron, calientes, imposibles de contener.
Thiago me puso una mano en el hombro, en silencio.
No podía respirar. Todo lo que creí sobre Lev, todo lo que pensé que había pasado entre nosotros… todo se desmoronaba para revelar otra verdad:
Que, incluso lejos, incluso roto, siempre estuvo ahí para mí.
Abrí los ojos, con el corazón golpeando en el pecho.
—Tengo que encontrarlo —susurré.
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Editado: 08.09.2025