La fuente es algo con lo que todos los humanos nacen, como una onda crece desde el interior y cubre el cuerpo a medida que el individuo se desarrolla. La fuente fue la respuesta genética para garantizar la supervivencia de la humanidad ante su peor amenaza, la misma humanidad. La guerra convencional se detuvo sólo cuando las armas convencionales habían dejado de ser una amenaza. En un mundo fracturado comenzaron a surgir destellos de luz de un futuro atado a un ciclo desgastado.
Dos años habían pasado. Hunter se había hecho más alto, al cumplir catorce años estaba cerca de superar la altura de su mamá. Miriam era más alta que las mujeres promedio, así que la altura de Hunter ya era lo suficiente como para hacerlo destacar. Hunter atravesaba una fase muy importante en su desarrollo, por lo que su cuerpo en rápido crecimiento exige bastante para un desarrollo normal. Al ser insuficiente, Hunter estaba en un estado cercano a la desnutrición. Las dificultades de la familia seguían presentes. Ocasionalmente Hunter conseguía buenos materiales para vender, llamando más la atención de oportunistas que le seguían el paso.
Hunter desconfiaba de todos, se adentraba más y más en zonas consideradas peligrosas donde había poca gente. No todos pueden resistir la energía residual en las zonas de antigua devastación. Solo los más jóvenes podrían ir más allá sin ser afectados, pero eso no lo hacía más seguro. Pequeños grupos liderados por jóvenes estaban en búsqueda de materiales en esos lugares remotos. La hostilidad y la crueldad estaba desatada en esos lugares. Muchos rumores e historias surgen todo el tiempo.
—Asegúrate de no cruzarte con nadie allí. —le dijo Miriam a Hunter mientras este se preparaba para salir.
—Ma, no te preocupes. —respondió Hunter con una actitud que buscaba transmitir su seguridad a su mamá.
—No importa lo maduro que eres para tu edad, no importa cuántos años tienes. Sigues siendo mi niño.
La mamá de Hunter siempre lo vio como un niño más maduro que los demás de su misma edad. Ella se sentía triste cada vez que veía a su hijo comportarse como un adulto de forma prematura. Pero no podía hacer eso. Deseando darle la oportunidad a su hijo de ser un niño como los demás. Su mundo no lo permite.
Hunter siempre fue consciente de las dificultades que vivía su familia.
—Yo también quiero ir con Yunti. —dijo el hermano pequeño de Hunter quien llamaba a su hermano de esa forma.
—Tobi, aun no tienes edad suficiente. —dijo la mamá poniendo su mano en la cabeza del niño que apenas había cumplido cinco años.
—Te llevaré algún día, si estamos los dos nadie se meterá en nuestro camino. —dijo Hunter terminando de ajustar su vieja mochila remendada.
—Ten cuidado. —dijo Miriam viendo partir a Hunter una vez más.
Hunter se había hecho más capaz en muchos sentidos, tenía claro que todo el mundo, a excepción de su familia estarían dispuesto a usarlo o sacrificarlo para sus propios beneficios. El joven había visto muchas cosas y había aprendido mucho en su camino. Había escapado de la muerte y se había visto envuelto en situaciones complicadas.
Todo eso tenía un significado para él.
a menudo recordaba cómo enseñó a su hermano pequeño a caminar. Tobi era un niño bastante inocente que tardó un poco en caminar. Un día Hunter llegó temprano y decidió ayudar a su pequeño hermano. Dedicando la tarde entera a enseñarle, Hunter vio algo diferente, sus ojos se iluminaron. Él vio los movimientos futuros de su hermano pequeño con mucha claridad, identificando el momento justo para intervenir y prestar soporte en el equilibrio del pequeño. Hunter comenzó a ayudar sutilmente. De tal forma que su hermano mostraba más confianza, como si Hunter lo sostuviera todo el tiempo. Pero era todo lo contrario. Con pequeños toques comenzó a corregir de forma menos constante. Esa tarde Tobi comenzó a caminar por su cuenta. Miriam se sorprendió de la dedicación que había puesto Hunter.
Hunter pensó en eso debido a una de las situaciones peligrosas en las que se encontró recientemente.
Un grupo de jóvenes rodearon a Hunter para revisar su mochila. Aunque Hunter no pudo evadirlos con velocidad, pudo enfrentarlos de una forma poco convencional. Rodeado por esos jóvenes él podía leer sus movimientos con cierto grado de precisión. Evitando así golpes muy fuertes. Hunter sabía que no podía esquivar todos los golpes, pero podía minimizar los daños recibidos. Una vez Hunter se quedó solo en el suelo con su mochila saqueada, sus heridas eran leves. Hunter vio sus movimientos y se sintió tonto por haber recibido golpes. Se sintió inferior al no poder ser rápido o lo suficientemente fuerte como para responder con sus propios golpes. Debido a su contextura no podía hacer mucho.
Hunter recordó bien ese día y lo seguiría recordando debido a que una parte de su diente
fue roto. La sensación de sensibilidad lo molestaba demasiado. De alguna manera ahora era más sensible a algunas cosas que lo irritaba también. La resequedad en sus manos, los sonidos chirriantes y el tacto de otras personas cuando sentía su piel reseca. Todo eso hizo que odiara ser tocado. El más leve toque lo hacía enojar mucho.
Se sentía muy incómodo con su cuerpo. Pero esas imágenes de la emboscada que sufrió seguían ahí, repetidas como un eco.
Cuando las recordaba, intentaba relacionar aquella sensación en el fondo con la misma sensación que sintió cuando enseñaba a su hermano a caminar.
Él no quería verse envuelto en ese tipo de situación otra vez, pero sabía que tarde o temprano sucedería. Mientras más se adentra en la zona de devastación aún restringida, más son los peligros. Es una suerte que ese día de la emboscada no fuera apuñalado. Probablemente sus atacantes vean más utilidad en un buscador de materiales débil y vivo.
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supervivencia y poderes, un mundo decadente, autoridad religiosa
Editado: 27.05.2022