Cuando creía que una cosa iba mejor, otra viene arruinando mi día. Piensen en un momento donde creían que su suerte mejoraba, pero con solo unos segundos de triunfo todo se viene abajo. No sé si decirle destino o mala suerte, pero lo que me pasa en este momento es desgracia destinada al fracaso.
-¿Por qué piensas que te dejare ir a mi casa?-bufe con la daga en ristre, avanzo unos pasos y con un ademan distorsiono la realidad, me sostuvo en el aire, con un chasquido hizo que las escaleras de emergencia se distorsionarán hasta tomar forma de serpientes enroscándose en mis piernas mordiéndome. Trate dar un paso pero estaban paralizadas, sus ojos chisporroteaban. Una sonrisa socarrona se asomó en sus labios.
-Eres igual a tu padre, arrogante y siempre a la defensiva aunque no tan peligroso como el-susurro algo inaudible haciendo que los edificios detrás cerraran la única salida, con la daga corte las cabezas de las serpientes y volví a tener control en mis piernas. Él no se inmuto tenía un brazo detrás de su espalda y con la otra hizo una señal para que avance, no sé si fue por instinto o por algo muy estúpido pero fui a su encuentro lanzando el primer mandoble. En el último segundo lo esquivo dándome un puñetazo en la boca del estómago sacándome todo el aire, me arrodille y lancé otro mandoble haciéndole un corte en la pierna. No salía sangre u otra sustancia que fuera liquida, solo emana fuego para luego cerrarse en segundos dejando una cicatriz.
Recupere el aliento y lo golpee con el mango de la daga en la barbilla, dio traspiés para luego con su mano lanzar una llamara que-gracias al abrigo-resistí pero la punta de mi cabello se había quemado un poco. Le encesté un golpe al estilo Superman junto la daga cortándole desde la mejilla hasta la oreja dejando una línea de fuego. Me golpeo en la cara, escuchándose un crujido de su parte haciendo una mueca sincera de dolor. Sonreí altanero, lo golpee en el pecho y con si fuera un muñeco de prueba salió volando contra el muro dejando un hueco. Tras un minuto de creer que estaba acabado se levantó como si nada, saco algunos escombros de encima y se sacudió el polvo de la campera, los lentes estaban rotos. Se deshizo de ellos.
-Me olvide que tu cuerpo se endurece al igual que el acero-dijo, su mano se estaba reacomodando y la herida de su mejilla se estaba cerrando dejando una cicatriz-pero se cual es arma indicada para herirte y tardes en regenerarte-con una velocidad sobrehumana lanzo un puñal cortando el dorso de mi mano donde sostenía la daga, esta cayó al piso con estrepito, mire el dorso donde había cortado el puñal y salía una línea de sangre negra por ella, ardía como el infierno. La herida se cerraba muy lentamente.
-Hijo de perra-sentía como mi cuerpo se calentaba y mis músculos se contraían. Lanzo l siguiente puñal, mis ojos picaron viendo como los puñales pasaron zumbando mis oídos, agarre uno que se dirigía a mi rostro media alrededor de dos o tres decímetros. Sonrió y lanzo tres seguidas, las esquive rodando a la izquierda, di un salto lanzando el puñal justo en el trapecio. Le di un rodillazo en el pecho, agarre su nuca tirándolo al suelo haciendo contacto su cara, lo levante dándole un cabezazo y una tanda de puños.
Cada puñetazo que le daba su cara se deformaba. Su labio se rompió, su nariz también como el pómulo de su ojo, sentía como todo mi enojo iba dirigido a esos golpes. Todo esos sentimientos de culpa y debilidad que me abrumaron durante tanto tiempo haciéndome sentir inútil, menos preciado. Trato de pararme pero agarre su mano, con un simple movimiento lo rompí y continúe golpeándolo. Soltó una carcajada y tosió.
-Nunca serás amado... ni tendrás lo que otros tienen, siempre estarás maldito… estas marcado, hijo del pecado estas enrollado en una guerra que determinara la supervivencia o la caída de la humanidad y yo veré como caes junto con ellos-lo agarre del cuello elevándolo en el aire. Pataleo y trato de zafarse pero intensifique mi agarre hasta el punto que las llamas de sus ojos se estaban apagando mostrando como eran antes, su rostro se puso morado-vas…a…perder-con un apretón rompí su cuello dejando caer su cuerpo sin vida.
Todo alrededor volvió a como era antes. Caí cansado, sin mirar a un punto fijo, el corte que tenía en el dorso se cerró dejando una cicatriz. Lo que hice y dijo me abrumo por completo, el hecho de matar a alguien que no era humano pero que en su mirada tenía esa chispa de arrepentimiento me dejo con dudas. Y diciendo que estaba marcando, con la supervivencia de la humanidad cargada en mis hombros, un grito desgarrador me hizo volver a la realidad, en la entrada del callejón se encontraba una mujer con las compras del día mirando horrorizada la escena comprometedora donde me encontraba.
-¡Quédese donde esta! ¡AYUDENME, VENGAN A AYUDARME!-grito desesperada, saco su móvil marcando de seguro a la policía. Me acorde de lo que dijo raven sobre la chaqueta, me puse la capucha teniendo la esperanza de volverme invisible. No note ningún cambio hasta que levante el brazo, estaba invisible, mire donde estaba la daga cambiada de vuelta en navaja. Camine hacia donde estaba, la navaja automáticamente al agarrarla se volvió invisible, también agarre algunos puñales y los guarde. Salí del callejón directo a casa.