El hijo de Hades y Persefone [1.3]

Capítulo 41| Río Estigia

D I A N A
🔮🔮🔮

– eres mucho más que la descendiente de Bóreas mi querida Diana – gire viendo a Styx sentada en un trono de oro solido mientras que la cola de su vestido negro cubría gran parte de su trono.

– ¿de que estas hablando? – me acerque a la diosa viendo su sonrisa ensancharse en su rostro hasta que se puso de pie en su trono.

– ya lo veras – comenzó a descender sus escalones hasta que llego a mi lado acariciando mi vientre – prometí que los protegería – tomándome del brazo comenzó a apretarlo fuerte y su mirada ya no tenía dulzura.

Todo se volvió negro de repente y el agarre en mi brazo se soltó dejándome ver el trono de Cronos. Aileen estaba con Ylenia siendo protegidas por Gemma, Apolión estaba frente a mi ocultándome tras su espalda y frente a nosotros estaba Cronos.

– me quedare en su lugar solo déjalas ir – un nudo en mi estómago se formó e intentando acercarme a Apolión una fuerza impidió que lo hiciera alejándome de él y de todo albergándome en una oscuridad.

– noooooo – grite viendo que estábamos en el mismo lago donde ayer en la noche nos dispusimos a dormir. Unos brazos me rodean acercándome a un pecho que con su perfume me reconforto.

– tranquila solo fue una pesadilla – su voz algo adormilada susurro en mi oído, pero yo sabía muy bien que eso no fue un sueño. Esa visión volvía a repetirse en mi cabeza desde que llegamos a este sitio, recuerdo que Layna me advirtió acerca de que si una visión se repite es porque algo quiere enseñarme.

Con la palma de su mano acaricio mi espalda acercándome más hacia el en un intento de protegerme de mis miedos. Escondiendo mi cabeza en su cuello cerré mis ojos respirando su esencia para retenerla en mi memoria, disfruto de los momentos de paz donde ambos podemos estar como una pareja normal al menos unos minutos. Su mano dejo mi cintura para pasar a dar suaves caricias a mi vientre provocando que me riera por las cosquillas que eso me provocaba.

– los amo mi flor nunca lo olviden – susurro en mi oído con su más seductora voz ronca, solo Apolión puede ser sexy cuando está recién despertando. Suaves toques de sus fríos labios recorrieron mi cuello, pero lo que me hizo soltar un grito fue cuando su mano fría paso por debajo de mi camiseta. Con movimientos ágiles recorrió mi vientre mientras que con su otra mano nos volvió a recostar en el suelo duro donde habíamos pasado la noche. El calor recorrió todo mi cuerpo haciéndome sentir bien entre sus besos hasta que... el crujir de unas ramas nos sacaron de nuestra sesión no tan privada de besos.

– buenos días mundo – me senté apartando a Apolión de encima de mi cuerpo y mire a Gemma que venía cargando unas frutas que no se ni de donde saco. – arriba chicas y chico – dio una mirada a las chicas que estaban durmiendo cómodas una encima de una nube y la otra había creado una cama con el agua del rio. Gire viendo de brazos cruzados a mi novio que rascando su nuca se puso de pie. Tuve que dormir en el suelo por que al señor no se le ocurrió crear algo que nos haga dormir cómodos a los dos, hubiera dormido con Aileen.

– buenos días rubia – como pude me puse de pie tomando una de las manzanas que me ofrecía la fantasma con algo de entusiasmo. – ¿de dónde las sacaste? – cuestiono viendo el fruto rojo entre mis manos esperando que no se los haya robado a ningún Dios y luego estemos envueltos en otro nuevo dilema.

– no los robe a ningún Dios si es eso lo que te preocupa – encogiéndose de hombros siguió entregándole manzanas a los demás. Mordiendo la manzana saboreo el sabor dulce de este fruto y observo a Apolión investigando en su mapa.

– me quedare en su lugar déjalas ir – ese fragmento de visión basto para que dejara de comer y la felicidad momentánea que estaba teniendo gracias a mi príncipe se esfumo. Tirando la manzana al rio me gire con la excusa de que necesitaba caminar un poco porque me dolía todo. Las chicas querían acompañarme, pero negué diciendo que quería estar sola pensar en mis cosas y con la excusa de querer hablar con mis padres ellas me dejaron ir.

Procure dejar un rastro de ramas rotas y pedazos de tela de un color muy vivo para no perderme cuando vuelva al campamento. Tenía un nudo en el estómago y la garganta parecía apretarse con cada segundo y las ganas de llorar ganaban terreno. Las hormonas ponen mis sentimientos a flor de piel causando que me las emociones sean más fuertes que antes y yo me siento débil.

– es muy linda – deje mis lamentos de lado al escuchar esos susurros discretos de voces femeninas muy cerca de donde me encontraba. Todo a mi alrededor era vegetación y el rió corriendo de forma tranquila.




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