El Hielo entre nosotros

Epílogo extra

Epílogo Extra

(Cinco años después)

POV Anya

El sol de invierno caía sobre el lago helado, tiñendo el hielo de destellos dorados. Dimitri había colgado luces entre los árboles, y todo parecía sacado de un recuerdo feliz.

Lenna, con su gorro rojo y sus patines diminutos, daba pasos torpes sobre el hielo mientras Lev la sostenía por la cintura. Su risa llenaba el aire, clara y contagiosa.

—¡Más rápido, papáaaa! —gritó, moviendo las piernas como si fuera a despegar.

—Primero aprende a frenar —respondió Lev, aunque su sonrisa lo delataba.

Yo los miraba desde la orilla, con el corazón lleno. Verlos juntos era mi lugar seguro.

Dimitri, Claire y Max estaban detrás de mí, cada uno con una taza caliente, aunque las tazas parecían meros accesorios: los tres estaban demasiado ocupados discutiendo.

—Míralo, Anya —dijo Dimitri, con aire solemne—. Esa niña nació para el hielo. Es puro talento Smirnov.

Claire asintió, orgullosa:

—Por supuesto, lo lleva en la sangre. En un par de años, triple axel.

Max carraspeó, interrumpiéndolos con una sonrisita provocadora:

—¿Triple axel? Por favor… Lenna es team béisbol.

Lev giró la cabeza en cámara lenta.

—¿Qué dijiste?

Max infló el pecho, feliz de tener la atención:

—Le va mejor bateando home run que dando vueltas como trompo. Es un talento natural, lo heredó de mí.

—Claro, el mismo talento que te hizo pelearte con un árbitro en la universidad —replicó Claire, sarcástica.

Max la ignoró y se agachó para quedar a la altura de Lenna:

—Diles, chiquita… ¿qué prefieres, patinar o batear?

Lenna lo pensó un segundo, ladeando la cabeza con picardía:

—Mmmm… las dos cosas.

Max sonrió, satisfecho.

—Pero si tengo que elegir… ¡bateaaar!

Lev puso los ojos en blanco, teatral:

—Traidora…

—No soy traidora —rio Lenna, abrazando a Max—. Es que Max me deja comer helado antes de cenar.

—¡Lo sabía! —exclamó Lev, indignado—. La estás comprando.

—No, la estoy motivando —replicó Max, guiñándole un ojo a la niña.

Dimitri negó con la cabeza, tomándose el café como si fuera vodka:

—Criando una Smirnov con hábitos de bateador… se acabó la dinastía.

Claire suspiró, cruzándose de brazos:

—No te preocupes, cariño. El hielo siempre gana.

—No si yo la llevo a los entrenamientos de béisbol —dijo Max, sacando un batecito de juguete de su mochila.

Lenna lo agarró, feliz, y lo levantó como un trofeo.

—¡Home run! —gritó, corriendo torpemente sobre el hielo.

Lev se dejó caer en la nieve, derrotado, mientras yo me tapaba la cara para no reír. Entre risas, gritos y discusiones, la imagen era perfecta: los tres abuelos peleando por “su” nieta, Lenna disfrutando de su propio show, y nosotros dos intentando mantener un poco de paz.

El hielo que alguna vez fue dolor ahora era hogar.
Y en medio de ese hogar, Lenna brillaba… exactamente donde debía estar.

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Mensaje de la autora

Queridos lectores,

Gracias por acompañarnos en este viaje por el hielo, las competencias y las emociones de Anya, Lev y toda su familia. Gracias por reír, llorar y vivir cada momento con ellos.

Esperamos que esta historia les haya dejado calor en el corazón, como el hielo que se convierte en hogar, y que siempre recuerden que, incluso en los días más fríos, el amor y la familia nos dan la fuerza para seguir adelante.

Con todo mi cariño,




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